Medio Ambiente

Un oasis de lavanda con alma circular y corazón local

Castilla Termal Brihuega recupera la Real Fábrica de Paños con un hotel que hunde sus raíces en la naturaleza de La Alcarria, brilla a través de su vínculo con la comunidad local y define la excelencia de lo auténtico.

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16
enero
2024
Exterior del edificio central de Castilla Termal Brihuega.

Artesanos, hilanderas, maestros y todo tipo técnicos recién llegados señalaban el comienzo de una nueva época. Estamos en Brihuega, Guadalajara, allá por 1750, y la apertura de la Real Fábrica de Paños ordenada por Felipe XI anunciaba la llegada de la ilustración y el comienzo de la era industrial en la localidad manchega. Allí se fabricarían y teñirían exquisitas telas o «paños» que vestirían, a través de sillones, tapices o prendas, los más elegantes salones de España y Europa. Una institución que desde su nacimiento ataría su historia a la del enclave, situado en medio de los aromáticos campos de lavanda de la región de La Alcarria, también llamada la «Provenza española». 

Un edificio icónico por su particular forma circular (para facilitar la ventilación de los compuestos que teñían las telas) que fue punta de lanza de las manufacturas reales, que pasó a ser cuartel francés durante la invasión napoleónica y después proveedor de textiles militares durante la Guerra Civil. Desde entonces, la fábrica fue deteriorándose a causa del desuso… hasta 2023: ese año, el espacio abrió de nuevo sus puertas reconvertido en un hotel de cinco estrellas (el primero de la provincia) operado por Castilla Termal. Una nueva vida en la que, de igual forma que en todas las anteriores, y siguiendo la filosofía de la cadena hotelera, su actividad hunde sus raíces en la gente, cultura y desarrollo de Brihuega, inaugurando así una nueva etapa marcada por el cuidado del entorno, la búsqueda del bienestar, el impulso de los productos de la zona o el ensalzamiento de la belleza única de La Alcarria.

Una experiencia con arraigo manchego

Tanto en sus pasillos protegidos por gruesos muros centenarios, sus 78 habitaciones de techos altos y grandes ventas, su patio reconvertido en restaurante o su zona wellness de aguas termales y espacios de masajes envueltos por sus característicos paños (no se puede perder el masaje 1750), no se olvidará de que está en Brihuega: la mayoría de los trabajadores son de la zona, ya que Castilla Termal confiere siempre preferencia de contratación a los locales. Incluso podrá conocer a jóvenes profesionales a los que la cadena ofrece la oportunidad de formarse con los más altos estándares de calidad hostelera.

Desde los quesos del desayuno hasta la lavanda de las terapias de bienestar, siempre encontrará productos locales

Pero el compromiso con el desarrollo local y rural no termina ahí, pues la mayoría de sus proveedores son también de la zona. Desde las verduras o torreznos que sirven en el restaurante, hasta los aromas de lavanda de las terapias de bienestar. Y, por supuesto, los quesos o embutidos de su completísimo desayuno bufé, donde nunca faltará un poco de miel de La Alcarria o un abanico de sabrosos dulces recién horneados en la Panificadora Cepero, ubicada en la calle Mayor del pueblo, a tan solo 300 metros del hotel. 

Un arraigo, cuidado y respeto por el patrimonio que se siente desde que traspasas el monumental arco de entrada, que persiste mientras levantas la vista en el hall y ves las vigas de madera al desnudo, que recuerdas al descubrir una inscripción que sobrevive desde la apertura de la fábrica en el marco de una puerta o que respiras al pasear por su jardín romántico que, por cierto, puede visitar libremente cualquier briocense. 

Toda una experiencia de inmersión en la historia e identidad locales que reluce gracias a un elegante diseño que atraviesa cada detalle y que deja brillar la calidad de los materiales sin pretensiones de opulencia: el lujo de lo auténtico. Un carácter que no sorprende al saber que el espacio pertenece a Spain is Excellence (SIE), una organización con la misión de promocionar la excelencia hostelera del país y exponer su riqueza al mundo entero para atraer viajeros comprometidos con el impacto local, el cuidado del detalle o la sostenibilidad ambiental.

Pero el compromiso con la localidad, sus gentes y su cultura va más allá de las paredes del hotel, pues organizan multitud de actividades y experiencias (de naturaleza, gastronómicas, culturales…) de la mano de profesionales de la zona. Como el taller de lavanda con las artesanas de Lavandaña, donde puedes aprender los secretos mejor guardados del tesoro de La Alcarria de la mano de dos emprendedoras cuya simpatía casi supera a la calidad de sus productos (no dejen de visitar su tienda en la plaza del pueblo, también serán ellas quienes les guíen por las cuevas árabes que se esconden bajo las calles de Brihuega).

Un descanso para el cuerpo, la mente y el medio ambiente

Tan solo con entrar en la habitación y sentir el tacto del lino natural en los cojines o la calidad de las amenities de madera reutilizables, es fácil intuir que el compromiso con el medio ambiente permea todo el hotel. De hecho, hace ya tiempo que en toda la cadena se han despedido de los plásticos de un solo uso o que la energía contratada es 100% renovable. Pero merece la pena descubrir la verdadera profundidad de su compromiso.

Más allá del enorme impacto positivo que supone la apuesta por productos de cercanía, algo propio de todos los alojamientos de Castilla Termal (y que hace único a cada uno de ellos), también tratan de aprovechar los recursos que ofrece el entorno natural. El ejemplo más claro son las aguas termales, centrales en todos los alojamientos y, por supuesto, también en la Real Fábrica de Paños. Gracias a un sistema de recuperación, pueden reutilizar el agua de las piscinas para abastecer el sistema de inodoros o regar las zonas verdes. Pero también aprovechan la energía gracias a tecnologías de autoconsumo como la biomasa, además de implantar sistemas de eficiencia energética en todas sus instalaciones.

Gracias a un sistema de recuperación, reutilizan el agua de las piscinas para abastecer los inodoros o regar zonas verdes

Una filosofía circular que envuelve a toda la cadena y que se explica sola con sus productos. Como el vino Converso, elaborado con las uvas del viñedo de Castilla Termal Monasterio de Valbuena. Del hollejo y pepitas sobrantes de la producción se crea el exfoliante corporal que manufactura la cadena, uno de los productos cosméticos naturales para los que utiliza siempre el agua termal del Manantial de Sancti Spiritus (Olmedo) como base.

Haciendo honor a la característica forma del edificio, todos los detalles de Castilla Termal Brihuega cierran un círculo perfecto, sin cabos sueltos, que arropa a sus huéspedes al calor del espíritu local, con la autenticidad de quien abraza el entorno y aprende de la naturaleza y con el mimo de una vocación entregada al bienestar.

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