Cambio Climático

Estos son los últimos bulos contra el cambio climático

En los últimos años las teorías conspiratorias han aumentado significativamente. Más allá de los bulos de siempre, ¿cuáles nuevos han aparecido sobre el cambio climático?

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16
agosto
2023

Siempre que aparecen teorías científicas que pretenden aportar luz sobre algún fenómeno aparecen sus teorías contestatarias. Esto ya sucedía durante la Ilustración con propuestas como la de Galileo, y también se encontraba durante la Grecia clásica cuando personajes como Sócrates pretendían dar otra vuelta a los mitos y creencias asentadas en la sociedad del momento. Toda aportación que pretenda alterar el orden de las cosas como están encontrará una reacción donde se niegue el contenido que propone y, en los casos más complejos, una nueva teoría contraria a lo que se intenta decir en primer lugar.

En las últimas décadas uno de los debates que más atención ha recibido tanto por parte de la comunidad científica como de la esfera pública y política ha sido el cambio climático. Estudios como los que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publica anualmente demuestran cada vez con más precisión la dificultad de negar lo que ya está aquí para quedarse: el cambio climático.

Sin embargo, de la misma forma que la confirmación de este fenómeno se ha vuelto más rigurosa, también se han complejizado sus teorías contrarias. Si bien afirmaciones como que «no hay nada que podamos hacer para detener el cambio climático», «el calentamiento global está causado por el sol y no la actividad humana» o «el clima de la Tierra siempre ha cambiado y actual forma parte de una serie de repeticiones históricas» ya son conocidas por todos, en los últimos meses han surgido una serie de bulos que no solamente son falsos, sino que añaden dificultad para contestar y activar la acción contra un clima cada vez más devastador. Repasamos algunos de los más populares y expondremos por qué se trata de bulos.

Los ‘chemtrails’ y las fumigaciones planetarias

Hace unos meses salía en las notícias esta nueva teoría conspiratoria relacionada con el cambio climático: lejos de ser debido a la acción humana, el calentamiento global se debe a la fumigación aérea con pesticidas y otros elementos que aumentan las temperaturas y permiten generar esta sensación de alerta.

Los bulos contra el cambio climático pueden parecer divertidos, pero convencen a no pocas personas

Aparentemente, estos dispositivos estarían dirigidos por gobiernos del mundo e incluso algunos afirman que la ONU, para sembrar el pánico en la población y controlar nuestras acciones.

Entre las acciones que pretenden hay supuestas sustancias químicas que perjudicarán a la población con enfermedades, infertilidad u otros medios de control colectivo. Numerosos medios de comunicación se han apresurado a desmentir tales afirmaciones alegando a la falta de evidencias físicas y también la improbabilidad de destinar fondos de estados en estas cuestiones, pero parece que no han sido suficientes para frenar a aquellos que buscan respuestas más allá de las que brindan los científicos.

Somos demasiados, y esta es la razón por qué contaminamos tanto

Las teorías malthusianas se han utilizado en muchas ocasiones para justificar la necesidad de una reducción drástica de la población mundial, pero estos datos son extremadamente peligrosos cuando nos ponemos a pensar quiénes serían los primeros en eliminar. Evidentemente, muchas de estas teorías tienen encubiertas (o no tanto) actitudes xenófobas, racistas e incluso sexistas en las que se pretende buscar una justificación para poder dar apoyo a crímenes contra la humanidad. Si bien es cierto que en algunos casos hay regiones o ciudades sobrepobladas, en ningún caso esto se debe al cambio climático e, incluso de ser así, la reducción de la población por medios violentos no sería la respuesta.

Usos electoralistas de cualquier hecho relacionado con el clima

En las últimas elecciones generales españolas hemos visto cómo el cambio climático ha sido una de las grandes retóricas utilizadas para ganar votos. Mientras las formaciones de izquierdas han defendido que ellos eran los únicos que iban a preocuparse por cumplir con la Agenda 2030, las fuerzas de extrema derecha también han aprovechado para sacar su rédito, desde alabar la labor de la época dictatorial en la construcción de pantanos hasta decir que la sequía era un plan de los gobiernos del norte de África para debilitar al país. Bulos en todos los casos, pues ni los pantanos son tan efectivos para combatir la sequía (por no hablar de su impacto climático) ni existe ninguna posibilidad que un país ataque al otro mediante alteraciones climáticas (no, al menos, con la tecnología actual).

Los bulos contra el cambio climático pueden parecer ingeniosos, incluso algunos divertidos, pero no hay que olvidar que, hasta el momento, han conseguido convencer a un gran número de personas alrededor del mundo. Personas que, lejos de tratarse de ignorantes, buscan respuestas a una crisis que cuesta creer incluso con abundantes datos científicos e hipótesis contrastadas. Lejos de infravalorar tales afirmaciones, la comunidad global debe indagar en qué hace que grandes grupos de personas den por válidas tales teorías. Solo llegando a la raíz del problema, quizás, encontremos lo que necesitamos para que sean desmentidos.

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