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Renovables y ecosistema rural: un futuro común

El despliegue de las energías renovables está creciendo de manera exponencial en España, especialmente en los entornos rurales. Pero el proceso no puede hacerse desde la improvisación. El diálogo entre todas las partes interesadas, una legislación clara y una planificación ordenada son algunas de las buenas prácticas que pueden compatibilizar las necesidades energéticas del país con el desarrollo sostenible de las comunidades locales.

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Borja Rebull
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20
mayo
2024

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España es un país de sol y viento, y también un territorio en el que la evolución demográfica está provocando un alarmante éxodo desde el campo a la ciudad. En ese contexto, la transición energética, con la instalación de plantas fotovoltaicas y parques eólicos, es una buena oportunidad para revitalizar social y económicamente los territorios rurales. Una oportunidad que, sin embargo, advierten los expertos que participaron en el encuentro «Renovables y Ecosistema Rural: Por un Futuro Común», organizado por Ethic y Statkraft, no se puede hacer desde la improvisación y sin contar con la participación de los principales afectados: los habitantes del entorno rural.

«Tenemos muy claro que las renovables son la solución, pero también somos conscientes de que ningún proyecto de instalación es posible sin mantener un diálogo abierto y constante con los alcaldes y sin poner el foco en las comunidades sobre las que impactan», señaló Erica Morales, responsable de sostenibilidad de Statkraft. Presente en España desde 2018, esta compañía noruega es uno de los mayores productores de energía renovable de Europa. En nuestro país cuenta con varios proyectos cuyo denominador común es «buscar las mejores prácticas para mejorar los ecosistemas y beneficiar a las comunidades locales».

Erica Morales (Statkraft): «Ningún proyecto de instalación es posible sin mantener un diálogo abierto y constante con los alcaldes y sin poner el foco en las comunidades sobre las que impactan»

Una de esas instalaciones se encuentra en la localidad cacereña de Talayuela. Se trata de una planta fotovoltaica de 300 MW de potencia que produce energía limpia, asequible y autóctona para el entorno y que, sobre todo, está suponiendo un impulso social y económico muy importante para este pueblo de 7.000 habitantes, un 40% de los cuales son inmigrantes. «Talayuela Solar no solo está generando empleo e ingresos para acometer las inversiones que necesitamos en el pueblo, también ha impulsado la capacitación de nuestra población a través de la formación y ha mejorado la calidad de vida de los vecinos», destacó su alcalde, Roberto Baños. El regidor puso a la planta solar como referente de cómo la colaboración público-privada y la comunicación abierta puede ayudar a «poner en el mapa» a una población.

La visión rural

Desgraciadamente, la comunicación bidireccional entre empresas y comunidades no es la tónica general en los proyectos de renovables. «Muchas veces nos encontramos con proyectos hechos con una visión urbanocentrista, diseñados desde la ciudad pensando en lo que le puede venir a la zona rural, pero sin haber tenido ningún contacto a nivel institucional ni social con ella», lamentó Teresa López, presidenta de FADEMUR, la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales. Y es que, según afirma, muchas agricultoras, ganaderas y propietarias de terrenos rústicos se sienten excluidas y hasta avasalladas por unos proyectos en los que no se han escuchado sus inquietudes. «Hay que hablar y escuchar las demandas de la comunidad», resaltó.

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Erica Morales, responsable de sostenibilidad de Statkraft

La especialista manifestó su preocupación por el hecho de que no haya «una zonificación clara en la que determinados usos del suelo queden excluidos de esos proyectos, sobre todo en suelos de alto valor productivo». También pidió un mayor compromiso de las empresas con el desarrollo rural sostenible, así como explorar las posibilidades de modelos de agrovoltaica que permitan la compatibilización de la agricultura familiar con el despliegue de las renovables. «Somos firmes convencidas de que las renovables son una oportunidad para el conjunto de la sociedad, pero tiene que hacerse bien, y utilizar esta transición para crear también sistemas alimentarios sostenibles».

Teresa López (Fademur): «Hay que hablar y escuchar las demandas de la comunidad»

Desde el ámbito de las organizaciones ecologistas, Mar Asunción, responsable del Programa de Energía y Clima de WWF, apuntó algunas de las causas de esos recelos y tensiones: «El cambio climático nos obliga a actuar deprisa. Hemos empezado tarde, y en esa urgencia hay cosas que no se han hecho de la mejor manera posible». Uno de los principales puntos de fricción es la ubicación de las instalaciones. «En vez de situarse en los mejores lugares, aquellos con menor impacto social y ambiental, se han situado donde a los promotores les venía mejor. Los estudios de impacto ambiental, especialmente al principio, han tenido en cuenta la viabilidad económica y técnica, pero no el impacto social, ni tampoco el impacto acumulativo», sostiene.

