Internacional

«China va a reventar el mercado europeo»

Hablamos sobre los paradigmas del mundo actual liderado por China, Estados Unidos y Rusia con Pedro Baños, experto en estrategia, geopolítica y terrorismo.

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03
enero
2018
Pedro Baños en la Fundación Rafael del Pino, en Madrid

Pedro Baños es coronel del Ejército de Tierra, en actual situación de reserva, y diplomado de Estado Mayor. Ha sido jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo en Estrasburgo y responsable del Área de Análisis Geopolítico, entre otros cargos. Acaba de publicar el ensayo Así se domina el mundo. Desvelando las claves del poder mundial (editorial Ariel). Aprovechamos su presentación en la Fundación Rafael del Pino, en Madrid, para hablar con él de los paradigmas del mundo actual y de las nuevas estrategias económicas y políticas que lideran a tres bandas Estados Unidos, Rusia y China.

El pasado 5 de diciembre, Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel y anunció que trasladaría la embajada estadounidense allí. ¿Estamos al borde de una tercera Intifada?

Las reacciones han sido menos de las esperadas. Yo soy el primero que pensaba que iba a ser mucho más convulso. De hecho, las manifestaciones que ha habido en el propio Israel y en los territorios palestinos no difieren mucho de las que hubo el verano pasado o de las que hay de modo casi rutinario cada vez que hay algún incidente. Luego, las reacciones que ha habido por parte de los países árabes y de la Liga Árabe han sido las propias en este caso, pero no han sido especialmente llamativas. Al margen de las reacciones, yo creo que esta decisión tiene muchas lecturas. Trump está mandando mensajes muy claros que, a lo mejor, no hemos entendido en su totalidad. Está desarrollando una nueva forma de liderazgo en el mundo que nosotros, los europeos, no entendemos, pero que cada vez se está generalizando más. Ahora mismo, los grandes países que de verdad dominan el mundo, o que lo están intentando dominar, se están orientando a un tipo de liderazgo completamente diferente, en cierto modo hasta autoritario, en el que vemos que no está solo Estados Unidos, sino que también están China y, por supuesto, la Rusia de Putin. Todo esto nos tiene que hacer reflexionar profundamente a Europa sobre a dónde está yendo el mundo, y a dónde estamos yendo nosotros mismos. Trump debe ser el único político que está cumpliendo su programa electoral, nos guste o no.

¿El movimiento de Jerusalén forma parte de su campaña por hacer América grande otra vez?  

Claro. Hay que pensar que estamos hablando de una ley de los años 90 que obligaba a los presidentes a aplicar esta medida. Los demás lo habían ido postergando, especialmente Obama y, por lo tanto, Trump quiere dar un giro, sobre todo pensando en el significado y el poder que tiene el sionismo en el mundo. En cierta medida, también son los que manejan los hilos del mundo y él sabe que si quiere hacer un nuevo orden mundial necesita empezar apoyándose en los judíos.

¿Su actitud puede dar pie a una respuesta mucho más contundente con atentados en Occidente?

«Trump debe ser el único político que está cumpliendo su programa electoral, nos guste o no»

Puede darse, pero a Estados Unidos le preocupa relativamente poco porque el país se ha convertido en una isla de seguridad. Pero sí que nos tiene que preocupar a los demás, porque, como no van a poder actuar contra Estados Unidos, sin lugar a dudas actuarán contra todos aquellos que sean sus aliados. Un atentado es un objetivo completamente jugoso para cualquier grupo terrorista, no solo el Estado Islámico, aunque especialmente para ellos ya que Irak acaba de anunciar que ha acabado con él. Una afirmación excesivamente prepotente porque dista mucho de la realidad y, probablemente, quiera demostrar que sigue vivo e intente por todos los medios cometer algún atentado en Europa.

Daesh y otros grupos terroristas de corte islamista son, a día de hoy, la mayor amenaza terrorista a nivel global. ¿Por qué no ha habido todavía un esfuerzo internacional para desarrollar una estrategia contra ellos?

Porque a pesar de que lo llamamos terrorismo global, no lo es. Esa expresión la inventó Estados Unidos cuando le empezó a afectar, especialmente cuando en el verano de 2014 decapitan a su periodista James Foley. Incluso dentro de Europa no nos afecta a todos por igual, y eso es lo que nos impide tener una política común. Es verdad que indirectamente el terrorismo yihadista está rompiendo la Unión Europea porque hay ciertos países, como los del grupo de Visegrado y especialmente Polonia y Hungría, que no quieren saber absolutamente nada del tema de los refugiados por el mero hecho de ser musulmanes. Luego, si vamos a otros escenarios del mundo, por ejemplo, Venezuela, con 50.000 muertos al año por violencia callejera, o Centroamérica con las maras, o México con el narcotráfico… ignoran absolutamente el tema del Estado Islámico porque no les preocupa. De todas formas, a mí me preocupa más Al Qaeda. Un grupo al que no se le da la suficiente importancia, que es mucho más activo y está presente en muchos más países que en 2001. Sin ir más lejos, hace unos meses, uno de los hijos de Bin Laden creó una nueva filial de Al Qaeda en Siria y no nos damos cuenta. Desde su origen, Al Qaeda ha tenido aspiraciones geopolíticas y mundiales que, claramente, van encaminadas a recuperar el Califato mundial, que es el objetivo de todos los salafistas yihadistas.

