Infancia, la gran víctima del cambio climático

ETHIC / Infancia, la gran víctima del cambio climático
Más allá de las sequías, la extinción de especies o la alteración de la vida oceánica, las consecuencias del cambio climático trascienden lo puramente ambiental: provocan revueltas sociales por la merma de cosechas, hambrunas, migraciones climáticas… Escenarios en los que los más afectados son, una vez más, niños y adolescentes.

El cambio climático se intensifica cada vez a mayor velocidad. Sus impactos son incontestables: sequías, extinción de especies, alteración de los océanos, terroríficas inundaciones, incendios voraces… Ninguna región del mundo está a salvo. Tampoco Europa. Y ya comienzan a atisbarse nuevas consecuencias que pueden causar conflictos serios: descenso de cosechas que implican revueltas sociales, hambruna, migración climática… En este contexto, los más afectados son, una vez más los niños y adolescentes, entre otros colectivos vulnerables.

Con el propósito de impulsar medidas concretas y eficaces que protejan a la infancia, alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, a principios de junio se celebró en Madrid el V Congreso Mundial de Justicia para la Infancia, la cita de mayor trascendencia internacional en este ámbito, que logró reunir a más de mil participantes presenciales, una cifra que asciende a los cuatro mil si añadimos a los que lo siguieron de manera virtual y quienes acudieron a los más de sesenta actos paralelos realizados en distintas partes del mundo.

Expertos, líderes internacionales, académicos y representantes de la sociedad civil compartieron experiencias, trabajaron en propuestas y perfilaron soluciones sobre la justicia juvenil en un encuentro patrocinado por el Secretario General del Consejo de Europa, Alain Berset, y con la colaboración de UNICEF, UNESCO, OCDE y otras agencias de Naciones Unidas, además de contar con el apoyo del Gobierno de España a través del Ministerio de Juventud e Infancia.

La tercera sesión plenaria internacional del congreso tuvo como tema principal la «Justicia climática y los derechos de los niños». Tres ideas la sustentaron, ideas que también sirvieron para articular la intervención del director de Cambio Climático y Alianzas de Iberdrola, Gonzalo Sáenz de Miera. La primera de ellas tiene que ver con      la injusticia intergeneracional, ya que las generaciones actuales son las que han generado un problema de magnitud incalculable que sufrirán, sin embargo, las generaciones futuras; en relación con esta idea, el segundo eje argumental, la injusticia entre países más y menos contaminantes, ya que estos últimos soportan las consecuencias más severas, pese a que contribuyen mucho menos a la degradación del planeta; por último, se expuso la noción de la injusticia socioeconómica, que alude a que los colectivos más vulnerables, siendo los que menos han contribuido a la emergencia climática, serán quienes más la padezcan, por su menor capacidad de adaptación y por residir en zonas geográficas con efectos devastadores.

Los colectivos más vulnerables, sobre todo los menores, serán quienes más padezcan la emergencia climática pese a haber sido los que menos han contribuido

Elisa Morgera, relatora especial de la ONU sobre el Cambio Climático y Derechos Humanos, incidió en cómo el cambio climático altera sustancialmente la vida de los niños, evitando, por ejemplo, que puedan acudir al colegio (uno de cada siete menores no accede a programas escolares). Además, vulnera el derecho de los menores a disfrutar de algo consustancial a la infancia como es el juego, y menoscaba su salud física —modificando sus niveles de salinidad, por ejemplo— y también psicológica, ya que a día de hoy se desconoce cómo afectarán los microplásticos que se ingieren o la falta de alimentos saludables al desarrollo cognitivo de los niños. Morgera apeló a los Estados y las industrias para tomar medidas enérgicas y efectivas.

Asimismo, es importante que en las decisiones que afectan a los niños y jóvenes participen ellos mismos, que alcen su voz; que expongan sus problemas y necesidades y participen en las posibles soluciones. Apuntó Lara Lázaro, investigadora senior del Real Instituto Elcano, quien recordó que hay un alto porcentaje que experimenta ansiedad climática y demanda más información al respecto. 

