Medio Ambiente

El insuficiente desenlace de la COP26

La cumbre de Glasgow terminó con un documento final que no responde a la urgencia climática actual, dando la espalda a las regiones que ya sufren las consecuencias de la crisis climática.

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Garry Knight
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15
noviembre
2021

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Garry Knight

Alok Sharman, presidente de la COP26, no dudó en pedir disculpas durante la presentación del pacto alcanzado en Glasgow, «por la forma en que se ha desarrollado esta presidencia». El acuerdo en cuestión contiene un paquete de medidas para hacer frente a la crisis climática, pero también para amortiguar unos efectos que ya son una realidad en países que, en su mayoría, se hallan aún en desarrollo.

El documento final llegó después de tensas negociaciones entre los delegados y tras las presiones por parte de organizaciones de la sociedad civil –como los grupos de activistas– para comprometer a los países desarrollados a renunciar al uso de combustibles fósiles, fortalecer las relaciones de cooperación con los países menos desarrollados y fomentar la financiación climática.

Al igual que ocurrió en la COP25, celebrada en Madrid, el paquete fue aprobado después de la fecha oficial de clausura, prevista para el día 12 de noviembre. Diversas agrupaciones civiles presentaron esa misma mañana sus demandas en la Plenaria de los pueblos, evento al que siguió posteriormente una manifestación encabezada por algunas comunidades indígenas. En las calles de los alrededores terminarían encontrándose con otro grupo de activistas, rodeando así las principales entradas y salidas de la sede. «En el sexto artículo [del Acuerdo de París] necesitamos una referencia clara del derecho indígena y de los derechos humanos. Si no, en nombre del desarrollo, pueden intervenir libremente en nuestros territorios cuando hemos sido nosotros quienes hemos cuidado del 80% de la biodiversidad, no habiendo nada que mitigue más el cambio climático que la preservación de los ecosistemas nativos», reivindicaba Freddy Medina, uno de los portavoces de las asociaciones indígenas.

El paquete de medidas acordado ‘urge’ a los países que no han presentado sus planes para alcanzar el ‘cero neto’

Esta misma situación, sin embargo, fue dejada de lado a lo largo de las negociaciones. El texto final, si bien aclara algunas ambigüedades, no alcanza la rigurosidad suficiente como para poder regular el mercado de carbono. «Una de las cosas que nos preocupan es un acuerdo del artículo seis», explicaba acerca de los borradores previos el experto en políticas sobre cambio climático de Climate Action Network Europe, Sven Harmeling. «Por lo general trato de evitar tanto el fracaso como la terminología de éxito. Creo que esta clase de negociaciones y sus resultados son siempre demasiado complejos para darles un solo titular. Al final, tendremos algunas decisiones que quizás sean bastante buenas y nos hagan avanzar, y otras que no», añadió.

El paquete de medidas acordado en la COP26 ‘urge’ a los países que no han presentado sus planes para alcanzar el ‘cero neto’ –es decir, cuando tan solo se producen emisiones que el planeta es capaz de absorber– a presentarlos para el año 2022. El acuerdo respalda de este modo el estudio presentado meses atrás por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que alertaba de la necesidad de tomar medidas urgentes para limitar el aumento del 1,5ºC en la temperatura del planeta y evitar, así, los peores impactos del cambio climático. Según señala Harmeling, que participa en las negociaciones desde el año 2007, los informes científicos presentados por el IPCC han servido para impulsar la discusión política.

La doctora Victoria Huff, asesora científica en el Instituto de Liderazgo en Sostenibilidad de la Universidad de Cambridge, afirma también que el reconocimiento de las recomendaciones científicas marca un «progreso realmente importante, si bien no nos se compromete con las realidades». Y añade: «La viabilidad política se ajusta a la ciencia como si la ciencia se pudiera cambiar, pero no se puede».

