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Apuntes para el futuro del trabajo

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Expertos sanitarios de todo el mundo afirman que se necesitan 18 meses para desarrollar una vacuna contra el COVID-19, y que el manejo del distanciamiento social en ese tiempo es clave para controlar las velocidades de contagio, las capacidades del sistema de salud y la inmunización colectiva. Si queda un solo infectado arranca la pandemia de nuevo.

Con información del Imperial College de Londres, otros expertos proponen un sistema de alternancia: dos meses de cuarentena, un mes de circulación libre, una especial montaña rusa marcada por las capacidades de las unidades de cuidado intensivo de atener a la población enferma. Si se satura el sistema de salud, hay que confinarse. Cuando se alivie, se regresa a la calle. Un investigador del Instituto Weizmann de Ciencias de Tel Aviv desarrolló un modelo matemático que propone 4 días laborables y 10 de confinamiento, en vez de la opción de cierre total, para reactivar la economía y dar un respiro psicológico, mientras dure la crisis por coronavirus.

Más rápido estará listo el videojuego que la vacuna, dice el escritor Jorge Carrión y nos pone a pensar en los tiempos de la biología y la tecnología, y también los del mercado. 18 meses es un lapso muy largo, comparado el vértigo en el que hemos vivido este mes y medio. Ha sido una inmersión forzada en procesos de transformación y ha dejado a la vista mucha vulnerabilidad: hay un virus mortal que nos ataca, no sólo la salud de las personas pero también el funcionamiento de las comunidades y de los países. Más temprano, o más tarde, los gobiernos han tomado el camino de la inactividad económica hasta que pase el peligro. Es en el vértice de la protección de las personas y la recuperación de la economía donde debemos pararnos para analizar los escenarios que nos vienen.

Incluso sin estos escenarios de puertas giratorias, podría haber muchas más interrupciones en nuestras vidas. En España estamos todavía bajo cuarentena estricta, y algunos escenarios de flexibilización implican reapertura de escuelas pero con los adultos teletrabajando, y los eventos deportivos y otras reuniones masivas cancelados, por no hablar de los bares y los restaurantes. No es el caso de que todo pueda volver a la normalidad. Es el caso de que si podríamos dejar que algunas cosas vuelvan a la normalidad.

Transitamos hacia un modelo híbrido de conexión con el trabajo y la cotidianeidad

Ante este panorama, me pregunto ¿qué es la normalidad? Me refiero al estado previo a la pandemia, la post crisis del 2008/2010, el cual ya casi teníamos aprendido (tal vez hasta controlado) y que duró menos de una década. Vamos a eso que estamos acostumbrados a llamar una nueva normalidad cada vez que se produce un cambio. Vamos a toda velocidad hacia un nuevo estado, una nueva forma de relacionarnos, de trabajar, de aprender, de crecer, de cuidarnos. Se convertirá en la nueva normalidad hasta que venga otra ola de transformación.

Afirma el Washington Post que la economía del coronavirus es un gigantesco experimento que pone a prueba cómo vamos a trabajar y a vivir de ahora en adelante. Es la evolución de la economía del encierro (Shut-In Economy) que comenzó en la década de 2010 impulsada por las plataformas de servicios, y va a estar apoyada en un desarrollo exponencial de las actividades que podemos hacer estando encerrados en nuestras casas: teletrabajo, educación a distancia, distribución de comida y bienes, video streaming.

Yuval Noal Harari elabora en 21 Preguntas para el siglo XXI  sobre las 4 C´s, las cuatro competencias indispensables del aprendizaje: Pensamiento Crítico, Comunicación, Creatividad, Colaboración. Es en el dibujo de la intersección de esas áreas que pienso que debe imaginarse la organización del futuro y el mapa de servicios y productos que vamos a ofrecer en una nueva normalidad. Yo añadiría la Compasión, que le otorga dimensión humana a todo esto. Hay lecciones aprendidas de la epidemia del Sida, que, como explica Feliciano Reyna, «hizo redescubrir la relación entre el miedo al contagio y la crueldad, y que se reflexionara sobre la responsabilidad de gobiernos y de organizaciones civiles en circunstancias similares».

Tal vez podamos usar este tiempo de hiperconexión digital para repensar los tipos de comunidad que podemos crear en las plataformas online. Hemos visto ejemplos inspiradores; Yo-Yo Ma publica un concierto diario en vivo, empresarios ofrecen su tiempo para escuchar los proyectos, instructores de yoga o de box imparten clases gratuitas, restauradores donan comida, psicólogos donan su escucha. Hay baile, fiestas, arte, canto, llanto todo compartido  en la pantalla, creando comunidades más allá del aburrimiento o del ocio. Esta es una vida diferente a la de pasar horas viendo fotos en las redes sociales o quedarse pegado en un videojuego.

Las conexiones se reorganizan. Para mucha gente en el planeta, el trabajo ya no era un lugar, era una actividad o proyecto habilitada por una conexión a internet. Luego de la epidemia, este no lugar, este espacio elástico digital será la normalidad y tenemos el reto de ayudar a estos nuevos knowmads para que aprendan a colaborar, pensar, crear y conectarse productivamente.

¿Es esta una economía (la del encierro) que permitirá la prosperidad y bienestar? Se me ocurre un listado de retos para las organizaciones y para las personas que sirva para hacer  preguntas y buscar respuestas.

Retos para las empresas

  • Diseñar una cultura de transformación y resiliencia
  • Acabar con la cultura del presentismo (estar presentes y pensar sólo en el presente)
  • Proteger a las persona Mejorar los programas y sistemas de salud de los empleados
  • Promover nuevos liderazgos y nuevos flujos de comunicación
  • Crear resiliencia en la cadena de valor
  • Evaluar productividad y producción.
  • Reducir los head quarters a favor del teletrabajo programado
  • Restablecer objetivos de impacto y de negocio
  • Redefinir esquemas de remuneración y cargas horarias

 

Retos para las personas

  • Privacidad vs seguridad. Con nuevas estrategias de biocontrol, los estados podrán monitorear dónde has estado para darte acceso a dónde quieres ir. ¿Nos adaptamos como nos hemos adaptado a las medidas de seguridad de los aeropuertos?
  • Actividades análogas vs Buscar el balance entre vivir dentro del ordenador/móvil y la interacción
  • Prioridades vs Revaluar los significantes personales y de la comunidad
  • Privado vs público. Gestionar la casa como centro físico de la vida virtual: escuela, trabajo, entretenimiento
  • Solidaridad vs protección Ahora sabemos que tocar cosas, estar con otras personas y respirar el aire en un espacio cerrado puede ser arriesgado

 

Transitamos hacia un modelo híbrido de conexión con el trabajo y la cotidianeidad, un modelo que está atravesado por el debate entre la seguridad de las personas (la salud) y la privacidad (biotecnología y secuestro del espacio privado). La reactivación de la economía y de una nueva normalidad pasa por aceptar que los cambios que han ocurrido no son temporales y que no basta comunicarse a través del ordenador/móvil para ser digitales.

Debemos crear entornos laborales y personales que promuevan la colaboración, que inviten al pensamiento crítico, que inspiren la creatividad, que mantenga a las personas y al planeta en el centro de las decisiones y que genere una cultura de cambio, no por el cambio per se, sino porque la capacidad de cambiar (y de ejecutar los cambios) es la competencia indispensable en los tiempos que vienen, la resiliencia necesaria no sólo los próximos 18 meses, sino en este próximo y vertiginoso futuro.


Nathalie Alvaray es directora de Impact Hub Prosperidad.

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