Lo ocurrido en Siria despertó el movimiento social welcome refugees, y junto a él, una corriente que pedía unidad y solidaridad. Sin embargo, al mismo tiempo nos encontramos con la victoria de Trump, del Brexit y del aumento de popularidad de los partidos de extrema derecha en muchos países de Europa.

Entiendo que inicialmente surja ese sentimiento, y más en España, que es un país acogedor y tremendamente tolerante, pero luego viene el duro choque con la realidad, empezando por la económica. Si tú acoges a alguien es para hacerlo en las mismas condiciones que a un miembro de tu familia, eso tiene un coste que hay que enlazar con la situación que se vive en Europa: paro elevado y muchas personas que no reciben ningún tipo de ayuda. Vivimos en un escenario realmente complejo que va a ir a peor, empezando por la cuestión de las pensiones. Es imposible acoger a más gente cuando ni siquiera eres capaz de dar suficientes derechos sociales a tu población. Antes de que surgiera esto, en 2011, Bélgica ya tenía una lista de personas que iba a expulsar, incluidos españoles. Un motivo muy importante de la victoria del Brexit fue, sin lugar a dudas, la cuestión de los refugiados.

¿Podría irrumpir en algún país europeo, más pronto que tarde, un gobierno de ultraderecha?

No es descabellado en absoluto. Austria, Holanda, Dinamarca… ya hemos visto que es muy posible.

Es desalentador que en las entrañas de un proyecto como el europeo, integrador en su origen, se quieran levantar muros.

Absolutamente. Significaría la desmembración de la Unión Europea. Hay que pensar que, además de los países que nombraba, hay otros muchos en los que este pensamiento está creciendo a un ritmo agigantado, y lo va a seguir haciendo. Esto viene adicionalmente con una desmotivación muy importante de una parte de la población hacia lo que es la Unión Europea. Cuando los jóvenes están desmotivados tratan de buscar una esperanza, aunque sea una ficticia, pero a algo se tienen que agarrar. Nosotros mismos estamos vulnerando nuestros principios europeos.

¿El procés ha sido un reflejo de este resurgir de los nacionalismos?

Los nacionalismos son siempre excluyentes, supremacistas y profundamente egoístas. El separatismo pretende aislarse del grupo en el que está inmerso porque cree que de manera independiente viviría mejor. Pero este nacionalismo, al margen de intereses políticos, que los hay, no es ni más ni menos que el reflejo de la situación social que vivimos. Usan a esa juventud que se siente desamparada, desconcertada y frustrada, para que apoyen ese nacionalismo. Al final, no deja de ser un radicalismo que se puede enlazar con los partidos xenófobos o racistas.

Mencionabas al principio a Rusia. El país inició una supuesta estrategia de ciberataques con las elecciones estadounidenses y que, según dicen, también la pusieron en práctica en el referéndum ilegal del 1-O. ¿Qué interés puede motivar a una potencia como Rusia a intervenir en elecciones ajenas a su país?

«Los nacionalismos son siempre excluyentes, supremacistas y profundamente egoístas»

El mismo que ha tenido Estados Unidos, fueron los inventores de esta modalidad. Sin ir más lejos, aquí en Europa lo intentaron con Macron. Pero como cada vez hay un enfrentamiento más enconado entre estas potencias –Rusia y Estados Unidos– y nosotros vivimos en el mundo anglosajón, solo nos trasladan que el enemigo es Rusia. La realidad es que lo hacen exactamente igual todas las potencias. El objetivo que persiguen, cada uno a su manera y con sus medios, es conseguir a través de las labores de desinformación, de guerra psicológica, que haya un gobierno que les sea afín. Estados Unidos lo ha intentado más de cien veces después de la Segunda Guerra Mundial, en algunos casos llegando claramente a dar golpes de estado.

Si hablamos de geopolítica, no se puede obviar a China. Uno de sus proyectos más ambiciosos es el conocido como one belt, one road, que quiere resurgir el comercio internacional chino en Europa, Asia y África a través de la antigua ruta de la seda. ¿Cómo se explica que ahora sea Estados Unidos quien parece abogar por el proteccionismo comercial y China por un discurso pro-globalización?

