Opinión
París 2024, los recados que dejan los Juegos Olímpicos
Los Juegos Olímpicos que acaban de terminar nos han dejado unos cuantos mensajes sobre nuestro mundo y nuestras vidas. Unos avisos sutiles que van más allá de los resultados deportivos, más importantes que todas las medallas.
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Primer recordatorio que nos dejan los Juegos Olímpicos: todo es potencial carne de meme. Cualquier situación se puede convertir en unas horas en tendencia mundial. Como si todos los instantes jugaran un número de lotería y el premio a la tendencia mundial de la semana le pudiese caer a cualquiera, por casi cualquier motivo. En esta quincena olímpica, el Gordo viral le tocó al pertiguista francés que derribó el listón con su pene. El gif curioso triunfa más que lo extraordinario: «Me ha salido más veces lo de la polla que el récord del mundo», se oyó en mi salón. Porque ya no decidimos las cosas que vemos, sino que –oh, milagro– nos salen en nuestras pantallas.
Un tirador turco fue medalla de plata de meme olímpico por su falta de instrumentos de apoyo al disparar. Nota mental: siempre que un hombre se hace famoso hay que mirar a su lado, porque puede que haya una mujer que esté haciendo algo muy parecido…
Buenas noticias: si Simone Biles se equivoca y se sale dos veces de la pista en un ejercicio (quién pudo llamar a eso rutina), el resto de la humanidad –tan vulgares– también podemos equivocarnos, y olvidarnos el cargador, enviar un email sin el adjunto, o confundirnos de andén un par de veces al día. Otra: Olyslagers, sonriente saltadora de altura australiana, anota justo después de cada salto cómo le ha ido, incluido lo que ha hecho bien aunque no supere el listón. En estos tiempos de autofustigamiento generalizado, de «si no ganas no vales», resulta revolucionario.
El nacionalismo adivinatorio. El deporte apasiona entre otras cosas porque es de lo poco que nos queda imprevisible en nuestro día a día. Pero narradores y comentaristas se empeñaron una vez más en profetizar con un optimismo desbocado, como esos adivinos que siempre dicen que todo te va a ir bien en la vida. La roja, las nuestras, el joven de –inserte nombre de pueblo español–, estaban casi siempre a un paso de la medalla, en el tiempo de los mejores, seguro que pueden remontar, se huele el gol de la victoria, esta tarde van a caer varias medallas… Fue divertido verles recalculando la ruta con piruetas argumentales si la realidad no se ajustaba a sus augurios.
Como decía Serrat, de vez en cuando la vida (y el deporte) afinan con el pincel
Lo de Carolina Marín. Que no, que la vida no tiene por qué ser justa, ni gana siempre quien más se lo merece, ni si te esfuerzas y confías en ti mismo llegarás a lo más alto. Es como creer en unicornios alados atravesando el arcoíris. Y si no, que se lo pregunten a las y los deportistas de Rusia viendo en casa cómo competían los de Israel con su bandera y su himno y todo. Porque las invasiones son como el colesterol, también hay del bueno.
Aunque, como decía Serrat, de vez en cuando la vida (y el deporte) afinan con el pincel. Cindy Ngamba, boxeadora camerunesa, tuvo que huir de su país porque las leyes consideran su orientación sexual un delito. Ganó el primer bronce para el Equipo Olímpico de Refugiados. Pero si se contaran las medallas que ganan deportistas con la bandera de sus países de acogida sus metales podrían superar la docena. Ah, un detalle más, Camerún no consiguió ninguna medalla.
Y es que ya se sabe, el deporte es la vida concentrada. Por eso, apenas dos semanas de Juegos dan para tanto y nos han recordado que eso de «deportes de chicas», o de chicos, es más viejo que las cintas de video; que tratar de repetir el pasado (Barcelona 92) es la mejor forma de asegurar la decepción; que es increíble cómo hay gente con la piel blanca que cree que pertenecen a una raza superior (dentro risas); que a veces ponemos bien las velas pero la vida nos deja sin viento; que, como dejaba caer Patricia Simón en La Ventana, mejor conseguir un bronce con dedicación y exigencia que un oro con maltrato y traumas; que pocas cosas más placenteras en la vida como ver al alumno superar al maestro (porfa Rafa, no nos estropees más tu recuerdo) o contemplar un Imperio derrotado. Serbia estuvo cerca en baloncesto, sí lo consiguieron una velocista de Santa Lucía y otro de Botswana ganando el oro por delante de estadounidenses.
Pero sobre todo estas Olimpiadas nos bajan los humos y nos susurran al oído, en una suerte de memento mori universal: eh, tú, humanidad, tampoco os creáis tan civilizados. A pesar de la inteligencia artificial, la alta cocina, el derecho mercantil o las misiones a Marte… en lo importante no habéis avanzado tanto. En el 776 a.C., hace exactamente 2.800 años, al menos se paraban las guerras y no se atacaban colegios mientras duraban los Juegos.
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