Internacional

El legado de Obama: ¿un nuevo sueño americano?

«En el último cuarto pasan cosas interesantes». Barack Obama se despedirá del Despacho Oval en unos escasos 11 meses, pero no sin antes engrosar su legado.

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05
noviembre
2015

Barack Obama ha abandonado el graznido del «pato cojo» por el rugido −en palabras del comentarista y director de PoliticusUSA Jason Easley−  del «rey de la jungla política de América». Explicado de otra manera: el presidente de Estados Unidos está haciendo todo lo posible por desprenderse del sambenito del lame duck, una etiqueta que hace referencia al limitado margen de maniobra del inquilino de la Casa Blanca en el último bienio de un segundo mandato sin posibilidad de reelección, como es su caso.

«Hace un año y medio la gente decía que yo era un pato cojo. Hemos batido mucho las alas durante ese año y medio», alardeó el presidente durante un acto el pasado octubre en Chicago. «Nunca he sido más optimista sobre el año que hay por delante», afirmó en una reciente rueda de prensa. Obama se despedirá del Despacho Oval en unos escasos 11 meses, pero no sin antes engrosar su legado, aunque para ello tenga que volver a recurrir al uso de su autoridad ejecutiva.

Durante su último discurso sobre el Estado de la Unión, al que llega con un 46% de popularidad (una aprobación más alta que la de su predecesor, George W. Bush, pero inferior a la de Bill Clinton o Ronald Reagan), Obama ha fijado, grosso modo, sus prioridades: una economía más equitativa y segura; una tecnología que mantenga a Estados Unidos en la vanguardia de la innovación y permita combatir amenazas como el cambio climático; y un estilo de hacer política más cordial y menos polarizado.  También el clave seguir reforzando sus relaciones exteriores, para lo que prevé desplazarse a Japón en junio (reunión del G-7, grupo de países industrializados), a Polonia en julio (cumbre de la OTAN), a China en septiembre (cumbre del G-20, grupo de países ricos y emergentes) y a Perú en noviembre (cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico, APEC). No se descarta tampoco un viaje a Cuba (sería el primer presidente estadounidense que pisara la isla en casi un siglo), con posibles escalas en otros países latinoamericanos como Brasil, Colombia o Argentina.

Más allá de su apretada agenda y de las medidas que promete acometer en tiempo récord, lo cierto es que ya se puede hablar de un legado Obama. Insólitamente, el presidente apretó el acelerador en el ecuador de su segunda legislatura; el punto de inflexión hacia su etapa de gobierno más productiva coincidió con el derrumbe parlamentario demócrata desde que en los comicios legislativos de noviembre de 2014 la oposición republicana se hiciera con el dominio de las dos cámaras del Congreso.

Deshielo con Cuba

Obama sabe que, si algo definirá su lugar a ocupar en los libros de historia, será el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, interrumpidas hacía más de medio siglo, desde la Revolución Cubana en 1959 y la llegada al poder de Fidel Castro. Después de un intercambio de presos como primer gesto del deshielo, posteriormente (julio de 2014) ambos países abrieron sus respectivas embajadas. Además, el Gobierno de Obama ha ido adoptando una serie de órdenes ejecutivas para eliminar algunas restricciones al comercio y a los viajes a Cuba.

No obstante, más de un año después, y en contra de los deseos de Obama, el embargo económico a la isla sigue sin levantarse, ya que ese es un paso que solo puede dar el Congreso. El pasado octubre, Estados Unidos votó de nuevo en contra de la resolución de Naciones Unidas que, presentada cada año por La Habana, critica el establecimiento del embargo. Aunque sin carácter vinculante, el resultado de la votación fue abrumador: 191 países respaldaron la resolución frente a dos −Estados Unidos e Israel− que la rechazaron.

