Energía

¿Realmente pertenecen el gas y la energía nuclear a la taxonomía verde?

La principal meta de esta clasificación es promover la transparencia, limitar el ‘greenwashing’ y favorecer que el capital circule hacia la economía sostenible deseada. Objetivos que, sin embargo, chocan frontalmente con las características de la energía nuclear y el gas natural.

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16
marzo
2022

El listado de actividades económicas sostenibles de la Unión Europea –la llamada «taxonomía verde»– se introdujo en 2021 con el propósito de determinar sin ambigüedad qué inversiones se consideran «verdes» y, por tanto, cuáles pueden presentarse como tales al mercado. Una buena taxonomía promueve la transparencia, limita el «ecolavado» (o greenwashing) de cara y favorece que el capital circule hacia la economía sostenible deseada. Como entidad que nace para financiar iniciativas transformadoras que mejoran la calidad de la vida de las personas y su entorno, agradecemos ese listado.

La taxonomía identifica, lógicamente, los criterios científicos objetivos que determinan si las actividades son sostenibles. Para empezar, deben estar en línea con el objetivo global de un aumento máximo de temperatura de 1,5°C respecto a la era preindustrial. Asimismo, una actividad clasificada como sostenible no puede dañar la calidad del agua, la biodiversidad o los derechos humanos. Además, estas inversiones también deben prevenir la contaminación y ser circular.

Los Estados miembro son libres de elegir su mix energético, eso no está en cuestión: lo que la taxonomía pretende dejar claro a las entidades y personas inversoras es qué es una inversión verde y qué no lo es. En definitiva, algo así como un diccionario en el que consultar antes de invertir. La única ventaja para las actividades sostenibles –además de la claridad para quien invierte– es que una clasificación positiva podría facilitar condiciones de financiación más favorables. 

El año pasado, los Estados miembros y el Parlamento Europeo llegaron a un buen acuerdo sobre las pautas generales para la taxonomía verde, pero la última propuesta presentada por la Comisión Europea hace pocas semanas es un paso en la dirección equivocada. Al clasificar el gas natural y la energía nuclear como «técnicas de transición verde» pone en riesgo el valor añadido de la taxonomía, que ha pasado de ser una lista ampliamente respaldada a una herramienta extremadamente controvertida que fomenta el greenwashing.

Lo que la taxonomía pretende dejar claro a las entidades y personas inversoras es qué es una inversión verde y qué no lo es

En realidad, el gas natural y la energía nuclear no pertenecen a la taxonomía verde: el primero no cumple con la ley climática de la Unión Europea y no hace una contribución sustancial a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono. La energía nuclear, por otra parte, no está en línea con el principio de «no causar un daño significativo», que establece que una actividad no debe tener un efecto negativo en otros objetivos ambientales. La falta de una solución definitiva y con garantías para la disposición final de los residuos nucleares es contraria a ese principio.

Sin embargo, según la Comisión Europea, ambas actividades pueden incluirse en la taxonomía verde porque son «actividades de transición», lo que significa que no hay otras técnicas bajas en carbono disponibles: encontramos este argumento incomprensible a la luz de tecnologías sostenibles ampliamente en uso, como la energía solar y la eólica. La decisión de la Comisión Europea es discutible, pero las actividades sobre las que hay tanta diferencia de opinión no pueden pertenecer a un estándar para inversiones verdes solo por esa razón. Esta situación crea inseguridad jurídica y, desde luego, tampoco ayuda a generar la confianza necesaria para los próximos desarrollos de la taxonomía. 

Como institución financiera lamentamos esta decisión y nos adherimos al consejo de la Plataforma de la Unión Europea sobre Finanzas Sostenibles de no etiquetar el gas natural ni la energía nuclear como actividades verdes. También hacemos un llamamiento a los Estados miembro y al Parlamento Europeo para que muestren su liderazgo, cuestionen esta propuesta y exijan a la Comisión Europea que la taxonomía sea clara y basada en la ciencia. La que se acaba de presentar no sirve al cambio de rumbo urgente y determinado que necesitamos. Europa se había comprometido a ser el líder mundial en la lucha contra el cambio climático, pero ¿cómo sería posible en estas condiciones?


Sandra Castañeda-Elena es directora de Desarrollo Corporativo en Triodos Bank.

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