Sociedad

La verdadera altura de nuestra fuerza

La poeta estadounidense Emily Dickinson dijo: «Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie».

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15
octubre
2024

Un día cualquiera, aquel chico con una discapacidad intelectual y que en la infancia había estado atado a unos aparatos ortopédicos, sin un motivo aparente, comenzó a correr. Corrió y corrió. Lo hizo durante tres años, dos meses, catorce días y dieciséis horas. Los ojos del mundo estaban sobre él y su inexplicable afán por la ruta. ¿Las causas? Vale cualquiera: el dolor del rechazo de un antiguo amor, huir de los bullies, etcétera. Lo importante aquí es que ese chico, que se presentaba en la gran pantalla como Forrest Gump, corría sin detenerse, lo hacía «como el viento». Sorprendió al mundo porque lo hizo como nadie cuando precisamente nadie hubiese creído que lograría algo así: los estereotipos asociados a sus diferencias lo habían alejado siempre de la idea del joven exitoso de la América de la postguerra. Dicho sea de paso, él se convirtió, para muchos, en el gran inspirador del movimiento runner en todo el mundo.

Hace exactamente treinta años, es decir, en 1994, esta película conmovió al mundo por mostrar una de las historias de superación personal más inspiradoras de la década de los noventa. Sí, se trataba de una ficción, pero el mensaje era claro: nadie conoce su potencial hasta que no se levanta y lo demuestra. Al respecto, la famosa poeta estadounidense Emily Dickinson acuñó en el siglo XIX una frase ilustre: «Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie».

Emily Dickinson dijo: «Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie»

Sus palabras han sido tomadas para muchas causas, desde el 8M y la lucha contra la violencia de género hasta la autoayuda. Sin ir más lejos, y aunque la frase es inspiradora por sí sola, es utilizada también para moverse dentro del terreno de la superación personal: el famoso conferencista Joe Dispenza desarrolla mucho de sus teorías motivacionales y de superación en base a ella. Por otra parte, películas como la antes mencionada Forrest Gump, o En busca de la felicidad (2006) de Will Smith, El pianista (2002), protagonizada por Adrien Brody, o el clásico drama El expreso de medianoche (1978), que cuenta la inspiradora historia de Billy Hayes al escapar, contra todo pronóstico, de las condiciones infrahumanas en las que se encontraba en una prisión turca.

Es imposible hacer un recuento de todas las historias inspiradoras y de motivación que hemos vivido a lo largo de los años, pero hay una que encaja muy bien con las palabras de la escritora antes mencionada.

Levantarse después de la explosión

En julio de 1986, Argentina era furor y frenesí: Maradona había llevado a la selección de fútbol a ganar su segunda copa mundial. Argentina vivía entre la algarabía de haber ganado un mundial más y, además, la decepción de haber perdido la primera guerra de su historia independiente. En ese contexto, Sergio Expert, un rugbier de diecinueve años, se disponía a celebrar el cumpleaños de uno de sus mejores amigos, una historia comenzó con un asado y terminó en una tragedia. Debido al frío, Sergio decidió cambiar la parrilla del jardín hacia la chimenea; a la parrilla le faltaba una pata y, para equilibrarla, puso un objeto cilíndrico que estaba en esa casa «desde siempre». El objeto metálico no era otra cosa que una bala de cañón de la Segunda Guerra Mundial que su familia había comprado tiempo atrás. ¿El resultado? La dinamita de la bala explotó, el cumpleañero falleció (debido a las heridas y cinco días después del accidente), y el protagonista de esta historia perdió una pierna.

La vida, para él, al menos la vida que había conocido, estaba terminada. Sergio Expert, tras el desastre, pasó casi dos años en silla de ruedas. Pasó por todas las etapas emocionales que cualquier persona en una situación así podría atravesar: enfado, rabia, negación, tristeza… Finalmente llegó la resignación, y con ella, la idea de que la vida, como así se lo dejó claro su padre, tenía que ir hacia adelante.

«Mirá, lo que te pasó es algo grave, es algo feo, sí. Hay un montón de cosas que no vas a poder hacer y hay otras que te van a costar un montón, pero tenés algo que tenemos todos: las mismas 24 horas de los mismos 7 días de la semana. Usalas». Estas fueron las palabras exactas de su padre. Sergio se armó de coraje y encontró nuevas formas de interactuar con el mundo: se dio cuenta de que lo material (la ropa, el estatus, el físico) ya no eran armas que podía él utilizar para acercarse a la gente, y supo entonces que él tenía que atreverse más y salir al mundo sin miedo al rechazo.

Estudió Administración de Empresas, y, tras el duelo por lo sucedido, como él mismo lo cuenta en una pieza de Infobae: «Tenía dos caminos: desenojarme o vivir una vida llena de lamentos… Me di cuenta de que no quería ser un quejoso eterno». Y así lo hizo: tomó la primera opción y superó la etapa de enfado contra el mundo. Entendió, finalmente, que el autoestima se forma desde el interior, no desde las posesiones.

El activista Sergio Expert decidió, gracias a su experiencia, ayudar a otras personas que atraviesan momentos de infortunio

Su vida siguió: trabajó, tuvo hijos, vivió la gran crisis del 2001, sus padres fallecieron el mismo año, se volvió a enamorar… Y decidió, gracias a su experiencia, ayudar a otras personas que atraviesan momentos de infortunio. La tragedia que marcó su vida no logró doblegar su espíritu, y fue en 2013 cuando creó una organización llamada Explosión de Vida, en la ha impartido una serie de charlas motivadoras que lo han convertido en un referente en el mundo del liderazgo y del desarrollo personal. Para él, la verdadera lección cayó en el buen hacer de aquella vieja frase que dice «la madurez no es querer cambiar los hechos, sino afrontar esos hechos para poder generar un cambio». Y, sin duda, para él la palabra «explosión», como así lo ha declarado en un par de ocasiones, es un motivo de agradecimiento y de motivación para ayudar a otros.

 

 

 

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