Reforma migratoria

En 2008, siendo candidato, Obama prometió por primera vez la reforma migratoria. Poco antes de llegar a la Casa Blanca extendió el plazo y dijo que lo haría durante el primer año de su mandato. La reforma no llegó y el debate prácticamente desapareció cuando en 2010 los demócratas perdieron el Control de la Cámara de Representantes. Al ganar en 2012 un segundo mandato, se reanudaron las conversaciones y en junio de 2013 el Senado aprobó un proyecto bipartidista de reforma migratoria, pero fue frenado por la mayoría republicana.

Año y medio más tarde, en noviembre de 2014 y ante la inacción del Congreso, Obama anunció una acción ejecutiva que regularizaría temporalmente a cinco millones de inmigrantes sin papeles (el total de personas indocumentadas en el país es de 10 millones), que evitarían la deportación y podrían acceder a un permiso de trabajo. La medida, sin embargo, no entró en vigor: una corte federal de Texas la detuvo en respuesta a una demanda entablada por 26 estados (24 de ellos gobernados por republicanos), que denunciaron a Obama por haberse extralimitado en su poder ejecutivo con una medida que violaba la Constitución.

Hoy, la reforma sigue paralizada. Y, aun pudiéndose materializar, no hay visos de que perdurase en caso de que un candidato republicano se hiciera con la presidencia el próximo noviembre. Donald Trump, por ejemplo, ha afirmado que, de llegar a la Casa Blanca, deportará a todos los indocumentados en un plazo de 18 meses. Otros, como el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie y el mismo Trump, han sugerido cambiar la Enmienda 14 para negar la ciudadanía automática a los hijos de inmigrantes sin papeles. «Voy a dedicar cada día que me resta en esta oficina [el Despacho Oval] luchando por restaurar ese sueño, para que todo aquel que trabaja lo pueda conseguir, y sí, eso incluye la reforma migratoria», dijo Obama en la 38º Gala Anual de Premios del Instituto del Caucus Hispano del Congreso (CHCI).

Reforma sanitaria

En las elecciones de 2008, los dos principales candidatos demócratas –Barack Obama y Hillary Clinton– incluían en sus programas propuestas para abastecer a los casi 50 millones de personas que no tenían seguro médico en ese momento. Cuando Obama llegó a la Casa Blanca comenzaron las sesiones de debate en el Congreso y el Senado, que terminarían con la aprobación de la Affordable Health Care for America Act por ambas cámaras del Congreso en 2009. En marzo de 2010 sería finalmente ratificada. Aunque la lucha por afianzar la reforma no ha sido un camino de rosas. Ya en 2010, la oposición interna del sector más conservador de su partido se tradujo en 39 diputados demócratas votando en contra del proyecto. Los republicanos, por su parte, han sacado toda su artillería desde que el proyecto de ley fue anunciado. El momento más intenso se vivió a principios de 2015 cuando intentaron derogarla usando su mayoría en el Congreso. Finalmente el Tribunal Supremo respaldó la reforma.

El objetivo de La Ley de Cuidados Accesibles, coloquialmente conocida como Obamacare, es que todos los ciudadanos estadounidenses tengan un seguro médico. Las aseguradoras están obligadas a suministrar cobertura médica a cualquier persona y no pueden imponer pólizas más altas ni negar el servicio, como algunas hacían hasta ahora, a personas con enfermedades. Eso sí, todo el mundo debe adquirir un seguro; quien no lo haga se expone a una multa en forma de más impuestos al final de año. La idea es que, al aumentar el número de asegurados, incluidas personas jóvenes y sanas que en circunstancias normales prescindirían de ello, los costes totales se rebajen. Por otra parte, la ley contempla subsidios públicos para aquellos ciudadanos cuyos ingresos no les permitan acceder a un seguro privado, y ventajas fiscales para aquellas que ganen un salario por debajo del cuádruple del umbral de la pobreza (92.200 dólares al año para una familia de 4 personas).

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Antes de ponerse en funcionamiento Obamacare, casi 50 millones de estadounidenses no tenían seguro médico: el 18% de la población en ese momento, la cifra más alta en los últimos 52 años. Pero, si bien Estados Unidos sigue a años luz de un sistema de sanidad universal, gracias a la ley esa cifra se ha reducido en 15 millones, y el porcentaje total de la población sin seguro ha disminuido hasta el 13,4%. Al igual que ocurriría con la reforma migratoria, una posible victoria republicana tumbaría Obamacare de un plumazo.

