Ucrania

De ciencia y guerra en Ucrania: evolución y contra evolución

El primer aniversario de la guerra en Ucrania coincidió con el centenario del nacimiento de Theodosius Dobzhansky. Dobzhansky ejemplifica el triunfo de la ciencia y el beneficio para toda la humanidad, algo especialmente relevante en este contexto.

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24
marzo
2023

Son casi coincidentes los aniversarios de dos hechos ocurridos en Ucrania, que lamentablemente tienen que ver con elementos tan opuestos como la vida y la muerte; como la ambición por el conocimiento de los fundamentos de la vida y el empeño por destruirla brutalmente; como la investigación de los mecanismos que sustentan la evolución de los seres vivos a través de la supervivencia de los mejor adaptados, por un lado, y por el contrario, la irracionalidad de la imposición del lenguaje de la fuerza.

Se ha cumplido recientemente un año desde que, el 24 de febrero de 2022, las tropas rusas iniciaran el intento de invasión de Ucrania, su país vecino –e independiente−. Y un mes antes, el centésimo vigésimo tercer aniversario del nacimiento de Theodosius Dobzhansky, el 25 de enero de 1900, en la localidad ucraniana de Nemirov (Nemýriv), por entonces perteneciente al Imperio Ruso.

El primero de los acontecimientos a los que nos referimos destaca por su actualidad, por sus consecuencias económicas y geoestratégicas y, lamentablemente, y como toda guerra, por su barbarie. Un episodio penosamente relevante, que una vez más nos pone frente a la irracionalidad y la brutalidad del ser humano, que supuestamente ocupa, como especie, la cima de la pirámide evolutiva. Al menos, así se percibe a sí misma desde esa visión egocéntrica −antropocéntrica– que le caracteriza. Un paso más en el progreso de la humanidad en su capacidad para producir muerte y destrucción, que vuelve a situarnos en el filo de una eventual destrucción total para la que nos capacita nuestro arsenal nuclear.

La ciencia como promotora del pensamiento crítico

El segundo, no por menos conocido es menos relevante para la humanidad. No podía saber Sophia Voinarsky que aquel día del último año del siglo XIX estaba dando a luz a quien publicaría, en 1937, Genetics and the origin of Species, que muchos consideran la más importante aportación científica del siglo XX en relación con la teoría de la evolución.

Como bien señala Nicolás Jouve en Theodosius Dobzhansky: la síntesis de la evolución, con esa obra Dobzhansky quizás logró el que bien pudiera haber sido su sueño en su incipiente carrera científica con sus primeros trabajos con coleópteros (humildes escarabajos) en los alrededores de Kiev, al encontrar la relación causa-efecto entre la diversidad y la adaptación. Logró nada menos que la unificación del darwinismo con el mendelismo, dando paso a la llamada «síntesis moderna» o «teoría sintética de la evolución».

La trayectoria vital de Dobzhansky ejemplifica el triunfo de la ciencia y el beneficio para toda la humanidad, a través del conocimiento científico

Dobzhansky, gracias al no menos humilde –pero extraordinariamente importante en biología– material de trabajo que es la mosca del género drosophila, demostraría experimentalmente la relación entre la diversidad genética y la capacidad de evolucionar de las poblaciones. La diversidad, esa característica tan enriquecedora propia de la vida y tan necesaria para su desarrollo y evolución, pero tan denostada a lo largo de la historia de la humanidad, lo que ha llevado lamentablemente a esgrimirla en el origen de multitud de conflictos.

La trayectoria vital de Dobzhansky ejemplifica el triunfo de la ciencia y el beneficio para toda la humanidad, a través del conocimiento científico. Por comparación con la situación actual, y como puesta en valor de la colaboración y la superación de las fronteras, hay que señalar que por aquel entonces la carrera de Dobzhansky ya se desarrollaba en Estados Unidos, país del que obtuvo la nacionalidad y donde transcurrió el resto de su vida.

