Y la censura también llegó… a la Feria del Libro de Frankfurt

Siglo XXI, Europa, uno de los centros, nos creemos y presumimos de ello, de los derechos y las libertades mundiales, pues bien, siento deciros que no todo el monte es orégano. Pongámonos en contexto, y no olvidemos que acaba de iniciarse un nuevo conflicto bélico: entre Palestina (centrado en la franja de Gaza tras el atentado de Hamás) e Israel.

En la pasada Feria del Libro de Frankfurt, el mayor encuentro mundial de la industria editorial, donde no solo se cierran los contratos de los futuros bestsellers, sino también se celebran actos del sector del libro en general, la asociación LitProm le había concedido –había, sí, leéis bien– un galardón a la escritora palestina Adania Shibli.

La novela por la que iba a ser condecorada, Un detalle menor (Hoja de Lata), la única traducida al castellano de la autora, está ambientada en 1948 y narra un hecho real: unos soldados israelíes encuentran en el desierto del Néguev a una joven beduina palestina entre las dunas, la apresan, la encierran en su campamento, la violan, la matan y la entierran.

Ojalá fuera ficción, pero es un hecho real. Es más, desde la editorial insisten en ello: «La novela hace referencia a eventos que han sido ampliamente documentados, sobre la violación de una chica beduina en 1949 por una unidad militar israelí». Vamos, que la autora no se inventa nada.

Le ha tocado a Adania Shibli asumir culpabilidades derivadas de las acciones de un grupo armado por el simple hecho de haber nacido en Palestina

Adania Shibli (Palestina, 1974), por si esa fuera la excusa, no es una recién llegada al mundo del libro. No solo es novelista, también es dramaturga y poeta y su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, hebreo y coreano. Si queremos seguir con los méritos de la palestina, que no debería hacer falta, también los tiene, su dos primeras novelas, Masaas (2002) y Kulluna Ba’eed Bethat al Miqdar ‘an al Hub (2004), le valieron el Premio a los Jóvenes Escritores de Palestina que concede la Fundación AM Qattan.

Pues nada de eso ha servido.

La asociación literaria LitProm ha explicado así su decisión de aplazar el premio: «Condenamos enérgicamente el terrorismo terrible de Hamás contra Israel. El terror contra Israel contradice todos los valores de la Feria del Libro de Frankfurt», ha señalado Juerguen Boos, el director del evento, en el comunicado con el que justificaron su decisión. Y han añadido: «Debido a la guerra iniciada por Hamás, bajo la que sufren millones de personas en Israel y Palestina, LitProm ha decidido no celebrar la ceremonia de entrega del premio LiBeraturpreis en la Feria del Libro de Frankfurt». Aseguran que no le quitan el galardón, que andan pensando cómo dárselo. Será, imagino que alguien les ha recordado las palabras con las que justificaron haberla elegido: «Una obra de arte formal y lingüísticamente rigurosa que habla del poder de las fronteras y de lo que los conflictos violentos hacen a las personas».

Algunas voces se han alzado en contra de la decisión tomada, autores, editores, agencias y organizaciones se han retirado de la feria: la Asociación de Editores Árabes, la Asociación de Editores de los Emiratos, la Asociación de Editores de Indonesia y PublisHer, un grupo de mujeres líderes del mundo editorial, así como ha sido condenado por Pen Internacional, organización mundial de defensa de la libertad de expresión.

De poco ha servido.

Le ha tocado a Adania Shibli asumir culpabilidades derivadas de las acciones de un grupo armado (terrorista para unos, de resistencia para otros) por el simple hecho de haber nacido en Palestina.

Sin embargo, la cosa no queda ahí. Al tiempo que Adania Shibli se ha quedado sin espacio dentro de la Feria de Frankfurt, la organización ha decidido «crear espontáneamente un espacio adicional para las voces israelíes». Mientras la Feria ha intentado desmarcase de la decisión de la asociación LitProm. Sin embargo, Litprom está financiada en parte por la Buchmesse y el presidente de su junta directiva es Juergen Boos… director de la feria de Frankfurt.

¿Recuerdan la sensatez con la que se recordaba en los ochenta y los noventa lo de no todos los vascos son etarras? Pues ahora apliquémonos el cuento con los palestinos.