Legalización del matrimonio homosexual

El Tribunal Supremo legalizó el pasado junio el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país, una decisión histórica (respaldada por cinco jueces frente a cuatro que se posicionaron en contra) que anulaba la capacidad de los estados para prohibir las uniones entre homosexuales. Hasta entonces, solo 36 de los 50 estados las permitían. Hace dos años, la Corte Suprema anuló parte de la ley federal contra el matrimonio gay, que negaba una serie de beneficios gubernamentales para las parejas del mismo sexo que habían contraído matrimonio legalmente.

El Gobierno de Obama había respaldado abiertamente su postura a favor del matrimonio homosexual después de que el propio mandatario declarase a través de Twitter: «Hoy es un gran paso en nuestra marcha hacia la igualdad. Las parejas de gais y lesbianas ahora tienen derecho a casarse, al igual que cualquier otra persona», en reacción al fallo del Supremo. Obama, además, fue el primer presidente de Estados Unidos en conceder una entrevista para una revista gay, OUT, que le eligió «Hombre del año».

Lucha contra el cambio climático

En noviembre de 2014, Obama y el presidente de China, Xi Jinping, anunciaron desde Pekín un «acuerdo histórico» en la lucha contra el cambio climático, con la vista puesta en la Cumbre de París. La iniciativa, acordada por los responsables de los dos países más contaminantes del mundo, constituyó el primer anuncio de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero por parte de China y uno más pronunciado por parte de Estados Unidos.

China se comprometió a alcanzar su nivel máximo de emisiones en 2030 para comenzar a reducirse y a que ese mismo año el 20% de la energía producida en su país proceda de fuentes limpias y renovables. Por su parte, Estados Unidos se comprometió a reducir sus emisiones para 2025 entre un 26 y un 28% con respecto a los niveles de 2005, lo que supone el doble del recorte previsto entre 2005 y 2020.

«Uno de los enemigos a los que nos enfrentamos en esta conferencia es el cinismo, la presunción de que no podemos hacer nada ante el cambio climático [en referencia a los negacionistas]. Pero tenemos que reafirmar nuestros compromisos, y asegurarnos de que los recursos llegan a quienes lo necesitan, y ayudar a los países más vulnerables a hacer frente a los desastres relacionados con el clima», manifestó Obama durante la Cumbre.

Asimismo, según el plan de Obama, cada Estado tendrá que presentar una versión inicial para limitar la contaminación de cara al año 2016, así como las versiones finales de su plan para 2018. Los Estados que comiencen a tomar medidas para reducir la contaminación en 2020 serán premiados con créditos de reducción de carbono, esto es, licencias de contaminación que los Estados podrán comprar y vender, a cambio de interponer límites a sus emisiones (el llamado sistema cap and trade).

Reforma del sistema penal

Estados Unidos soporta la mayor población carcelaria del mundo, más de 2,3 millones de personas. Casi  50.000 sufren prisión perpetua. La causa de esta explosión en las últimas décadas no es la progresiva gravedad de los delitos cometidos. Por el contrario, la criminalidad violenta ha caído significativamente respecto a sus cifras de hace 20 años. Su origen fundamental está en un sistema que impone obligatorias y elevadas penas a delincuentes menores.

Obama, que considera desproporcionadas las penas y pretende, con la reforma, humanizar el sistema carcelario, incrementar los programas de ayuda y facilitar la reinserción de los ex reclusos, también recurrió a razones económicas durante en discurso de la Unión: «Cada año gastamos 80.000 millones de dólares para mantener gente encerrada». Antes de Navidad firmó el indulto de 95 presos que, en su opinión, habían pagado con creces su error. «Quiero trabajar con el Congreso –tanto demócratas como republicanos– para reformar nuestro sistema de justicia penal y dar un paso adelante en la defensa de nuestros ideales fundamentales de la justicia y de equidad», anunció.

