Energía

Transición energética en España: ¿cuál es el camino a seguir?

El investigador Javier García explica las claves para lograr un cambio coordinado hacia un futuro energético sostenible.

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25
febrero
2019

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Las energías limpias no son solo una oportunidad económica, sino un imperativo medioambiental. La transición de una economía basada en el petróleo hacia una más sostenible es fundamental para nuestra supervivencia en el planeta y, por lo tanto, es una decisión responsable más que una imposición económica.

Dicho esto, esta transición debe hacerse de forma racional para que no ocasione inestabilidad y desempleo, sino para que genere riqueza y oportunidades. Para ello son necesarias acciones decididas y mucha voluntad política. Por brevedad, voy a mencionar solo dos. En primer lugar, el desarrollo de nuevas tecnologías que compitan en precio, eficiencia y sostenibilidad con las existentes. Pero esto no va a ocurrir si las grandes empresas energéticas siguen sin dedicar apenas recursos para desarrollar nuevas formas de energía –en comparación a los beneficios que generan– y los grandes acuerdos sobre cambio climático no llevan asociados la financiación que permita descubrir y desarrollar energías más sostenibles. Y por otro, necesitamos innovar también en nuevos modelos que permitan generar los incentivos necesarios para que la implantación de la nueva industria energética cree los empleos y oportunidades que el comercio de derechos de emisión no ha sido capaz de generar.

«No es cierto que producir energía limpia sea más caro que seguir poniendo CO2 en la atmosfera»

Cuestiones tan complejas como el cambio de modelo energético nunca dependen exclusivamente de una variable. Sin embargo, la caída del precio del petróleo nos enseñó dos cosas: que hay mucho petróleo y que sus productores pueden reducir significativamente su precio, lo que sin duda retrasa el desarrollo y la implantación de otras soluciones más limpias. Pero hay muchas cosas que podemos hacer para que no sean ellos los que controlen que tipo de energía utilizamos. En primer lugar, debemos tomarnos en serio el cambio de modelo energético y dedicar los recursos necesarios para que puedan producirse los avances científicos que tanto necesitamos y, por otro, debemos utilizar el poder de regulación y compra de los países para favorecer un cambio racional y coordinado hacia un futuro energético más sostenible. En este sentido, a pesar de las continuas subidas de precio en el recibo de la luz, el consenso social que existe hacia un mayor uso de las energías renovables y las condiciones que tiene nuestro país para su desarrollo, en España nunca hemos tenido un debate sobre el modelo energético que queremos para nuestro país. Solo si sabemos qué futuro queremos construir, tendremos la misión, visión y claridad necesarias para que un sector tan importante como el energético contribuya a nuestro desarrollo económico y medioambiental.

En muchos países, el coste del kilovatio hora procedente de fuentes renovables es similar e incluso inferior al kilovatio hora procedente de combustibles fósiles. No es cierto que producir energía limpia sea más caro que seguir poniendo CO2 en la atmosfera, especialmente cuando tenemos en cuenta todos los costes asociados a la extracción, transformación y uso de los combustibles fósiles. Pero el precio del kilovatio hora no es el único parámetro que determina el cambio de modelo. Es necesario también un cambio en la infraestructura (capaz de almacenar y distribuir electricidad en vez de gasolina, por ejemplo), la transformación de grandes plantas de producción y transformación de energía y, por su puesto, de gigantescas empresas internacionales. En cuanto a las medidas que podemos tomar para acelerar este cambio, citaré solo tres. La primera es, probablemente, la más importante y nos involucra a todos: consiste en tomar las acciones individuales que favorezcan el ahorro de energía, el uso de alternativas limpias siempre que sea posible y en apoyar programas y opciones políticas alineadas con estos objetivos. La siguiente es a nivel regional/nacional y consiste en dedicar los recursos necesarios para que se produzcan los descubrimientos científicos que hagan posible esta transición. En este sentido, es fundamental que se impliquen también las grandes empresas energéticas, que apenas dedican recursos al descubrimiento y desarrollo de nuevas formas de energía y que son claves para llevar a cabo el cambio de modelo energético. Y finalmente, a nivel global. Esta es probablemente la más difícil, ya que requiere que lleguemos a cuerdos ambiciosos, medibles y de obligatorio cumplimiento encaminados a combatir el cambio climático.

«En España nunca hemos tenido un debate sobre el modelo energético que queremos»

Mientras avanzamos hacia un futuro donde utilicemos solo energías limpias, cualquier medida que pueda reducir inmediatamente y de forma significativa nuestras emisiones de CO2 son fundamentales. Esto es precisamente lo que estamos haciendo en Rive Technology. Nuestros catalizadores reducen entre un 2 y un 3% las emisiones de CO2 de las refinerías, lo que supone un ahorro de millones de toneladas de CO2 al año. Mientras trabajamos en nuevas formas de producir y almacenar energía limpia, en concreto celdas solares, almacenamiento de hidrógeno y baterías de flujo, estamos reduciendo las emisiones de CO2 de un de los mayores generadores de este gas, las refinerías, gracias a nuestros catalizadores basados en zeolitas nanoestructuradas. Con esta doble aproximación, contribuimos a reducir un problema para el que necesitamos una solución urgentemente, a la vez que investigamos para desarrollar las nuevas tecnologías limpias del futuro.

Las baterías de flujo son una más de las tecnologías que nos ayudan a que las energías renovables sean una opción viable, también económicamente. Como es bien conocido, la energía solar y la eólica producen electricidad no cuando aumenta la demanda, sino cuando las condiciones meteorológicas son favorables. Por eso, es importante que tengamos sistemas de almacenamiento de corriente eléctrica, tanto en la red como en fábricas y hogares, que permitan disponer de electricidad cuando la necesitemos. Esto, sin duda, ayudaría a que estas energías limpias se desarrollaran más y redujéramos nuestra dependencia de fuentes fósiles y de centrales nucleares. Las baterías de flujo son solo un ejemplo de la complejidad del cambio de modelo energético, pero, sobre todo, de cómo la ciencia nos permite solucionar los problemas técnicos que este cambio lleva asociado.

Javier García Martínez es catedrático de Química Inorgánica y director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante. Fundador Rive Technology. Miembro del Consejo de Tecnologías Emergentes y Young Global Leader del WEF. Ganador, en 2014, del Premio Jaime I en Nuevas Tecnologías. En 2018, la Sociedad Química de EEUU le ha reconocido como el mejor emprendedor en el sector químico.

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