Opinión

Contra los zombis: por qué soy criptoescéptico

En ‘Contra los zombis’ (Crítica), el premio Nobel Paul Krugman realiza una recopilación de sus mejores textos sobre economía, política y la lucha por un futuro mejor. Los principales problemas de la sociedad occidental quedan al desnudo en un libro que condensa las teorías del economista estadounidense.

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Carla Lucena
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21
mayo
2020

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Carla Lucena

Si nos fijamos en la larga y amplia historia de los sistemas monetarios, ha habido una dirección clara: me refiero a la tendencia de reducir las fricciones de hacer negocios y la cantidad de recursos reales necesarios para hacer frente a esas fricciones. Primero había monedas de oro y plata, que eran pesadas, requerían mucha seguridad y consumían muchos recursos durante su proceso de producción. Luego llegaron los billetes respaldados por reservas bancarias. Estos eran populares porque eran mucho más fáciles de manejar que las bolsas de monedas y redujeron la necesidad de metales preciosos físicos, lo que, como dijo Adam Smith, proporcionaba un sistema bancario que era «una especie de gran carretera aérea», liberando recursos para otros usos.

Aun así, el sistema seguía requiriendo cantidades sustanciales de dinero en metálico. Pero la banca central, la que permite que los bancos privados mantengan sus reservas como depósitos en un ente central en lugar de enormes volúmenes de oro o plata, redujo en gran medida esta necesidad, y el cambio al dinero fiduciario lo eliminó casi por completo. Mientras tanto, las personas gradualmente se alejaron de las transacciones en efectivo: primero hacia los pagos con cheque, luego hacia las tarjetas de crédito y débito, y ahora hacia otros medios digitales.

En contraste con esta historia, el entusiasmo por las criptomonedas parece muy extraño porque va exactamente en la dirección opuesta a la tendencia a largo plazo. En lugar de transacciones casi sin fricción, tenemos altos costos de hacer negocios, porque la transferencia de un bitcoin u otra unidad de criptomonedas requiere proporcionar un historial completo de las transacciones pasadas. En lugar de dinero creado por el clic de un ratón, tenemos dinero que debe extraerse, creado a través de cálculos intensivos en recursos.

Y estos costos no son incidentales, o algo que pueda simplificarse en el tiempo. Como señalaron Markus K. Brunnermeier y Joseph Abadi en Princeton en un documento reciente, los altos costos, que encarecen la creación de un nuevo bitcoin o la transferencia de uno existente, son esenciales para el proyecto de crear confianza en un sistema descentralizado.

[…] Los entusiastas de las criptomonedas están celebrando el uso de la tecnología de vanguardia para restablecer el sistema monetario de hace trescientos años. ¿Por qué alguien querría hacer eso? ¿Qué problema soluciona? Todavía no he oído una respuesta clara a esa pregunta.

«Si los especuladores tuvieran un momento colectivo de duda, los bitcoins perderían su valor»

Tenga en cuenta que el dinero convencional generalmente hace su trabajo bastante bien. Los costos de transacción son bajos. El poder adquisitivo de un dólar al año a partir de ahora es altamente predecible; mucho más de lo que es un bitcoin. Usar una cuenta bancaria significa confiar en un banco, pero en general los bancos justifican esa confianza, mucho más que las empresas que tienen tokens de criptomonedas. Entonces, ¿por qué cambiar a una forma de dinero que funciona mucho menos bien?

De hecho, ocho años después del lanzamiento de bitcoin, las criptomonedas han tenido muy pocas incursiones en el comercio real. Algunas firmas las aceptan como pago, pero mi sensación es que esto se trata más de un «postureo» del tipo «mírame, ¡soy vanguardista!» antes que obedecer a una utilidad real. Las criptomonedas tienen una gran valoración de mercado, pero se consideran de manera abrumadora un juego especulativo y no acaban de resultar útiles como medios de intercambio.

¿Esto significa que las criptodivisas son una burbuja pura, que finalmente se desinflará a nada? Vale la pena señalar que hay otros activos en efectivo que en realidad no se usan mucho como dinero, pero que las personas mantienen y valoran de todos modos. El oro no ha sido dinero real durante mucho tiempo, pero conserva su valor. Y lo mismo se puede decir, en gran medida, del dinero en efectivo. Si bien las transacciones en efectivo son comunes, representan solo una fracción pequeña y decreciente del valor de las compras. Sin embargo, las tenencias de efectivo en dólares han aumentado como parte del Producto Interior Bruto desde la década de 1980, un crecimiento que se explica en su totalidad por billetes de 50 y 100 dólares.

Claramente, las criptomonedas están, en efecto, compitiendo por algunos de los mismos negocios: muy pocas personas están usando bitcoin para pagar sus cuentas, pero algunas lo están usando para comprar drogas, subvertir las elecciones, etc. Y los ejemplos tanto de billetes de oro como de billetes de grandes denominaciones sugieren que este tipo de demanda podría respaldar un gran valor de estos activos. Entonces, ¿esto significa que las criptomonedas, incluso si no es la tecnología transformadora que sus partidarios afirman, puede no ser una burbuja?

[…] Las criptomonedas no tienen protección ni se conectan con la economía real. Su valor depende por completo de las expectativas autocumplidas, lo que significa que el colapso total es una posibilidad real. Si los especuladores tuvieran un momento colectivo de duda, de repente, temiendo que los bitcoins no valieran nada, bueno, los bitcoins directamente perderían su valor. ¿Eso sucederá? Creo que es más probable que sí a que no, en parte debido a la brecha entre la retórica mesiánica de la criptografía y las posibilidades reales mucho más mundanas. Es decir, podría haber un equilibrio potencial en el cual el bitcoin (aunque probablemente no otras criptomonedas) siga siendo utilizado principalmente para las transacciones del mercado negro y la evasión de impuestos, pero ese equilibrio, si existe, no será muy estable. Una vez que el sueño de un futuro de blockchain monetario muera, la desilusión probablemente derribará todo.

Y por eso soy un criptoescéptico. ¿Podría estar equivocado? Por supuesto. Pero si quiere argumentar que estoy equivocado, responda esta pregunta: ¿qué problema resuelve la criptomoneda? No intente callar a gritos a los escépticos con una mezcla de tecnobalbuceos y memeces libertarias.

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