Medio Ambiente
El viaje de los residuos urbanos: ¿adónde va la caca?
Cada día, todos usamos el baño, y tiramos de la cadena por razones de higiene. Aunque somos conscientes de que hay un sistema de alcantarillado que se encarga de nuestros residuos, sabemos poco sobre dónde terminan realmente. En este artículo, detallaremos todo el proceso, desde el principio hasta el final, de lo que sucede con nuestros desechos.
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Cuando pronunciamos la palabra «caca» aún existen muchas risas por el tabú escatológico que genera el término. Sin embargo, el destino de los residuos tiene mucho que ver con la economía circular y la sostenibilidad de nuestros sistemas, especialmente los urbanos. Desde la UE ya hace tiempo que los residuos ya no se consideran desperdicios, sino materiales a ser transformados e incorporados en la cadena productiva y de consumo. La forma en la que nos hemos organizado hasta el momento hace que estos cambios no solamente sean complicados, sino que también requieran una gran inversión y participación de muchas partes interesadas.
La economía circular es un enfoque creciente en las sociedades contemporáneas, tanto por su voluntad de eliminar los llamados «residuos» como de cerrar el círculo que se da en las cadenas de suministro. En los últimos años la transición ecológica ha tomado mucho más protagonismo en las agendas, pero sigue teniendo un reto por delante: tratar los temas que, de primeras, no resultan tan atractivos pero que tienen un impacto enorme en la transformación hacia sociedades más sostenibles, circulares y eficientes. Uno de ellos es la «caca» y los otros residuos orgánicos domésticos.
Según un estudio de la Fundación para la Economía Circular, los biorresiduos representan un 35,9% del total de los residuos urbanos, siendo el grupo más abundante. Muchos de ellos terminan en vertederos y no se reutilizan para usos eficientes como podría ser el compost para la producción agrícola. Lo mismo pasa con la caca. De forma genérica, alrededor del territorio español, los excrementos se recogen a partir de un sistema de saneamiento que funciona por diferentes fases: evacuación, tratamiento, regeneración y reutilización de las aguas residuales. En algunos casos, estas fases se llevan a cabo en depuradoras, colectores generales o sistemas de evacuación al medio natural.
Algunas iniciativas innovadoras pasan por convertir los excrementos en energía, combustible para aviones o abono para el sector agrícola
El proceso se inicia con la recogida de aguas residuales domésticas, pero también comerciales, industriales, sanitarias o públicas a través del alcantarillado municipal y luego se conecta con la red de colectores del ámbito metropolitano. Estos colectores conducen las aguas residuales y pluviales a las estaciones depuradoras, donde se someten a tratamiento para eliminar los contaminantes y permitir su retorno al medio ambiente o su reutilización. Además, la red gestiona las aguas pluviales para disminuir el riesgo de inundaciones, empleando la gravedad y estaciones de bombeo cuando es necesario. Sin embargo, en la práctica, existen muchos retos en estos complejos sistemas de recogida, como las fugas, los microplásticos y otros productos que no deberían estar en estos sistemas o el paradero final de algunos de los residuos. En el presente, alternativas como las biofactorías son propuestas para abordar tales desafíos del saneamiento, así como otras iniciativas innovadoras tales como convertir los excrementos en energía, combustible para aviones o abono para el sector agrícola.
Pero el alcantarillado no siempre ha formado parte de las estructuras subterráneas del territorio español. De hecho, no fue hasta 1618 que no se propuso un plan de saneamiento para Madrid, pero la primera propuesta técnica llegó en 1717 con Teodoro Ardemans, quien planteó una red de tuberías para llevar las aguas fecales a pozos de depósito. Los madrileños rechazaron el plan por temor a daños en sus viviendas, lo que retrasó su implementación. Bajo el reinado de Carlos III, 50 años después, el arquitecto Francisco Sabatini construyó un sistema de alcantarillado de 1.840 metros, esencial para el progreso sanitario. Sabatini se basó en los proyectos anteriores de Ardemans y Joseph Alonso de Arce, quien había realizado los primeros proyectos documentados en 1735. Desde entonces el sistema de alcantarillado como lo conocemos ahora se expandió en todo el territorio, hasta su formato actual.
A lo largo de los últimos años se han desarrollado muchas campañas para el aumento de la concienciación de no tirar productos no reutilizables en el inodoro (como toallitas húmedas), así como procurar que el proceso de los excrementos sea más conocido y, por ende, más consciente. Una de las mejores iniciativas que se han realizado en el sector para acercar el conocimiento sobre el destino de nuestros residuos domésticos es el libro de Jo Lindley titulado ¿A dónde va mi caca? (Penguin Random House, 2021).
A nivel de regulación, España ya ha aprobado su Ley de Residuos y ha avanzado significativamente en su apuesta para mejorar la sostenibilidad y circularidad de este sector. El saneamiento es, a su vez, el segundo componente del ODS 6 y una de las prioridades estratégicas de la agenda de las Naciones Unidas. Por tanto, es crucial no solo concienciar sobre la necesidad de integrar nuestros desechos y darles nuevos propósitos, sino también promover y respaldar proyectos de investigación que fomenten la creación de innovaciones para avanzar juntos hacia un sistema más sostenible y sin residuos.
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