Lo primero que hay que tener claro es que la nueva ruta de la seda no es un proyecto, es una realidad, además llevada a cabo con una rapidez inusitada de la que solo China es capaz. La primera vez que lo cita Xi Jinping es en septiembre de 2013 y un año más tarde ya estaba llegando el tren a Madrid, 13.000 kilómetros desde la costa china. Es parte de la invasión económica a la que, sin duda, estamos sometidos. Europa le está vendiendo actualmente a Rusia y a China, por la necesidad económica, todos, o gran parte, de los sectores estratégicos. Grecia ha vendido el puerto del Pireo; Portugal las dos compañías eléctricas estatales, la línea aérea, el banco estatal… Esta realidad es lo que existe detrás de todo lo que está pasando. De repente, Estados Unidos, que fue el inventor de la globalización moderna y del librecambio, descubre que China le va ganando la batalla y esa es la clave de todo. Lo que tenemos que pensar es que todas las decisiones que está tomando Trump son de componente económico. Estados Unidos va a pretender un nuevo Bretton Woods porque sabe que tiene que intentar recuperar el liderazgo económico del mundo. Trump ha aprendido la lección de lo que significó el gran error estratégico de deslocalizar las empresas, especialmente las de tecnología, en lugares como China y México.

¿Las últimas medidas estadounidenses que ponen aranceles a muchos productos, como la aceituna, le ayudan con este objetivo?

Estados Unidos es un país muy, muy especial. Tiene cuatro veces la media de tierras cultivables del mundo. China, sin embargo, con el 22% de la población mundial, tiene solo el 7% u 8% de tierras cultivables del mundo. Encima, Estados Unidos tiene una densidad de población bajísima y la gran parte del campo mecanizado. Eso hay que unirlo al cambio tecnológico que lidera y al hecho de que es un país, que si quiere, puede ser autárquico porque tiene energía de todo tipo y una población completamente acostumbrada a consumir.

Lo contrario que en China…  

O por lo menos pretende lo contrario. Ahora que hemos deslocalizado las empresas allí, que ha aprendido de las tecnologías, las ha mejorado y las puede vender 10 veces más barato, llega Xi Jinping y dice «vamos a volver al librecambio porque ahora me interesa a mí». Entonces Estados Unidos le pone todo tipo de trabas aduaneras porque si no le revienta los mercados. Que es lo que nos va a pasar en Europa.

«Europa le está vendiendo actualmente a Rusia y a China gran parte de los sectores estratégicos»

¿Cómo va a sucederse este proceso en Europa?  

Cometimos el error estratégico de deslocalizar allí las empresas y ahora estamos cometiendo el error de comprarle todo a China y, además, de venderle también nuestras empresas. China empezó con la fase uno, que consistía en exportar su modelo y acaparar los recursos naturales. Ahora, sin embargo, ha optado por ver qué funciona en el mundo y comprarlo y llevárselo a su país. Y, para que nadie diga que se llevan los recursos naturales, lo que hace es estar en los consejos de administración de las empresas que sí lo hacen y que, aparentemente, no son chinas. A Madrid ya están llegando varios trenes a la semana, mientras que nosotros solo somos capaces de enviar uno cada quince días prácticamente vacío. Eso va a ser así en toda Europa, China va a reventar el mercado europeo. Además, les estamos vendiendo la tecnología. Pero, ¿qué sucede? Que a un país, sobre todo a los que más están sufriendo la crisis como Grecia, Portugal y España, no le puedes decir que no venda lo que sea a China.

Hablabas de acaparar los recursos naturales y lo cierto es que China posee una gran cantidad de campos en Centroamérica y, por ejemplo, algunas de las futuras centrales nucleares argentinas. ¿Se puede hablar de una colonización blanda?

Efectivamente. Hoy en día la colonización no se hace a través de medios militares, se hace mediante esta forma más indirecta. Y, sobre todo, porque China lo que vende es la idea de que ha sido un país colonizado y no colonizador y, por tanto, no hay que tener recelos. Ofrece la ventaja de ser un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con lo cual, tiene la capacidad de veto a todos los gobernantes aunque sean unos sátrapas con su población. Y, por último, garantiza que nunca va intervenir en los asuntos internos del país, al contrario que Estados Unidos. China te dice que te va a dar 200 millones, y te los da. Así se están haciendo con el control de una buena parte del mundo.

Primero con Estados Unidos y ahora con China, Europa ha actuado más como facilitador de sus respectivos éxitos que como un agente económico a tener en cuenta. ¿Por qué no hemos sido capaces de recuperar el papel predominante?

Porque no somos capaces de ponernos de acuerdo ni en temas tan básicos como el de los refugiados.

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