Cambio Climático

El poder de los ciudadanos frente al cambio climático

Las científicas Susan Solomon y Jane Lubchenco advierten que la situación es crítica y que el cambio climático debe ser planteado como un reto ético conectado al largo plazo.

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15
junio
2013

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La cuestión no pasa por elegir entre economía o medio ambiente; esa ambivalencia no sirve. Hay que abandonar el cortoplacismo y buscar soluciones a largo plazo. No vale hablar de crisis”. Son afirmaciones de Jane Lubchenco, una  investigadoras con gran prestigio internacional que ha sentado las bases para el diseño de reservas marinas.

Lubchenco junto a Susan Solomon ha sido condecoradas en la edición de los premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento 2012, en las categorías de en Ecología y Cambio Climático, respectivamente. Las dos tienen claro que no valen excusas ante el deterioro ambiental que sufre el planeta.

Su explicación es sencilla: los ecosistemas degradados no dan beneficios. Tampoco vale entrar en el debate de los negacionistas: “No tengo nada que decirles. Ahí están los hechos y si las emisiones de carbono siguen creciendo, la temperatura media del planeta aumentará entre 2ºC y 6ºC a finales de siglo y el nivel del mar subirá hasta un metro”, apuntaba Susan Solomon, profesora del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). A ella se le reconoce el haber hecho comprender cómo la actividad humana afecta al cambio climático.

Y lo peor es que quienes más sufrirán las consecuencias de ese aumento del nivel de los mares, de las temperaturas y desertización de las tierras son las personas que menos han contribuido a deteriorar el medio ambiente. “Irónicamente los más vulnerables son las 5.000 millones de personas de los países más pobres. Ellos tienen menos infraestructuras, menos capacidades para adaptarse y menos medios: porque mejorar los sistemas de irrigación o construir presas cuesta dinero”, señaló Solomon. Y al tiempo, la investigadora subraya la importancia de que la sociedad se dé cuente de que estamos ante un dilema ético, un problema que repercute en los más damnificados y en nosotros: mil millones de personas que consumimos entre tres y seis veces más que ellos y hasta cien y doscientas veces más que un pueblo de Oceanía.

El problema no es sencillo. Porque si esos países que más sufrirán las consecuencias del cambio climático, especialmente los tropicales, según los estudios de Solomon, dejaran de ser pobres, la huella de carbono aumentaría –como hace la del mundo occidental al crecer-. “Hace falta cambiar el sistema basado en la dependencia de fósiles». Para ello, Solomon defiende un marco más igualitario. Y para que el asunto no nos queme, quizás debamos calentar menos nuestras casas; aunque sea difícil olvidar qué ricos somos nosotros y qué pobres son los otros”, afirmó.

Poder ciudadano

Aunque sostienen que si ahora mismo se parasen las emisiones el daño hecho al planeta aún perduraría siglos, las dos premiadas ven un camino a la esperanza. Creen que no se puede dar todo por perdido: hay que luchar e insistir por concienciar y dar a conocer el problema. Porque se pueden hacer cosas.

Por una parte, el ciudadano puede cambiar hábitos en cuanto a su consumo de alimentos, su forma de transporte y la energía que utiliza. Y si ese comportamiento se acompaña de una presión social hacia las empresas y los gobiernos sujetas a lo que Jane Lubchenco denomina “la tiranía del corto plazo” el panorama puede rectificarse. “Podemos lograr que la pesca sea sostenible, pero nos costará mucho. Cuando las poblaciones han sido esquilmadas debemos pescar menos para que se recuperen; pero pescar menos tiene un impacto económico y social negativo a corto plazo, lo que a menudo se traduce en presión política para mantener la sobrepesca. Sin un compromiso fuerte para alcanzar pesquerías sostenibles, las presiones a corto plazo dominan y el resultado es una espiral donde la cantidad de pescado es cada vez menor, lo mismo que el trabajo de los pescadores”, señaló. La oceanógrafa, por ejemplo, se muestra entusiasta con la reciente reforma de la política de pesca europea, que etiqueta como “histórica”

“Cuando los ciudadanos entiendan la dimensión del problema, hablen de él y lo expresen a sus gobernantes y presionen sobre ellos, empezaremos a tener éxito”, concluyó Solomon.

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