Medio Ambiente

Inteligencia Artificial, ¿el problema o parte de la solución del cambio climático?

Frente al desafío climático, la prevención es clave, y en este contexto la inteligencia artificial se presenta como una herramienta prometedora.

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Lograr que no se repita. Ese probablemente sea el deseo de todos los españoles y, especialmente, de todos los valencianos en estos momentos. No queremos volver a sufrir una DANA de estas dimensiones y, si así fuera, deseamos estar mejor preparados y poder evitar las terribles consecuencias de este episodio.

Teniendo en cuenta que la intensificación de estos fenómenos son consecuencia directa del cambio climático, el primer abordaje ha de ser global: acelerar los planes de acción climática. El objetivo claro es tratar de conseguir por todos los medios que no se escape el objetivo del Acuerdo de París de mantener el calentamiento por debajo de 1,5° Celsius.

La inacción en ese sentido podría provocar que fenómenos como el de Valencia aumenten su frecuencia y su virulencia, dado que el mundo experimentaría un calentamiento de 2,8 °C, según advierte el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas. Sus consecuencias serían catastróficas. 

El segundo abordaje debe ser local y ha de enfocarse en estudiar los mecanismos para poder prever este tipo de fenómenos de una forma más clara y, en el caso de que se produzcan, establecer los protocolos de gestión más eficientes. 

La tecnología y, sobre todo la inteligencia artificial, tiene un potencial extraordinario en ambas dimensiones: puede ayudar a prevenir y a gestionar mejor las catástrofes naturales -al crear modelos relacionados con el clima que permitan prever todo tipo de fenómenos, elaborar planes para hacerles frente y responder en tiempo real a las crisis, así como guiar las adaptaciones que se deban acometer a los impactos inevitables del cambio climático- además de aumentar la eficacia de las acciones climáticas como la reducción de los Gases de Efecto Invernadero.  De hecho, según la firma de investigación Boston Consulting Group, la IA podría ayudar a reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero entre un 5% y un 10% de aquí a 2030. 

La IA podría ayudar a reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero entre un 5% y un 10% de aquí a 2030

Y aunque estemos en una fase preliminar, haya empezado a aplicarse a los retos climáticos muy recientemente y el ritmo de despliegue sea todavía lento, ya está comenzando a dar frutos. Por ejemplo, está provocando importantes resultados en la mejora de la precisión y la velocidad de los cálculos de la huella de carbono y en la generación de informes ESG de las empresas. De esta forma, las organizaciones pueden desarrollar planes basados en datos reales para reducir su impacto ambiental.  

Y es que la IA funciona con datos. Cuanto mejores sean estos, más precisas y eficaces serán las propuestas que realice. Por esa razón, en el ámbito de prevención, sería deseable que las Administraciones Públicas promovieran el intercambio de datos entre las propias organizaciones, empresas del sector privado, países, etc. con el fin de desarrollar modelos predictivos realmente válidos. 

Pero ¿no es la IA parte del problema?

Es cierto que, a priori, la IA también puede generar efectos negativos sobre el clima. No en vano, trabaja en los centros de datos que proporcionan servicios en la nube y, según un artículo publicado en 2022 en Nature Climate Change, estos son responsables del 0,1%-0,2% de las emisiones mundiales de GEI. La firma de investigación Gartner también advierte que, en 2030, la IA podría consumir hasta el 3,5% de la electricidad mundial. También puede tener un efecto negativo en el consumo de agua, ya que la refrigeración por este medio sigue siendo la opción más eficiente desde el punto de vista energético y, aunque hoy en día el consumo es reducido, es cierto que en áreas en las que existen problemas de escasez puede generar una tensión añadida. 

Los proveedores de IA ya se están esforzando por mejorar la eficiencia energética y en integrar fuentes de energía limpias

No obstante, los proveedores de IA ya se están esforzando por mejorar la eficiencia energética y en integrar fuentes de energía limpias. Además, los operadores de centros de datos han comenzado a abordar el problema del consumo de agua y están explorando nuevas técnicas de refrigeración e invirtiendo en iniciativas de reabastecimiento. 

No hay que olvidar que una de las principales ventajas de la IA es su capacidad para resolver problemas y, probablemente, sea ella misma la que encuentre solución a la reducción de su propio consumo energético. Hoy por hoy, su capacidad para optimizar los procesos ya se traduce en un importante ahorro de energía.

Como decíamos al principio, estamos al comienzo de su desarrollo y, por tanto, hay que seguir trabajando para que su uso tenga un impacto positivo neto sobre el clima, pero aún hoy, en lo que respecta al cambio climático, ya genera grandes ventajas. Concedámosle un poco de tiempo y será parte de la solución. 


María Monasor es Global Sustainability Principal en SAP.

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