Una de las victorias en este terreno se ha dado en Washington, donde se ha logrado una coalición entre progresistas y conservadores para acometer la reforma del sistema penal y carcelario. Obama, que ha sido el primer presidente en visitar una prisión federal, ya ha excarcelado a 89 convictos, la mayoría por delitos de drogas no violentos. Autorizará, dice, la mayor amnistía a ese tipo de presos: 6.000 saldrán de prisión.

Control de armas

También tiene Obama en el punto de mira ampliar los controles para comprar armas de fuego, a fin de evitar más matanzas que, según sus propias palabras, «no tienen parangón con ningún otro sitio en el mundo». «Recibo demasiadas cartas de padres, maestros y niños como para no hacer nada. Recibo cartas de dueños de armas responsables que se lamentan junto con nosotros cada vez que ocurre una de estas tragedias. Quienes comparten mi creencia de que la II Enmienda garantiza el derecho a portar armas y que comparten mi creencia de que podemos proteger dicho derecho mientras evitamos que algunas personas irresponsables y peligrosas causen daño de manera masiva», ha declarado. Obama no ha ocultado que esta es una de sus mayores frustraciones y también ha amenazado al Congreso con usar su poder ejecutivo de no conseguir una amplia mayoría.

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«Para que haya un cambio, tendremos que participar todos. Los grupos de interés de las armas son fuertes y están organizados para que cualquiera tenga armas disponibles fácilmente. El resto tendremos que ser igual de apasionados y organizados para defender a nuestros niños. Ése es el trabajo de la ciudadanía: levantarse y luchar por el cambio que buscamos. Espero que se unan a mi propósito de hacer que Estados Unidos sea un país más seguro para todos nuestros hijos», indicó el presidente en referencia a la influencia de estos grupos tras entrar en vigor una ley en Texas que permite llevar a la vista armas cortas en lugares públicos.

Cada vez que hay una tragedia como la de Charleston, los grupos de presión contrarios a los controles sobre las armas recuerdan la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense, que consagra el derecho de los ciudadanos a poseer armas. Según Gallup, la mitad de la población cree que las leyes deberían ser más duras frente a la otra mitad que apoyan a Obama.

Cárcel de Guantánamo

La adquisición de la Bahía de Guantánamo formaba parte de la Enmienda Platt, como condición para el retiro de las tropas de Estados Unidos restantes en Cuba desde la Guerra hispano-estadounidense. El segundo día de su mandato, Obama ya prometió que cerraría la cárcel de la base de Guantánamo. Siete años más tarde, aún arrastra su promesa.

Las transferencias de presos a terceros países anunciadas en los últimos días han dejado en un total de 103 el número de presos que permanecen en esa cárcel «cara e innecesaria», en palabras de Obama. Los reclusos pendientes de juicio en las comisiones militares creadas para juzgar a combatientes yihadistas o que no pueden salir en libertad, al ser considerados una amenaza, son el «mayor desafío en este momento» para cerrar la cárcel, admitió el diciembre pasado. Esa prisión «solo sirve de folleto de reclutamiento para nuestros enemigos», ha subrayado el presidente. «Creo que no va a haber una resistencia significativa ante un argumento tan fuerte como que no tiene sentido gastar hasta mil millones de dólares para garantizar la seguridad de 50, 60 ó 70 personas», declaró Obama en la conferencia de prensa de Fin de Año. Además, sostiene que la cárcel de Guantánamo es un factor que contribuye al reclutamiento de yihadistas.

El departamento de Defensa trabaja jurídicamente caso por caso y Obama no duda en aplicar una orden ejecutiva que esquive al Congreso, en vista a que la mayoría republicana se opone al traslado de presos que permitiría la clausura de Guantánamo.

Lucha contra el terrorismo

La seguridad ha sido siempre el estandarte de los presidentes estadounidenses. Pero, según un sondeo de la CNN, el 40% de los ciudadanos considera que, hoy, su país está perdiendo la batalla. Tras los atentados de París y San Bernardino, el terrorismo se ha convertido  –si es que no lo era– en la máxima preocupación de la sociedad, aunque, según declaró el propio Obama, «es muy difícil para nosotros detectar a los lobos solitarios».