Proyectos como el de Talayuela son la prueba de que existen alternativas mejores a la «imposición urbana» para abordar la transición energética. Según Morales, la clave está en conocer el territorio: «Nosotros no concebimos un proyecto sin un diagnóstico territorial previo que vaya incluso más allá de lo que marca la ley». Statkraft se apoya en la investigación y colabora con entidades como la Universidad Politécnica de Valencia para asegurar que los proyectos no solo son viables desde un punto de vista económico, sino que tienen un impacto positivo en el entorno y en la población local. «A todos nos gusta tener esa foto en redes sociales con la planta funcionando, pero no a cualquier precio. Nosotros preferimos llegar un poco más tarde pero que detrás de esa foto haya siempre un trabajo muy exhaustivo y riguroso en el que se hayan contemplado todas las implicaciones, urbanísticas, paisajísticas, arqueológicas, ambientales, económicas o sociales», apuntó.

El problema de la infoxicación

Los ponentes insistieron en que una interlocución directa, honesta y transparente con las partes interesadas es imprescindible para abordar el despliegue de las renovables. «Nosotros llevamos a cabo numerosas jornadas informativas con los vecinos para mostrarles los impactos, tanto positivos y negativos, de los proyectos», explicó Morales. Sin embargo, lamentó la llamada infoxicación que contamina el relato de la renovables: «Muchas veces, la población e incluso los políticos no conocen la realidad de estos proyectos».

Statkraft

Roberto Baños, alcalde de Talayuela

Desde FADEMUR, López también alertó contra el efecto pernicioso de «unas medias verdades que acaban siendo aprovechadas para lanzar información sesgada y tergiversada». Un ejemplo es el «discurso victimista» con el que con frecuencia se retrata a la población rural. Y también rechazó el papel que algunas voces interesadas tratan de asignar a estos territorios. «¿Después de tantos años sin mirar para el campo, abandonando los servicios y forzando a que la gente emigre porque no tiene alternativas, ahora que surge la necesidad en las ciudades de generar nueva energía, tenemos que ser «territorio de sacrificio»? Las renovables son una oportunidad increíble de crecimiento, pero tiene que ser una transición justa para todos».

Claves de éxito

Mar Asunción recordó que la transición energética «nos da la oportunidad de acercar la energía a la ciudadanía». Pero puntualizó que «no podemos cambiar de modelo simplemente cambiando la tecnología». Para ella, las claves del éxito son la planificación ordenada, «con zonificación vinculante que incluya áreas prioritarias para el desarrollo de renovables y áreas de exclusión»; el incremento de los nudos de conexión; mejores estudios de impacto ambiental y más personal formado para realizarlos; acuerdos para la compatibilización de usos; mayores esfuerzos en autoconsumo y comunidades energéticas; y una legislación que «no genere alarma social» y que no deje la participación ciudadana y el diálogo social como una opción voluntaria para las empresas.

Roberto Baños (Alcalde de Talayuela): «Alrededor de 40 empresas locales crecieron y tuvieron que contratar a más personas durante la construcción de la planta»

Ese cambio de modelo implica el incremento de la empleabilidad a través de la formación. La planta de Talayuela generó alrededor de 900 empleos durante la fase de construcción, un 35% de los cuales fueron de empleo femenino. Pero más allá de ese empleo directo, el proyecto ha dinamizado la economía de la comarca. «Alrededor de 40 empresas locales crecieron y tuvieron que contratar a más personas durante la construcción de la planta», comentó el alcalde Baños. Y, sobre todo, gracias a la colaboración entre el Ayuntamiento y Statkraft, la población recibió formación de calidad que ha mejorado significativamente su empleabilidad. Gracias a esa capacitación, «hoy tenemos vecinos trabajando en plantas de otras partes de España».

Y es que, según sintetizó Morales, son esas palancas de formación y empleo, socialización de la energía e inversión local las que pueden marcar la diferencia en unos proyectos que están destinados a permanecer «30 o 35 años en el territorio». Por esa razón, concluyó, «necesitamos que sean proyectos sostenibles y sostenidos en el tiempo».

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