El poder de las empresas

Las empresas no son ajenas a esta realidad. Su enorme capacidad para impulsar un cambio global las convierte en agentes indispensables para combatir la emergencia climática. «Las empresas tenemos que reaccionar y ejercer nuestra responsabilidad social», apuntó Gonzalo Sáenz de Miera, director de Cambio Climático y Alianzas de Iberdrola. Hay algunas que ya han comenzado a hacerlo, como la propia Iberdrola, que lleva trabajando más de veinte años para sustituir los combustibles fósiles, uno de los grandes causantes de la emergencia climática, por energías limpias y renovables. «Con ello, contribuimos a reducir los efectos del cambio climático, sobre todo en los más vulnerables, niños y jóvenes».

El cambio climático altera sustancialmente la vida de los niños, evitando su escolarización, que puedan jugar, y menoscabando su salud física y psicológica

A este respecto, explicó que Iberdrola lleva cuatro años colaborando con UNICEF y otras organizaciones para aprovechar las oportunidades de formación y empleo que supone la transición energética para jóvenes en situación de vulnerabilidad en España, Brasil, Somalia… «Se identifican los perfiles más demandados (redes, bombas de calor, movilidad eléctrica), se forma a estos jóvenes y se les ofrecen prácticas y empleo, ya sea Iberdrola o en nuestros suministradores», desarrolló Sáenz de Miera.

Estas sinergias, a su juicio, no sólo son ejemplarizantes, sino que producen «una alianza multiactor verdaderamente transformadora», que contribuye a que miles de jóvenes que padecen una situación de alta vulnerabilidad mejoren su inclusión sociolaboral con empleos de calidad y futuro.

Otra de las ideas clave que expuso Sáenz de Miera es la importancia de la concienciación. No solo con la sociedad civil, sino especialmente con las administraciones y a otras empresas, de manera que, entre todos, podamos actuar de manera contundente y válida. 

¿Qué hace Europa?

Frente a la necesidad de proteger a los niños y adolescentes de las consecuencias climáticas, Europa lleva años trabajando sobre el binomio entre derechos de la infancia y cambio climático, y para ello se sirve de tres instrumentos: «La democracia, el estado de derecho y los derechos humanos», según aseguró Elda Moreno, asesora especial de Medio Ambiente del Consejo de Europa. Este órgano es «plenamente accesible para los más pequeños», aseveró Moreno, que aprovechó para recordar que «los niños también tienen acceso a los tribunales internacionales, donde deben hacer valer sus derechos». Lo hizo para alertar de que una de las grandes preocupaciones de Europa con respecto a este asunto es la enorme exposición de los más jóvenes a la desinformación.

Iberdrola lleva cuatro años colaborando con UNICEF para que los jóvenes en situación de vulnerabilidad puedan aprovechar las oportunidades de empleo de la transición energética

La sesión concluyó con la proyección del testimonio de Jahswill, miembro del Comité Asesor de Niños y Jóvenes: «En mi país, Nigeria, nos enfrentamos a desastres naturales como inundaciones, calor excesivo y sequías. El lago Chad, en su día el más grande de África Occidental, se está secando debido a los efectos del cambio climático. El lago permitía el riego y la pesca, pero ahora las familias no tienen medios de subsistencia, ni los agricultores tienen agua para cultivar; apenas hay peces, y el agua potable es un bien de lujo. La pobreza conduce a la malnutrición y a enfermedades, los niños abandonan la escuela y se ven obligados a realizar trabajos peligrosos o a ser víctimas de matrimonios precoces». 

Urge construir entre todos un sistema más sostenible y más justo para que testimonios como el de Jahswill no se repitan. Administraciones, empresas, ONG y sociedad civil han de garantizar que quienes menos responsabilidad tienen en el cambio climático, especialmente los niños, no sean quienes soporten la mayor carga de sus efectos.