La geopolítica de los BRICS

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David Lorenzo Cardiel

@davidlorcardiel

En paralelo a Occidente, los BRICS (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) han unido fuerzas para representar un segundo bloque global de Estados para hacer valer los intereses de sus países que, o bien fueron colonizados –como es el caso de India, Sudáfrica o Brasil–, o bien están opuestos a la dinámica geopolítica occidental por las circunstancias históricas –como Rusia y China–.

En 2023, en una cumbre de 72 horas celebrada en Johannesburgo, los BRICS trataron asuntos que suponen un antes y un después en el tablero internacional. El principal de todos ellos es la ampliación de sus miembros, con la incorporación de países clave como Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. Los ya denominados BRICS+ han dejado claros sus objetivos en conjunto a corto, a mediano y también a largo plazo.

Un objetivo trascendental para cualquier organización plural es el número de sus miembros. Siempre que sigan una serie de liderazgos y converjan en ciertos intereses comunes indiscutibles, cuantos más elementos sean, mejor. Y eso fue lo que sucedió en la cumbre de Sudáfrica. El primer gran anuncio de los BRICS fue la bienvenida de países clave tanto por su posicionamiento político como por sus proyecciones, y también ambiciones, políticas y territoriales.

En su última cumbre, los BRICS trataron asuntos que supondrían un antes y un después en el tablero internacional

Cada uno de los nuevos miembros está situado en una posición estratégica del globo terráqueo. Por ejemplo, es el caso de Egipto y Etiopía, ricos en recursos y en turismo, y, junto con Arabia Saudita, capaces de influir sobre el paso de mercancías por el Mar Rojo entre el Índico y el Mediterráneo por el canal de Suez, clave para la economía occidental (como puede comprobarse durante los actuales combates entre las milicias hutíes y la flota liderada por Estados Unidos para tomar el control de esas aguas). Es muy probable que la incorporación de Egipto y de Etiopía en la alianza suavice las mutuas asperezas surgidas por las polémicas presas en el Nilo Azul.

La incorporación de Irán, aliado de Rusia, representa, además, una declaración de intenciones frente a la Unión Europea, Estados Unidos e Israel. La gran llanura persa supone un lazo indispensable entre la India, el extremo oriente y el levante mediterráneo. Por otra parte, la presencia de Argentina, el otro gigante de Sudamérica, acrecienta la influencia y el control sobre el resto de países del área y la creación de bases militares chinas en la región.

Economía mundial y liderazgo

Hasta ahora, los BRICS representaban una cuarta parte de la economía mundial. Con más de 40 solicitudes de países que en el futuro podrían incorporarse a la alianza, la llegada de los nuevos miembros este año supone un salto cualitativo hasta el 37% de la economía mundial.

En cuanto a la demografía, la suma total de los habitantes censados de los países BRICS+ representa en la actualidad el 47% de la población mundial.

Además de sus intereses particulares, los BRICS+ establecieron en la cumbre de Sudáfrica determinados objetivos en común. El principal de todos ellos es aumentar su presencia internacional en instituciones como la ONU y el FMI, apoyados en la potencia económica de sus miembros. Para conseguirlo han apostado por mejorar la cooperación interna a través del Nuevo Banco de Desarrollo. La principal aspiración es que la explotación de los recursos de los BRICS+ reduzca la presencia foránea y quede capitalizada en el mayor grado posible dentro de la economía y de los lazos estratégicos entre los miembros.

Además, la cumbre de Sudáfrica ha suscitado el apoyo de la alianza hacia la implementación de la Agenda 2030 entre sus miembros y la mejora del rol de la mujer en las dispares sociedades y culturas de los países que los conforman. En este sentido han abogado para que cada gobierno y sistema político defienda estos objetivos comunes más allá de las diferencias religiosas y de costumbres.

Y las miradas de los BRICS están puestas sobre el continente africano, América del Sur y Asia. Con más de tres millones de residentes en países como Kenia, Madagascar, Tanzania y Mozambique, la inversión económica del llamado «imperativo indio» se elevó en 2022 hasta los 74.000 millones de dólares. Por su parte, China se sitúa como el principal inversor en el continente africano con una previsión para 2035 de hasta 300.000 millones de dólares, desplazando a Estados Unidos y las antiguas metrópolis europeas. No es de extrañar, por tanto, el interés durante la cumbre en incentivar la inversión en recursos naturales.

El crecimiento de los BRICS+ y su cada vez mayor capacidad de influencia sitúan a los países considerados en vías de desarrollo como un sólido bloque capaz de dividir la geopolítica, en breve, en dos bloques con velocidades e intereses encontrados. Como suele ocurrir, el primero de estos signos es territorial, con la disputa entre China y Taiwán agitando el equilibrio en el Pacífico o la construcción de islas artificiales en aguas internacionales frente al archipiélago filipino. Conflictos como el de Ucrania y Rusia en territorio europeo y las decisiones políticas y económicas de Argentina y Brasil son puntos clave donde se decidirá el equilibrio político internacional entre bloques de aquí al próximo lustro.