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Patrimonio cultural y transición energética

Construir el futuro preservando el pasado

El despliegue de energías renovables es ya una realidad imparable en el territorio español. La compatibilidad entre desarrollo energético y protección del legado histórico exige avanzar en la catalogación rigurosa, la conservación activa y una gestión territorial que integre el valor del pasado en las decisiones del presente.

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Los compromisos vinculantes del Acuerdo de París contra el cambio climático, que buscan evitar las consecuencias globales de superar 1,5ºC de incremento global de temperatura, conllevan necesariamente acelerar las estrategias a corto, medio y largo plazo para tratar de descarbonizar el planeta.

En este objetivo común, la Unión Europea y en ella España, se han marcado como una de sus principales tareas la transición de la economía hasta alcanzar cero emisiones netas en 2050. Este compromiso conlleva necesariamente dar un giro al sistema energético, a través metas reflejadas en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima y en una planificación energética acorde. 

Precisamente, el desarrollo de las fuentes renovables se ha convertido en una prioridad global para combatir el cambio climático. Según el Informe del Sistema Eléctrico Español de Red Eléctrica 2024, la generación renovable en el sistema eléctrico nacional en 2024 ha aumentado un 10,3 % registrando así el máximo histórico de producción con 148.999 GWh. Este incremento ha tenido lugar como consecuencia, sobre todo, de la mayor producción hidráulica y solar fotovoltaica. Y para hacer posible que toda esta generación renovable llegue a industrias y hogares se están desplegando nuevas infraestructuras de transporte de electricidad.

Beatriz Corredor destacó la necesidad de que empresas e instituciones trabajen de forma conjunta para asegurar que el progreso llegue a todo el territorio

Ese proceso de acelerar la transición ecológica no puede hacerse con los ojos cerrados. Este avance tecnológico se encuentra, en ocasiones, con otro valor igualmente importante: la protección de nuestro patrimonio cultural e histórico. La ejecución de infraestructuras como plantas solares y parques eólicos, líneas de transporte de electricidad o subestaciones, ha llevado a descubrimientos arqueológicos notables, haciéndose cada vez más necesario el integrar la protección del patrimonio cultural en el desarrollo energético.

Un claro ejemplo son los más de 40 yacimientos relevantes que la empresa Red Eléctrica ha descubierto en los últimos años en el marco de su actividad, y que han ido acompañados por más de 300 actuaciones patrimoniales en todo el territorio nacional. Entre estos hallazgos, destacan cinco yacimientos de épocas bizantina, tardo-púnica y romana en Ibiza, huellas de dinosaurio en Soria o la puesta en valor, con su recuperación y musealización, de casamatas en Fuerteventura. 

El reto de compatibilizar las renovables con la conservación cultural

No es una cuestión baladí para un país como España, el segundo país del mundo en número de destinos declarados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. La lista incluye desde arte rupestre a cascos históricos, pasando por espacios naturales, jardines o monumentos. El reto es encontrar un equilibrio que permita avanzar hacia un futuro energético sostenible sin comprometer este legado cultural, encontrar puntos de encuentro que permitan una convivencia respetuosa y sostenible.

Para ello es fundamental la cooperación entre los distintos agentes implicados. Este fue uno de los principales temas de discusión en las recientes Jornadas de Patrimonio Arqueológico y Transición Energética organizadas por el Museo Arqueológico Nacional y Redeia. Durante la inauguración, Beatriz Corredor, presidenta de Redeia, destacó «el compromiso de Red Eléctrica con la protección y conservación del patrimonio arqueológico, etnográfico y cultural como un aspecto fundamental en el desarrollo de las infraestructuras eléctricas que gestiona». También recalcó la necesidad de que empresas e instituciones trabajen de forma conjunta para asegurar que el progreso llegue a todo el territorio sin perder de vista la riqueza cultural que lo define. El encuentro se enriqueció con la visión de diversos expertos que pusieron sobre la mesa los desafíos de la transición energética y la preservación del patrimonio cultural. 

La evaluación ambiental como herramienta de protección de patrimonio cultural fue uno de los principales temas de discusión de las jornadas. Fernando Crespo (Jefe del departamento de Medio Ambiente de Red Eléctrica), Eva M. Blanco (Subdirectora de Evaluación Ambiental del MITERD), Consuelo Matamoros (Dirección general de Patrimonio Cultural de la Generalitat Valenciana) y José Donoso (Director general de UNEF) lo debatieron en una mesa y destacaron cómo los procedimientos de evaluación ambiental se han convertido en un mecanismo fundamental para salvaguardar el patrimonio cultural en proyectos energéticos. 