El caos final

Uno de los aspectos del pacto más criticado a lo largo de las negociaciones de la COP26 fue el relativo a las pérdidas y daños, el cual hace referencia a las consecuencias ocasionadas por los cambios violentos en el clima, los cuales ya han causado múltiples víctimas en los países más vulnerables. No obstante, las conversaciones se han terminado aplazando para Egipto, sede de la próxima cumbre.

Las últimas horas en la sede de la conferencia fueron frenéticas. Delegados, observadores y activistas cargaban sus maletas y caminaban a paso acelerado hacia la parada de autobús mientras los que se quedaban en las instalaciones compartían información sobre las últimas novedades de las negociaciones. Los últimos detalles del texto final, al fin y al cabo, aún daría alguna sorpresa: en el último minuto, China, India y Sudáfrica –entre otros países– resolvieron terminar con las ambigüedades relativas a la eliminación de los subsidios a los combustibles fósiles.

Mientras tanto, el delegado de Tanzania compartía su indignación con el proceso general asegurando que «seremos recordados por nuestra acción, pero también por nuestra inacción». Tanzania sufre en la actualidad las mayores incidencias de sequías, olas de calor, aumento del nivel del mar y de temperatura.

«Hay límites en lo que las COP pueden lograr y sabemos que debemos llegar a un consenso, pero hay que tener en cuenta que estas cumbres no son la única opción para elaborar políticas climáticas. Siguen siendo importantes, pero cuando salgamos de aquí, sean cuales sean los acuerdos, habrá muchas otras oportunidades para impulsar a los países hacia adelante», reflexionaba Harmeling antes de conocer el documento final.

Reacciones para la historia

«A pesar de la crisis de la covid-19 hemos acelerado la acción. La COP26 ha respondido a la llamada del IPCC para cerrar la brecha alrededor del límite de 1,5ºC; el carbón, además, está en el texto. Pero hay mucho más por hacer: debemos fortalecer los mecanismos de rendición de cuentas para que el ‘cero neto’ avance y debemos abordar los impactos de la crisis climática en los países más vulnerables», defendió Laurence Tubiana, directora ejecutiva de la Fundación Europea del Clima.

Martinelli: «Acelerar la eliminación gradual del carbón, el petróleo y los gases debe ocupar un lugar central en las políticas climáticas de la UE»

Otros  de los actores importantes de la COP26, sin embargo, dejaron mostrar mayores niveles de pesimismo. Es el caso de Inés Camilloni, una de las principales autoras del informe elaborado por el IPCC. «Nos enfrentamos a promesas y compromisos, pero hay que actuar ahora. No hay tiempo que perder. Tendríamos que reducir las emisiones más de un 7% cada año, y en 2021 volvieron a aumentar. La única reducción tuvo lugar a causa de la pandemia, con un poco más del 5%. La evidencia está ahí y el mensaje es claro y contundente», explicó.

Según Chiara Martinelli, directora de Climate Action Network Europa, «los resultados de la COP26 nos brindan una plataforma para mantener vivos los 1,5°C al pedir a los países que revisen sus objetivos de reducción de emisiones para el próximo año». Para ella, «acelerar la eliminación gradual del carbón, el petróleo y los gases, y los subsidios a los combustibles fósiles, debe ocupar un lugar central en las políticas climáticas internas de la UE».

«La COP26, en muchos aspectos, es una nueva carrera, un texto que refleja más la posición de las grandes empresas contaminadoras que la de los países más vulnerables ante la emergencia climática», defendió Javier Andaluz Prieto, Coordinador de Energía y Clima en Ecologistas en Acción. A lo que añadió: «Debemos escuchar a los pequeños países insulares que sufrirán más por el impacto del aumento de la temperatura global y asegurarnos de que la próxima revisión de las NDC [reducciones previstas de gases de efecto invernadero] se realice de acuerdo con la mejor ciencia disponible, así como proporcionar los fondos necesarios para la adaptación, la pérdida y el daño. Es la respuesta urgente que los ciudadanos están exigiendo y aún no se cumple».

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