Sociedad

Alerta: idiomas en peligro de extinción

Más del 40% de los 7.000 idiomas que se hablan hoy en el mundo podría desaparecer en las próximas décadas. ¿Qué significa esto para la diversidad lingüística?

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14
octubre
2024

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En promedio, cada dos semanas desaparece una lengua. Así lo ha constatado la Unesco, que además ha advertido de que el 44% de los idiomas que se hablan en el mundo están en peligro de extinción. Se estima que, dentro de 100 años (o incluso antes), la mitad de las lenguas que se hablan hoy en el planeta habrán muerto.

El catálogo Etnologue calcula que hoy en día existen unos 7.100 idiomas alrededor del globo, de los cuales el 90% tienen menos de 100.000 hablantes. De hecho, actualmente, unas 3.000 lenguas son habladas por menos de 1.000 personas. Un dato que, de acuerdo con el Atlas de las Lenguas del Mundo en Peligro de la Unesco, demuestra que estarían en riesgo de extinción.

Pero, como explica la lingüista mexicana Yásnaya Aguilar, «para diagnosticar la vitalidad de una lengua se usan muchos criterios, el número de hablantes es solo uno entre muchos. Dice más la proporción de hablantes: no es lo mismo que tengas 10.000 hablantes que están desperdigados y conforman el 1% de ese pueblo, a que sean 500 personas que representan casi el 100% de su población».

Actualmente, unas 3.000 lenguas son habladas por menos de 1.000 personas

Por eso, para el estado de las lenguas es fundamental su uso público. Sin embargo, como ya ha alertado la ONU, «tan solo unos pocos centenares de idiomas han tenido el privilegio de incorporarse a los sistemas educativos y al dominio público, y menos de un centenar se utilizan en el mundo digital».

Se considera que un idioma es estable «cuando todos los niños de la comunidad siguen adquiriendo y utilizando el idioma», sostiene Etnologue. Así, «los idiomas institucionales son los menos propensos a estar en peligro pues han sido adoptados por gobiernos, escuelas, medios de comunicación masiva y más».

«Un idioma se vuelve vulnerable cuando sus hablantes comienzan a transmitir un idioma dominante a los niños de la comunidad. Debido a su naturaleza, los idiomas en peligro suelen tener pocos hablantes restantes, y puede ser difícil obtener información sobre ellos. En ocasiones, el último hablante conocido de un idioma puede morir sin dejar registros públicos», añade la publicación de SIL International.

Sobre la diversidad lingüística

«La diversidad lingüística es nuestro tesoro en común», afirma la Unesco. Aunque Aguilar va aún más lejos: «La lengua es necesaria para poder ejercer derechos humanos básicos; no es posible vehicularlos si no garantizas derechos lingüísticos. Así de fundamentales son». Los derechos lingüísticos permiten un adecuado acceso a la salud (tanto en el diagnóstico como en el tratamiento), el debido proceso a nivel judicial, el derecho a la identidad y el derecho a la educación.

Los idiomas institucionales son los menos propensos a estar en peligro

Pero lo cierto es que la situación de las lenguas varía según los distintos continentes. Sudamérica, Melanesia (compuesta por Fiyi, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Vanuatu y Nueva Guinea Occidental, en Indonesia) y el África Subsahariana son las regiones con más lenguas en riesgo de extinguirse en las próximas décadas.

A nivel nacional, el 70% de las 364 lenguas indígenas reconocidas en México están en alto riesgo de extinción, de acuerdo con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali). Por su parte, Australia tiene una de las tasas más rápida de pérdida de lenguas del mundo: originalmente, en el país se hablaban más de 250 lenguas aborígenes, con más de 750 dialectos; actualmente solo se siguen hablando unas 40.

Revitalizar la lengua

No obstante, en algunos puntos del globo los programas de revitalización lingüística han logrado que, en vez de desaparecer, algunas lenguas locales hayan visto un incremento en su número de hablantes.

Es el caso, por ejemplo, del maorí en Nueva Zelanda y las Islas Cook, que, tras ser declarado lengua oficial en los años 80, ha aumentado su transmisión a la nuevas generaciones a través de las instituciones educativas. También ha sucedido lo mismo con el sami, en Escandinavia; el galés, en el Reino Unido; el náhuatl, en México; y el quechua, en Bolivia y Perú.

Estos casos ponen de relieve el hecho de que invertir en programas de enseñanza, visibilidad e inmersión –así como en la lucha contra los prejuicios lingüísticos– es una medida exitosa para proteger las lenguas y preservar el acervo cultural. Así, demuestran que, a pesar de la hiperglobalización del mundo digital, las lenguas minoritarias (o minorizadas) no están necesariamente condenadas a la extinción.

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