Los riesgos de la radicalización

La invasión de Ucrania, por el contrario, supone la derrota de toda la humanidad. La derrota de muchos de los valores de los que se ha dotado el ser humano a lo largo de su evolución: la paz, la solidaridad, la fraternidad, la compasión…

Dobzhansky es conocido fundamentalmente por su famosa, a la vez que controvertida, frase: «Nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución». Resulta difícil explicar e intentar entender la invasión de Ucrania a la luz de la teoría de la evolución postulada en 1859 por Charles Darwin. Solo cabe desear que dos elementos que esta teoría postula como clave de la evolución humana, cooperación y altruismo, puedan contribuir a detener este nuevo sinsentido bélico.

Dobzhansky: «Nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la evolución»

No queremos desaprovechar esta reflexión para alertar sobre los riesgos que entraña la radicalización cuando se evoca la ciencia dejando de lado el pensamiento crítico y priorizando las emociones. Siendo críticos con el capitalismo extractivo y especulativo, nos podemos sentir muy atraídos por el libro de Jonathan Crary Scorched Earth: Beyond the Digital Age to a Post-Capitalist World, recientemente publicado, y retitulado en castellano como Tierra quemada: Hacia un mundo poscapitalista. Podemos compartir muchas de sus críticas al «complejo de internet», porque las experimentamos, aunque no somos capaces de profundizar porque nuestro conocimiento no es experto sino de consumidores. Paradójicamente, se nos resquebrajan cuando leemos la críticas a la prospectiva –futurología– y sobre todo a la ciencia y respecto al discutible concepto de tecnociencia.

A pesar de sus posibles denuncias válidas, éstas se han escrito de un modo en el que la potencial racionalidad se mezcla con emociones para devenir en expresiones radicales. Este no es el mejor modo para el debate y dialogo democráticos que propugnamos en la Asociación Española para el Avance de la Ciencia (AEAC): optamos por el pensamiento crítico y por promover y favorecer la inteligencia colectiva.

La necesidad de las éticas

En este texto se ha buscado mostrar que la hibridación es posible en el análisis basado en el pensamiento crítico. Con tal objetivo se han integrado datos históricos con la fuerza intelectual que provee la teoría de la evolución. Esta integración nos ha llevado a la convergencia para recordar que estamos en el siglo de la biología, constatación que ha facilitado la incorporación a nuestra agenda de la necesidad e importancia de la ética.

Son cada vez más imperiosas la necesidad de la expansión y la modernización del uso de la éticas profesionales y deontológicas

En efecto, durante la covid-19 reclamamos la necesidad de un clima de ciencia y ética para afrontar la influencia de la biología en este siglo. La red Conexión-Vida del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (LifeHUB.CSIC) está siendo un instrumento importante para transitar por este camino interdisciplinar.

En paralelo, el filósofo Roberto R. Aramayo llamaba la atención sobre la banalización de la ética, denuncia importante porque pensamos que es el momento de reclamar a la industria de la guerra la necesidad de tener en cuenta la dimensión deontológica de su actividad.

Consideramos que la necesidad de la expansión y la modernización del uso de la éticas profesionales y deontológicas son cada vez más imperiosas. Proceso interactivo e indispensable para la reflexión crítica que debe acompañar muchas decisiones, para el cual apuntamos que el concepto de interéticas puede ayudar.

Se ha escrito mucho, desde los clásicos hasta tiempos recientes, sobre la utilidad de las cosas inútiles. Quizás este humilde texto resulte inútil, pero sirva al menos como homenaje y muestra de deseo del triunfo de estos valores, para con los perdedores más directos de esta guerra. Aparte de consideraciones históricas, geoestratégicas y económicas que no podemos valorar aquí, éstos son el pueblo ucraniano y el pueblo ruso. Pueblos hermanos que comparten una historia con múltiples elementos comunes y que la barbarie nuevamente separa y masacra. La guerra, paradigma de lo inútil.


Jesús Rey Rocha es investigador científico en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto de Filosofía (IFS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y Emilio Muñoz Ruiz es profesor de investigación emérito en el Departamento de Ciencia, Tecnología y Sociedad del Instituto de Filosofía (IFS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

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