Eleftheria contra el dragón: la escasez de agua en el sur de Europa

Mis planes de vacaciones de verano han cambiado este año. En el pasado mes de enero, durante el confinamiento, soñaba con disfrutar de mis vacaciones en una pequeña isla griega como hace 20 años, en Folegandros. Sonreía al recordar entonces los días en el café bajo la gran sombra del árbol de la plaza principal del pueblo. Es un paisaje bastante típico de las islas griegas: una plaza con un árbol alrededor del cual se construyen las viviendas. El árbol representa que hay agua. En el pasado, se podía reconocer qué plantas indicaban recursos hídricos cercanos y, así, organizar la vida en su entorno. Junto al árbol se levantaba una fuente, y se convertía en el punto común de acceso al agua para que los residentes pudieran beber y cocinar. 

Hay muchos mitos en torno a estos grifos o pozos. Recuerdo a una abuela, Eleftheria, en Folegandros cantándome la historia de San Jorge, que trataba sobre un dragón sujetando el pozo que solicitaba a los lugareños sacrificar a una chica como pago para acceder al agua. San Jorge mataba al dragón, salvaba a la niña y proporcionaba al pueblo el acceso al agua.

Me encantaría volver a ese lugar. Cambié mis vacaciones por la ola de calor prevista no solo para Grecia, sino todo el Mediterráneo. Parece que no soy la única. Hay investigaciones que demuestran que los viajeros cambian sus preferencias de vacaciones por las condiciones climáticas1. Así, el cambio climático ha influido –y va a influir más– en nuestras elecciones que los propios destinos y sus características.

«Algunas soluciones a los problemas del agua que impliquen limitaciones del riego no son bien recibidas»

Los recursos hídricos son un desafío, no solo para la abuela Eleftheria y su generación. La disponibilidad de agua es un reto clave para Europa, donde millones de personas se ven afectadas. En los próximos años, se prevé mucha más escasez de agua y la agricultura, la mayor usuaria de este recurso en el planeta, se enfrenta a sequías cada vez más frecuentes y graves. Además, los cambios en la disponibilidad de agua requerirán nuevos sistemas en los cultivos, que influirán a su vez sobre las necesidades energéticas y de empleo. En pocas palabras, la relación entre alimentos, energía, agua y empleo adoptará un nuevo formato. Y se requiere uno nuevo, uno que sea sostenible, para garantizar la seguridad alimentaria y del agua, además de la producción de energía y agricultura a nivel internacional.

Desde la generación de Eleftheria, cuando la gente en el Mediterráneo generaba historias para proteger sus recursos vitales, se ha evolucionado a sociedades con leyes, regulaciones y marcos institucionales. La reasignación de recursos hídricos parece ser una medida de adaptación clave para abordar los problemas de escasez de agua, a la vista de las consecuencias que ya vemos del cambio climático. Sin embargo, existen algunas soluciones potenciales a los problemas relacionados con el agua, como cambios en la infraestructura, el uso de la tierra o limitaciones del riego que pueden no ser bien recibidas.

Las decisiones que se deben tomar pueden generar conflictos entre diferentes partes. En el pasado se creaban historias para generar ‘miedo’ y ‘respeto’. Hoy en día, también es esencial incorporar los intereses de los diferentes actores afectados –incluidos a quienes toman las decisiones políticas, los agricultores y el público en general– y experimentar soluciones que aborden diferentes niveles de cambio, incluidas políticas, finanzas y tecnología, entre otras. Las soluciones sistémicas requieren reunir representantes de todos los sectores para abordar la escasez de agua.

«El cambio puede llegar a través de varias vías, como la adopción de una cultura de ahorro del agua en Europa»

La falta de este bien básico se ha identificado como un reto sectorial para el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT). En concreto, EIT Food lidera una iniciativa sobre la escasez de agua en la que participan otras comunidades (EIT Climate-KIC, EIT Digital y EIT Manufacturing). El objetivo es superar las barreras actuales para abordar este problema en el sur de Europa y motivar un cambio sistémico a través de varias vías.

Por un lado, a través del fomento de la innovación y el espíritu empresarial mediante el apoyo a las pequeñas y medianas empresas que ofrecen soluciones para abordar los desafíos específicos relacionados con el agua. Son retos que surgen a diario, como encontrar mejores métodos e infraestructuras de riego, cultivos resilientes y técnicas de gestión de cultivos, reducción de fugas y detección de contaminantes. Por otro, con la creación de una comunidad de expertos sólida que permita avanzar en los desafíos clave relacionados con la escasez de agua, con un enfoque especial en su gobernanza, los esquemas financieros y la aplicación legal.

Y, por último, con el intercambio de conocimientos para desarrollar capacidades, tanto individual como empresarialmente, para garantizar la sostenibilidad medioambiental de cualquier negocio y de nuestras actividades diarias (es decir, agentes industriales, agricultores, ciudadanos). También fomentando la adopción de una cultura de ahorro de agua entre la ciudadanía europea.

En la actualidad, el dragón es el cambio climático y requiere decisiones ‘heroicas’ para afrontarlo.

Evgenia Tsianou es comunicadora científica en DISSCO y Carmen Galindo es project ‘manager’ en EIT Food.