«Actualmente ningún proyecto renovable se ejecuta sin garantías patrimoniales: los promotores deben presentar estudios previos, planes de seguimiento y someterse a informes vinculantes de los órganos competentes», señaló Blanco. Este proceso, aunque complejo, ha permitido descubrir y proteger yacimientos que de otro modo habrían quedado sepultados. Un dato revelador: en Extremadura nunca se había prospectado tanto terreno como con la llegada de los proyectos fotovoltaicos.

Eva Blanco: «Actualmente ningún proyecto renovable se ejecuta sin garantías patrimoniales»

En esta línea, ICOMOS España ha publicado una guía de Buenas prácticas para la integración de energías renovables y patrimonio cultural. Esta subraya que la clave para lograr esta coexistencia reside en un enfoque equilibrado y multidisciplinar. Tal como señala, las decisiones deben basarse en estudios rigurosos de impacto que contemplen no solo variables técnicas y ambientales, sino también culturales, visuales y sociales. Esto implica considerar las particularidades de los bienes patrimoniales y su entorno antes de la implementación de proyectos de energía renovable, priorizando, por ejemplo, instalaciones renovables que no sean visibles desde enclaves patrimoniales o utilizando materiales y diseños que armonicen con los elementos históricos.

Las claves para una integración exitosa: regulación, innovación y colaboración

En este contexto, el Ministerio de Cultura ha publicado el Protocolo de actuación para la valoración de la implantación de energías renovables en bienes con valores culturales, promovido por el IPCE, que defiende que las evaluaciones de impacto patrimonial se realicen desde el principio del proyecto, y fomenta el diálogo entre técnicos del sector energético, profesionales del patrimonio y comunidades locales.

La publicación de documentaciones por parte de las Administraciones públicas es de vital importancia. Como destacó Antonio Antequera, jefe de servicio de Paisaje Cultural y Patrimonio Industrial del Ministerio de Cultura durante las mencionadas jornadas, uno de los principales desafíos es la regulación: «Nuestra normativa de patrimonio cultural data de 1985, cuando el cambio climático no era una prioridad. El artículo 19, que regula instalaciones en bienes patrimoniales, resulta hoy demasiado restrictivo para los retos actuales». Sin embargo, destacó el avance autonómico: «Muchas comunidades ya están en su tercera generación de normativas, incorporando conceptos como paisaje cultural y renovables».

La integración de tecnologías avanzadas en arqueología está desempeñando también un papel crucial en la reducción de hallazgos fortuitos durante la construcción de infraestructuras de energías renovables. Herramientas como la teledetección, los Sistemas de Información Geográfica (SIG), el modelado 3D y la inteligencia artificial permiten identificar y mapear sitios arqueológicos sin necesidad de excavaciones invasivas. El uso de drones con sensores LiDAR hacen posible cartografiar terrenos con gran precisión antes de iniciar cualquier obra, una técnica que revoluciona la arqueología preventiva. 

Herramientas como la teledetección, los Sistemas de Información Geográfica (SIG), el modelado 3D y la inteligencia artificial permiten identificar y mapear sitios arqueológicos sin necesidad de excavaciones invasivas

Algunas comunidades autónomas están liderando iniciativas para armonizar ambos objetivos. Antonio Antequera destacó proyectos pioneros como el de Castilla-La Mancha, donde «se está utilizando energía solar para iluminar yacimientos arqueológicos de forma sostenible», o la Villa Romana de la Olmeda en Palencia (Castilla y León), que «ha integrado paneles solares sin afectar su valor patrimonial». Sin embargo, advirtió sobre los retos: «No podemos soterrar siempre las líneas eléctricas por su impacto arqueológico, ni instalar renovables sin considerar su efecto sinérgico acumulativo en el paisaje».

Las conclusiones de las Jornadas de Patrimonio Arqueológico y Transición Energética apuntan a que la colaboración entre sectores es la única vía para avanzar. Se demandó con urgencia la necesidad de mejorar la coordinación entre las distintas administraciones (estatal y autonómicas) y los promotores de proyectos. La clave pasa por una planificación anticipada: cuando los promotores inician los trámites patrimoniales con suficiente antelación y en diálogo con las administraciones, los proyectos avanzan con mayor fluidez sin sacrificar la protección cultural.

Las intervenciones revelaron una paradoja esperanzadora: la transición energética está generando una «edad de oro» para la arqueología preventiva. Como destacaron varios ponentes, el «tsunami renovable» ha movilizado recursos sin precedentes para prospectar terrenos y documentar patrimonio. Este impulso debería aprovecharse para crear sinergias duraderas. Lejos de ser un obstáculo, el patrimonio se revela así como un aliado para proyectos mejor diseñados desde una perspectiva tanto territorial, como social.

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