Opinión

Bajo el fuego amigo: todos contra Newt Gingrich

El primer asalto de las primarias del Partido Republicano, el Caucus de Iowa, concluyó con una valoración unánime: las cosas están como al principio.

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17
abril
2011

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El primer asalto de las primarias del Partido Republicano, el Caucus de Iowa, concluyó con una valoración unánime. Que las cosas están como al principio –cabría decir que con el mismo grado de confusión, excepto para la favorita del movimiento Tea Party, Michele Bachmann, que ya anunció su retirada–, que Obama sigue teniendo margen para continuar con su campaña –a la que ha dado un nuevo giro “izquierdista”, al menos en lo que al tono, posiciones políticas y temas se refiere (su discurso en Osawatomie, Kansas, en el corazón de la América profunda, lo ejemplifica: recomiendo la lectura del post de Diego Beas Obama configura su contraofensiva), circunstancia a lo que no es ajena, como han destacado numerosos analistas, la dimisión de su jefe de gabinete, William Daley, un moderado–; y que los republicanos siguen a la búsqueda de su líder electoral, lo que realizan en la peor de las situaciones imaginables, polarizando a sus propios votantes (y esto puede tener un serio coste electoral en noviembre de este año) al obligarles a elegir uno de sus dos polos ideológicos, el ultraconservadurismo de Rick Santorum o el pragmatismo conservador de Mitt Romney. En Iowa ambos han conseguido un empate virtual (el 25% de los sufragios), favorable a Romney por tan solo 8 votos.

Además de Michele Bachmann, el otro gran perjudicado en Iowa ha sido Newt Gingrich, que ha obtenido el 13% de los votos (resultados de Iowa). Sólo un mes antes del Caucus, el Pew Research Center constataba en un informe el claro dominio de Gingrich en la cobertura mediática de las primarias republicanas (obtenía casi el doble de noticias que Romney). Otro informe del Pew Research Center, con fecha de 13 de diciembre, señalaba también a Gingrich como el candidato con más apoyo entre los votantes probables en el Caucus, con 14 puntos de diferencia sobre Romney (si bien el informe llamaba la atención sobre el tibio apoyo de los electores a ambos candidatos).


Mucho se ha especulado sobre las razones de la inesperada debacle del antiguo presidente de la Cámara de Representantes entre 1995 y 1999, autor (en realidad, uno de ellos) del programa electoral Contrato con América, que inspiró la “revolución republicana” que en las elecciones intermedias de 1994 terminó con cuatro décadas de mayoría demócrata, y “Hombre del Año” para la revista Time en 1995.

Lo cierto es que como candidato en estas primarias, Gingrich ha sido tan cambiante como en el resto de su dilatada trayectoria política. Por más que se empeñe, resulta difícil –y en ocasiones, del todo imposible– “fijarle el foco”. Para unas cuestiones resulta excesivamente liberal para los votantes republicanos –como en el caso de la inmigración– y para otras –de manera especial en lo que atañe a la moral–, demasiado conservador (lo que no deja de ser llamativo en alguien con un rosario de matrimonios y una retahíla de amantes reconocidas).

En un interesante artículo publicado en Huffington Post, Mark Blumenthal apunta una explicación diferente. Según Blumenthal, ésta habría que buscarla en la campaña de spots negativos con que Newt Gingrich fue bombardeado por sus rivales de partido. De acuerdo con los datos aportados por un informe realizado por Campaign Media Analysis Group, una división de Kantar Media que monitoriza la cobertura mediática de las primarias republicanas, el 45% de los spots emitidos durante el mes de diciembre en Iowa fueron anti-Gingrich, frente a sólo un 6% pro-Gingrich (20% anti-Romney y 10% pro-Romney; 8% anti-Perry y 8% pro-Perry; y 3% pro-Paul).


Aunque Mark Blumenthal no llega a afirmar de manera categórica que la causa del fracaso de Gingrich en el Caucus de Iowa haya sido esta monumental campaña de spots negativos –también reconoce que la cobertura mediática del antiguo presidente de la Cámara de Representantes ha contribuido a abrir otros frentes en su credibilidad como candidato–, desde luego lo insinúa a partir del análisis de tres indicadores básicos. En primer lugar, las oportunidades que un televidente medio tuvo de ver estos spots durante el pasado mes de diciembre, entre 60 y 80 veces. En segundo lugar, la presión ejercida por la campaña televisiva contratada por los candidatos, que alcanzó niveles de GRPs (Gross Rating Points, una unidad de medida utilizada en publicidad para contabilizar el número de impactos por cada cien personas de la población considerada público objetivo) muy superiores a los habituales en campañas televisivas al uso (la presión publicitaria se midió en tres lugares diferentes, la capital Des Moines y las ciudades de Cedar Rapids y Waterloo). Y por último, la evolución del apoyo a Gingrich tanto a nivel nacional como en Iowa, que registró una curva ascendente y con valores similares –en torno al 20%– hasta la tercera semana de noviembre, para seguir ascendiendo –si bien más rápidamente en el país que en Iowa– justo hasta comienzos de diciembre, en que coincidiendo con la emisión de los spots negativos la confianza en Newt Gingrich se desplomó. Un descenso que, de alguna manera, vendría a validar la hipótesis apuntada en su artículo por Blumenthal, pues la caída ha sido sensiblemente mayor en Iowa (casi 15 puntos) que en el conjunto del país (casi 9 puntos).

De entre los numerosos spots anti-Gingrich que nos han dejado las primarias de Iowa he seleccionado cinco. El primero pertenece a la campaña del conservador libertario Ron Paul. El segundo, a la campaña de Rick Perry. Y los tres restantes, a Restore Our Future, una plataforma pro-Mitt Romney.

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