Qué necesita España para cumplir con la agenda de movilidad

Artículo

Ariadna Romans

@AriadnaRmans

El 10 de diciembre de 2021 se aprobó en el Consejo de Ministros la Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada 2030, con el ánimo de acompañar el logro de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) en el sector del transporte. Esta estrategia se desarrolla en nueve ejes estratégicos, 40 líneas de actuación y más de 150 medidas orientadas a cubrir de forma extensiva las urgencias y desafíos más importantes para la próxima década. Pero, ¿cuál es el estado de la transición sostenible del sector de la movilidad en España? Y, sobre todo, ¿cuáles son los principales retos que va a afrontar en los próximos años, especialmente hasta 2030?

Por lo pronto, los datos muestran puntos fuertes y puntos débiles. Primero que todo, uno de los principales retos de la movilidad sostenible española es la transición de una red de transportes basada en el coche para pasar a una red de trenes y otros transportes colectivos y públicos. Asimismo, aunque uno de los grandes objetivos es «alcanzar una movilidad justa, universal y equitativa para todos», la red actual presenta debilidades importantes. Además, si bien se ha promocionado la movilidad eléctrica, España no está en un punto óptimo en este mercado, pero sí que lidera la transformación eléctrica junto a países como China, Estados Unidos o Noruega según el Mobility Consumer Index 2023 de EY. En esta cuestión, entre sus datos encontramos que los puntos de recarga de acceso público han aumentado un 38% en el último año, pasando de 13.300 a 21.500 estaciones.

El transporte en España representa el 27% del total de emisiones de gases de efecto invernadero

Otro de los retos es el gran consumo energético del sector. Ahora mismo, en España, el transporte representa un 40% del consumo general de energía, y más de un 27% del total de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del país. Estas cifras son muy altas para una energía que busca fórmulas para transitar hacia modelos menos intensivos en el consumo y más eficientes en ofrecer sistemas de movilidad eficientes y sostenibles.

Algunos estudios apuntan a que el vehículo eléctrico supone una reducción de más del 65% de las emisiones GEI respecto a los modelos convencionales, un hecho que se posiciona como una opción preferible en el contexto actual. Sin embargo, no hay que dejar que estas innovaciones hagan perder el foco central, que es reforzar la red de transporte público, la mejora de la infraestructura ferroviaria y el aumento de la conectividad de zonas remotas y rurales con los principales núcleos urbanos.

En momentos de grandes desafíos, las alianzas son claves para lograr las transformaciones necesarias. Es esencial alinear las agendas entre los diferentes subsectores del transporte y la movilidad, así como ser capaces de establecer colaboraciones entre entidades públicas y privadas para facilitar la transición y aprovechar las posibles oportunidades escondidas. Los Fondos Europeos para la Recuperación Next Generation representan una apertura en este diálogo y acercamiento, y en los próximos meses se empezarán a ver algunos de los primeros resultados de tales proyectos.

Por último, hay algo que no puede captarse en estrategias pero que es fundamental para avanzar hacia una movilidad sostenible: la necesidad de cambiar la cultura del transporte en todos los grupos de la sociedad. Usar más los medios de transporte público, optar por andar o ir en bicicleta o usar vehículos eléctricos o compartidos debe ir de la mano con las mejoras del sector, y no pueden coexistir una sin la otra.

Así, será posible conseguir una movilidad para todos, con políticas innovadoras, garantías de seguridad con bajas emisiones, que potencie una movilidad inteligente con innovaciones y tecnologías emergentes y que promueva las cadenas logísticas intermodales e inteligentes, conectando el modelo español con Europa y con el mundo sin dejar de lado las prioridades de la agenda social y laboral.