Cambio Climático

La muerte del chocolate

Este alimento, imprescindible en muchas despensas de los españoles, podría desaparecer en el año 2050. Y el culpable es claro: el calentamiento global.

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19
junio
2023

El cambio climático tiene efectos devastadores a gran escala, como inundaciones y olas de calor más intensas, pero también tiene consecuencias sobre nuestras rutinas: esa onza de chocolate que te gusta comer a media tarde puede llegar a convertirse en un lujo muy caro a partir de 2050. Esa es la fecha que le han puesto los expertos a la reducción drástica de la producción de cacao como consecuencia de un clima cada vez más extremo.

Los árboles de cacao crecen en condiciones muy específicas: temperaturas uniformes, alta humedad, lluvia abundante y en lugares donde estén protegidos del viento. Y estas circunstancias solo se dan en selvas tropicales, siendo sus principales productores en el mundo Costa de Marfil, Ghana, Ecuador e Indonesia. Según el estudio Clima & Chocolate, publicado en 2016 por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) —la agencia científica del Departamento de Comercio de Estados Unidos—, en 2050 será cada vez más difícil recolectar el cacao porque los terrenos donde se cultivan sufrirán la evapotranspiración. Es decir que, cuando aumente la temperatura del planeta como consecuencias de la crisis climática, la tierra perderá humedad por evaporación directa, lo que irá unido a la pérdida de agua por transpiración de la vegetación.

El cambio climático provocará que las tierras donde ahora se planta cacao sean más cálidas y más secas, lo que hará peligrar el cultivo. Según un estudio publicado en 2011 sobre el impacto del cambio climático en Ghana y Costa de Marfil, para seguir produciendo cacao, Ghana deberá mover sus plantaciones y pasar de 450 a 500 metros sobre el nivel del mar; Costa de Marfil, de 100 a 250 metros. Pueden significar pocos metros, pero moverse de ubicación puede suponer encontrarse con tierras a las que es muy difícil acceder o acabar en terrenos protegidos medioambientalmente. La situación no es diferente en el resto de países productores, sobre todo teniendo en cuenta que el cacao solo crece en un radio de 20º al norte y sur del Ecuador, donde se dan las condiciones meteorológicas y las características del suelo propicias.

El cambio climático provocará que las tierras donde ahora se planta cacao sean más cálidas y más secas, lo que hará peligrar el cultivo

Los investigadores estiman que los necesarios cambios de ubicación de las plantaciones para seguir produciendo cacao llegarán en varias décadas, así que aún hay margen de maniobra para adaptarse. Una de las opciones que se está barajando son las semillas de cacao modificadas genéticamente, capaces de crecer en las nuevas condiciones atmosféricas y de adaptarse a las largas temporadas de sequías que vienen. Otra opción sería fabricar chocolate en el laboratorio, de manera artificial, algo en lo que ya está trabajando una universidad de Colombia. 

Mientras eso llega, hay una técnica que se puede practicar sobre el terreno para salvar las plantaciones de los efectos del cambio climático. Proviene de Brasil y ya se está traslado a otros países. Esta técnica se llama cabruca y consiste en conservar o replantar otros árboles de selva tropical en el mismo área que los árboles de cacao para que puedan proporcionarle sombra. Esto ayuda a disminuir la temperatura y el fenómeno de la evapotranspiración. Estos árboles que acompañan a los del cacao también les protegen del viento y reducen la erosión del suelo. Naciones Unidas ya lo ha puesto en marcha en zonas de cultivo de Ghana con buenos resultados.

El chocolate antes que el Ártico

Una cadena de supermercados presentaba este año la campaña Fecha de extinción, en el que seleccionaba cinco productos cotidianos (entre ellos el chocolate, los plátanos o el café) y les ponía una fecha de desaparición. Basándose en estudios científicos, la cadena ha querido concienciar sobre los efectos del cambio climático tocando la bolsa de la compra de los ciudadanos.

Esta recopilación de alimentos tiene los dos ingredientes fundamentales para llamar la atención de los consumidores: alimentos cotidianos que están siempre en la lista de la compra y una fecha exacta para su desaparición. Tomamos más conciencia cuando las noticias se pueden palpar, focalizan el problema en algo concreto y lo entendemos como un ejemplo de lo que está pasando. No es lo mismo leer sobre la baja producción de cacao de un agricultor de Ghana a consecuencia de la falta de lluvias que visualizar que dentro de unos años comprar una tableta de chocolate significará un capricho elitista. 

Los científicos llevan décadas alertando de lo que podría suponer el aumento de la temperatura del planeta, pero solo sufrir las olas de calor intensas y encadenadas en verano nos hace tomar conciencia; ponerle una fecha exacta a lo que podría pasar con el chocolate difumina la palabra «futuro» y centra la acción en un momento concreto. Por eso los ecologistas utilizan campañas de impacto «cercanas» para hacernos reaccionar como, por ejemplo, simular qué pasaría en ciertos lugares de España tras el deshielo del Ártico.

«Contar el cambio climático a través de imágenes de personas y de hechos significativos permite que este fenómeno resulte próximo y relevante para el público, lo que facilita que sus consecuencias sean percibidas en la propia vida», apunta un estudio de la Universidad de Navarra. Comunicar bien qué significa el cambio climático, señalan, facilita «la implicación de los ciudadanos». Aunque solo sea para seguir tomando chocolate a media tarde sin que sea un lujo para el bolsillo a partir de 2050.

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