La irrupción hace un año del Estado Islámico en Irak y Siria sorprendió a Obama y le obligó a revisar sus planes de retirada de Oriente Próximo. Su estrategia sigue siendo la de liderar una coalición internacional contra el Estado Islámico en Siria y en Irak, descartando la invasión terrestre, y reconvertir los sistemas de vigilancia en Internet para prevenir atentados. Por lo que respecta a la guerra de Siria, no se ve la luz al final del túnel, mientras Rusia siga apoyando al dictador Bashar el Asad.

Acuerdos comerciales

Obama ha podido presentar el Acuerdo Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), un pacto de libre comercio firmado con 11 naciones (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam) que con Estados Unidos representan el 40% del PIB mundial. Aunque aún debe ser ratificado por el Congreso, el mandatario obtuvo hace meses autoridad de las cámaras dominadas por los conservadores para negociar un texto que no podrá ser enmendado ante el que solo se podrá votar a favor o en contra.

Obama considera el TPP como el tratado comercial más ambicioso jamás logrado y al mismo tiempo como un elemento clave de su política exterior, al priorizar la relación con la región de Asia-Pacífico para hacer frente a la influencia de China. «Con el TPP, China no dicta la normas en esa región, lo hacemos nosotros», aseguró el gobernante durante el discurso de la Unión. con. Según Obama, el pacto comercial, que requiere la aprobación de los parlamentos de los 12 países firmantes para entrar en vigor, reduce 18.000 aranceles a productos hechos en Estados Unidos, y creará más puestos de trabajo de calidad.

Acuerdo con Irán

En 2015 Obama ha conseguido el trascendental acuerdo con Irán para acabar con el programa militar nuclear de Teherán, un pacto cuya institucionalización empezará a notarse en el 2016. El acuerdo entre Estados Unidos e Irán, la Unión Europea y las potencias del Consejo de Seguridad de la ONU se aprobó el 14 de julio en Viena. El documento impide, durante 10 años como mínimo, el acceso de los iraníes a la bomba. Para asegurarse de su cumplimiento, Irán se somete a un régimen estricto de inspecciones. A cambio, logra el levantamiento de las sanciones internacionales.

Obama logró sumar los votos necesarios para evitar que el Senado bloquee la medida: 34 senadores, de cien, a favor. Es una minoría suficiente para impedir que la mayoría republicana arruine la iniciativa.

El legado de Obama dependerá de las elecciones presidenciales, puesto que los candidatos republicanos ya han advertido que anularán muchas de las medidas impulsadas por el Partido Demócrata si pasan a ocupar la Casa Blanca y mantienen el control del Congreso. Aunque Obama tiene esperanzas de que un candidato demócrata le suceda: «Tendré un sucesor demócrata y haré campaña arduamente para hacer que eso ocurra». De cumplirse sus expectativas, constituiría una excepcionalidad histórica que un mismo partido conquistase la Casa Blanca tres veces consecutivas.

Durante su discurso de la Unión, Obama aprovechó para recordar a quienes sostienen que la economía estadounidense está en declive que «hacen ficción». «También es ficción toda la retórica que se oye sobre cómo nuestros enemigos se están haciendo más fuertes y América es cada vez más débil», añadió. «Los Estados Unidos de América son la nación más fuerte de la tierra. Punto». En el hemiciclo, los republicanos acompañaron a los aplausos de los demócratas.

«En mi último discurso en esta cámara, no solo quiero hablar del próximo año. Quiero concentrarme en los próximos cinco años, diez años y en adelante. Quiero concentrarme en el futuro», sentenció Obama, aunque tras los comicios de 2014 advirtiese, utilizando una de sus habituales metáforas de baloncesto, que «en el último cuarto pasan cosas interesantes». Parece que los próximos  no transcurrirán en vano. Pero, ¿qué quedará de Obama después de hacer las maletas?

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