Energía
Transición energética… ¿a costa de quién?
La transición energética requerirá de una elevada cantidad de litio. Pero, como demuestran las experiencias en Chile, su extracción abre nuevos interrogantes.
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COLABORA2023
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La comunidad científica no deja de advertir que quemar combustibles para obtener energía no es sostenible. Entre todas las alternativas que existen hasta el momento, la más popular para el sector de transporte es quizás la energía eléctrica. A primera vista, suena tentador: trenes, coches y buses eléctricos, capaces de transportar a las personas entre distancias largas, equipados de baterías casi interminables y bases de recarga distribuidas en todo el territorio.
Pero para hacer baterías eléctricas, que también se encuentran en los dispositivos móviles y portátiles, se necesita litio, el mineral que ahora vive una elevada demanda precisamente por su gran capacidad de almacenamiento de energía. Este mineral se encuentra en minas de roca o salmueras y para extraerlo se requiere de grandes cantidades de agua y químicos. Es ahí en donde ya hay quienes se preguntan: ¿todo es válido en el nombre de la transición energética?
En las salmueras de Argentina, Bolivia y Chile se encuentran los depósitos de litio más grandes del mundo, por lo que se han convertido en el centro de atención de los inversores. Sin embargo, las comunidades indígenas que dependen de estos territorios y los recursos que ahí se encuentran exigen un diálogo previo y una consulta informada antes de ceder a la extracción del mineral. «A nosotros nos pasa que el salar representa toda la vida», explica Lesley Muñoz Rivera, representante de la comunidad Colla de Copiapo en Chile. «El salar es un contenedor de agua. Cuando plantean extraer cantidades y toneladas de agua para secarlas al sol y y obtener este carbonato de litio, lo que hacen es dañar el agua. Yo defino al pueblo colla como un pueblo de agua, que se mueve con el agua. Si no tenemos agua para vivir y para darle a nuestros animales o cultivos, ¿cómo vamos a solucionar?», señala.
Juan Luis Dammert: «Al venir con una narrativa de energía limpia está la idea de que toda la cadena de suministro debe ser limpia»
Los expertos estiman que, para países como Chile, el litio representa una oportunidad para el desarrollo y crecimiento económico. Pero, debido a que también requiere de una actividad minera, surgen nuevas preguntas sobre el territorio y sus impactos. «Antes no se conectaba mucho la discusión de la minería con la ecuación de la energía y ahora la transición energética le ha traído un impulso fuerte a la actividad minera, porque las energías renovables requieren más tecnología, son intensivas en el uso de minerales. Entonces, ese es un primer componente, que hay más demanda», señala Juan Luis Dammert, director del Instituto de Gobernanza de los Recursos Naturales en América Latina, «y lo segundo es que al venir con una narrativa de energía limpia está la idea de que toda la cadena de suministro debe ser limpia. Es también una oportunidad para reforzar estándares en la industria minera. A nivel global ya ha quedado claro. El cambio climático es una realidad ante la que hay que actuar rápido».
El presidente de Chile, Gabriel Boric, anunció una Estrategia Nacional del Litio, que propone la creación de una empresa estatal, pero con participación público-privada, y que incluye no solo desarrollo e investigación científica, sino que, además, las comunidades y pueblos indígenas de la zona podrán participar en diálogos conjuntos con todos los actores. El primer encuentro ya se realizó a principios de junio.
La brecha de la transición
Para Dammert, existe una diferencia entre un país productor y un país consumidor. «Hay una brecha entre aquellos lugares donde se produce la energía o se extraen los minerales para la energía y donde se producen las emisiones», apunta. «En América Latina, por ejemplo, la responsabilidad por el calentamiento global global en términos de emisiones es muy baja, a diferencia de otros lugares como Europa, como Estados Unidos, etcétera. Entonces ahí ya tienes de entrada una diferencia en términos de responsabilidad», indica. No es el único factor diferenciador. «Y luego también es muy diferente ser un país productor de petróleo que no ser. En muchas naciones, el petróleo es su actividad principal, su aportación principal, su fuente de ingresos más importante y no hay tantos incentivos en esos casos para entrar con fuerza a la transición energética y dejar de recibir esos ingresos», señala. «Más aún si sientes que tus países no son responsables de este problema porque te vas a perjudicar como productor y los problemas los han creado en otros lugares», suma.
En Europa, el objetivo es lograr que las energías renovable supongan el 42,5% del consumo energético total de la UE en 2030, casi el doble de lo que representaban en 2021. Por otro lado, un estudio advierte que para alcanzar los objetivos de neutralidad climática para 2050, se necesitaría 35 veces más litio del que se usa actualmente.
Para Muñoz, este tipo de consumo de energía, en el fondo, es igual al actual. «En realidad creo que hay que plantearse una nueva forma de de consumo, porque al final es todo parte de un modelo de consumo en el cual todo es desechable y en donde vale más un auto que moverse libremente dentro de una ciudad con aire limpio por ejemplo. ¿Cómo va a ser más importante un auto eléctrico y no el agua?, si nosotros vivimos por el agua, ¿cómo vamos a querer un auto antes que el agua?», plantea. «Creo que obviamente habrá una transición porque estamos con este tema de las emisiones de carbono y el cambio climático, pero tenemos que plantear soluciones que no creen más problemas», señala.
Ya existen nuevas formas de extraer litio que, aunque siguen siendo caras, tienen menor impacto. El papel de los gobiernos es crucial para definir y asegurar que estos impactos sean mínimos. La expresidenta Michelle Bachelet opinaba sobre el caso chileno que el rol del Estado sería el de presentar la visión estratégica de largo plazo en todo el ciclo productivo, y que Boric «comprende que el «extractivismo» no es un proyecto sostenible en el largo plazo».
«Yo creo que lo central es que el Estado tenga un rol de árbitro y de garante del interés público; no siempre tienen los recursos para hacerlo, pues no está preparado, tienen poco personal, no tienen recursos», opina Dammert. «Entonces ocurre que o no pueden gobernar bien a las empresas grandes que pasan por encima o tampoco pueden gobernar los usos del territorio o combatir problemas como la informalidad.», indica. «El hecho de que el consumidor –y no el comprador– exija ciertos estándares, contribuyen a que mejoren el comportamiento de las empresas, sin duda aparece positivo. No creo que sea suficiente y creo que funciona mejor cuando tienes un estado a nivel nacional», reflexiona.
El litio, o «el oro blanco» o «el nuevo petróleo», es sin lugar a dudas una oportunidad. El modelo de energía que se construya alrededor de él puede marcar una tendencia en la relación que existe en la cadena de suministros de minerales y los derechos sobre los territorios de las comunidades que dependen directamente de los recursos en donde se conserva. Pero, ¿podemos llamarlo una oportunidad para el desarrollo? «La tierra, cuando no se ve como un territorio de conquista, como un territorio de extracción, sino más bien como un lugar en donde tú vives y agradeces, en donde tú vives y y no necesitas más de lo que ya tienes ahí, ya es bueno para todos y arreglaría muchos puntos», apunta Muñoz.
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