Sociedad

Las primeras voces proLGTB

Antes de que se iniciase el movimiento LGTB, en 1969, varios pensadores defendieron la despenalización de la homosexualidad y el amplio abanico de opciones sexuales perfectamente lícitas que pueden existir.

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31
diciembre
2024

Cada 28 de junio se celebra el Día Mundial del Orgullo Gay, conmemorando los disturbios de Stonewall, sucedidos en el mismo día de 1969 en Nueva York. El Stonewall Inn era un bar clandestino en que se reunían, por aquel entonces, los miembros más marginados de la comunidad LGTB de la ciudad norteamericana, desde personas sin hogar a artistas drag, pasando por personas afroamericanas. Aquel día, la policía irrumpió en el bar para llevar a cabo una de sus violentas redadas. Con lo que no contaban es con que la clientela se rebelase provocando varios días de disturbios en Greenwich Village, el barrio que se convirtió en epicentro de los altercados.

Aquellas jornadas se reconocen a nivel global como el inicio del movimiento LGTB o LGTBIQ+, un acrónimo que engloba a personas lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, intersexuales, queer y muchas otras que, debido a la imposibilidad de crear un término absolutamente inclusivo, se engloban en ese «+» final.

Este acrónimo ha ido evolucionando, pero siempre se inició con la L de las personas lesbianas, un término que refiere a la obra de la poeta griega Safo de Lesbos, que enaltece el amor entre mujeres. La vida de Safo se estima que transcurrió entre los siglos VII y VI a.C., y no se trata de la única poeta que cantó al amor entre personas del mismo sexo. De hecho, la Antigüedad clásica nos provee muchos ejemplos. Pero, a pesar de ello, la homosexualidad estuvo fuertemente estigmatizada durante toda la época moderna. Solo ya iniciado el siglo XIX se comenzaron a escuchar voces que la defendían oponiéndose a la popular creencia de que era una manera de sentir antinatural.

En el siglo XIX, diversos pensadores alzaron su voz en defensa de la homosexualidad, violentamente estigmatizada durante la época moderna

El abogado y escritor alemán Karl Heinrich Ulrichs, nacido en 1825, es considerado pionero del movimiento LGTB por su activismo en defensa de los derechos de los homosexuales. Ulrichs comunicó a su círculo cercano que era uranista (término utilizado entonces para referirse a los hombres homosexuales) y comenzó a publicar, bajo seudónimo, una serie de ensayos para demostrar que su opción sexual era puramente natural y biológica. Más tarde, ya con su verdadero nombre, publicó otros en que describía las diferentes identidades de género y orientaciones sexuales, e incluso una declaración de apoyo a una persona condenada por delito de homosexualidad en que desmontaba las bases legales en que se fundamentaba tal delito. A pesar de que nunca cejó en su análisis de la diversidad de opciones sexuales, su obra tuvo numerosos problemas con las autoridades de la época y quedó de alguna manera soterrada.

Sería el médico y sexólogo alemán de origen judío Magnus Hirschfield (1868-1935) quien reivindicase la figura y la obra de Ulrichs como capital en el estudio de la variedad de identidades sexuales. Hirschfield es considerado uno de los mayores activistas en defensa de los derechos de las personas homosexuales. Durante años, investigó científicamente las diversas opciones de identidad sexual que pueden adoptar las personas, más allá de la heterosexual y homosexual, siendo el creador de la palabra «travestismo» al introducirla en un estudio que publicó en 1910 alrededor del placer de disfrazarse. También luchó contra la penalización de las relaciones homosexuales que mantenía la legislación alemana. Para ello creo, en 1897, el Comité Científico Humanitario, que reunió cerca de 5.000 firmas entre las que se encontraban las de respetadas celebridades como Herman Hesse, Thomas Mann, Albert Einstein o Stefan Zweig.

Magnus Hirschfield luchó contra la penalización de las relaciones homosexuales que mantenía la legislación alemana

Pero no fue únicamente en Alemania donde se escucharon las primeras voces en defensa de la homosexualidad y el resto de identidades sexuales. También en el siglo XIX, en Inglaterra, que igualmente penalizaba duramente la homosexualidad, hubo importantes figuras comprometidas en su defensa.

Jeremy Bentham (1748-1832) reivindicó, antes que Ulrichs, la despenalización de la homosexualidad. La diferencia es que él no lo hizo de manera pública, sino en tres ensayos que permanecieron inéditos hasta 2013. Este jurista, filósofo y economista produjo una amplia obra escrita a lo largo de su vida y es considerado padre del utilitarismo, según el cual la mejor acción es aquella que proporciona una mayor felicidad a un mayor número de personas. Tal vez por ello, en la obra que sí vio la luz durante su vida defendió que los distintos comportamientos sexuales pudiesen manifestarse con la máxima libertad. Ateo militante, se posicionó a favor de la separación entre Iglesia y Estado, la libertad de expresión, el derecho al divorcio, la abolición de la esclavitud, los castigos físicos y la pena de muerte, así como la igualdad entre sexos y los derechos de los animales. En sus ensayos alrededor del homoerotismo, Bentham argumenta que las preferencias sexuales son moralmente inocuas y se basan en una cuestión de gusto, como el gusto musical o gastronómico, por lo que bajo ningún concepto deberían ser penadas.

El testigo de Bentham lo tomó su compatriota Havelock Ellis, médico que, junto a Addington Symonds, escribió en 1897 el primer texto en idioma inglés acerca de la homosexualidad. En Sexual Inversion, Ellis recogió ejemplos de relaciones homosexuales intergeneracionales que evidenciaban la carencia de componentes inmorales o punibles en las mismas, sirviéndole de base para su activismo.

Si bien la violencia policial desencadenó la necesaria reivindicación del movimiento LGTB, el activismo de estos y otros pensadores ayudó a sentar las bases en que se apoyó la misma.

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