Madrid no es ciudad para coches
El Ayuntamiento de la capital iniciará en 2018 una serie de medidas para despejar el centro de coches y reducir drásticamente las emisiones.
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Al poco de la toma de posesión de su cargo, la delegada de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, Inés Sabanés, dejó claro cómo veía en futuro de la capital: «Quiero una ciudad que respire aire limpio y recupere sus paseos y espacios peatonales. Es necesaria una reducción del tráfico en Gran Vía y llevar a cabo un área de prioridad residencial en el distrito Centro para mejorar la calidad del espacio público. Y entiendo que todo esto tendrá un apoyo mayoritario de la ciudadanía».
Hoy, queda demostrado que estas declaraciones a Ethic fueron más que un mero desiderátum. El Gobierno municipal de Manuela Carmena acaba de anunciar una batería de medidas dirigidas a reducir el uso del coche, que concretará en unas semanas dentro de su Plan A de Calidad del Aire, con un objetivo ambicioso: que en 2030 se hayan reducido en un 50% la emisiones causadas por vehículos dentro de la ciudad, respecto a las de 2012. Una meta que va en consonancia con el Acuerdo de París, que pretende esta reducción de las emisiones globales para 2050, para evitar así que la temperatura media del planeta aumente más de dos grados este siglo.
Por Madrid circulan, cada día, dos millones y medio de vehículos
Todas estas medidas, y más que se anunciarán dentro de unas semanas, no estarán exentas de polémica, porque implican un cambio de hábitos muy intrincados en la sociedad madrileña a lo largo del último medio siglo. Pero son necesarias. Por Madrid circulan hoy, cada día, una media de dos millones y medio de vehículos a motor, y si bien no está entre las ciudades europeas de más de 500.000 habitantes más contaminadas (ocupa el puesto 27 por detrás de Berlín, Milán, Lisboa o Londres, en lo más alto del ranking), la Unión Europea ya ha denunciado que la capital cuenta con seis estaciones de medición repartidas por áreas dispares que registran emisiones de óxido nítrico (NO2) anuales por encima de lo permitido por la normativa comunitaria. Su reducción es una prioridad, si se tiene en cuenta que, según la Comisión Europea, en nuestro continente mueren cada año casi medio millón de ciudadanos por problemas respiratorios debidos a la mala calidad del aire de los centros urbanos.
La capital, al contrario de lo que pueda parecer, no es la que sufre más atascos en España, sino la sexta, según un informe elaborado por la compañía TomTom (experta en aparatos de navegación) el año pasado: dicho estudio calcula el tiempo extra que pasa un conductor dentro de su coche dentro de un atasco en relación con una jornada de tráfico fluido. En el caso de Madrid es un 23% más, mientras que en Barcelona, que ocupa el primer puesto, es el 28%. Entre ambas ciudades se sitúan Palma de Mallorca, Las Palmas de Gran Canaria, Sevilla y Gijón. Pero el Ayuntamiento está convencido en su empeño por liberar el centro de coches y reducir la contaminación del tráfico circundante. Desde el área de movilidad ya han adelantado que activarán, a partir de 2018 ó 2019 a más tardar, restricciones considerables en el tráfico rodado de la M-30, como la reducción de la velocidad máxima permitida de 90 a 70 km/h, si bien el grueso de las medidas se centrará en el perímetro que rodea la Puerta del Sol. A grandes rasgos, en Consistorio pretende prohibir la circulación salvo excepciones, como la de la Gran Vía: en el caso de la arteria madrileña, cuyas obras comenzarán en próximo enero, se plantea ampliar las aceras y dividir la calzada en cuatro carriles, dos para el tráfico de residentes y dos para el transporte público.
El Ayuntamiento quiere reducir las emisiones de tráfico a la mitad en 2030
El convencimiento del Ayuntamiento de crear una gran superficie sin coches en el epicentro de la ciudad queda claro desde la propia nomenclatura: la hasta ahora Área de Prioridad Residencial (APR) pasará a llamarse Área Central Cero Emisiones. Al igual que ya sucede en los barrios de Embajadores, Corres y Ópera, por las nuevas zonas intervenidas solo podrán circular, según avanzan desde el propio Ayuntamiento, «taxis, VTC (Uber y Cabify), vehículos de personas con movilidad reducida, coches eléctricos, motos, autobuses y los proveedores de mercancías y servicios en comercios y viviendas». En definitiva, los medios de transporte menos contaminantes o aquellos irrenunciables por la actividad y el servicio que prestan.
El resto de conductores también podrán acceder a este área, pero de forma restringida: solo cuando vayan a utilizar aparcamientos privados o públicos subterráneos. En el caso de estos últimos, se habilitarán más plazas para residentes. ¿Y en la superficie? El Ayuntamiento eliminará de un plumazo las plazas azules del polémico Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) en esta zona protegida, sencillamente, porque en muchas de las calles no se podrá aparcar salvo en el caso de los vehículos excepcionales antes enumerados. Todas estas medidas irán unidas con una ampliación de la superficie destinada a peatones y bicicletas, que ganará terreno al asfalto en calles como Fuencarral, Hortaleza, San Bernardo, Princesa, Montera, Alcalá, Arena, Mayor, San Jerónimo, Huertas o Atocha, entre otras aún por determinar en el plan definitivo. En estos tramos, la velocidad estará limitada a 30 km/h. De cara a 2025, además, estará prohibida en Madrid la circulación de los denominados coches antiguos, esto es: los que tienen más de 20 años.
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