Salud

La lucha contra la polio en tiempos de guerra

El doctor Jorge Caravotta, jefe de Programa para la Erradicación de la Polio en Borno de Unicef, comparte su testimonio desde el epicentro del conflicto en la cuenca del Lago Chad.

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07
julio
2017

El violento conflicto que hostiga a Nigeria desde hace ya ocho años no ha hecho más que recrudecerse, y extenderse, a través de la región conocida como cuenca del Lago Chad. La guerra emprendida por el grupo terrorista Boko Haram, la pobreza, el hambre y la polio dejan al trasluz una de las crisis humanitarias y de protección más profundas de África. El doctor Jorge Caravotta, jefe de Programa para la Erradicación de la Polio en Borno de Unicef, comparte su testimonio desde el epicentro del conflicto en este artículo para Ethic.

El 25 de septiembre de 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) retiraba a Nigeria de la lista de países con polio endémica. Esto fue considerado como un gran éxito de la salud pública. Era el último país de África que se retiraba de los países endémicos y ya solo quedaban Afganistán y Pakistán en la lista.

Sin embargo, la alegría duró poco tiempo. Siete meses más tarde, el sistema de vigilancia epidemiológica en el estado de Borno descubriría virus que llevaban circulando de manera inadvertida durante casi dos años por tierras nigerianas. Tras este duro golpe para el sistema de salud, en julio y agosto de 2016 aparecieron cuatro casos más de polio producidos por el virus salvaje tipo 1. Esto creó una emergencia dentro de otra emergencia.

La crisis humanitaria ya existente, con miles de desplazados debido al conflicto y miles de niños separados de sus familias, sin escuelas, desnutridos, heridos, emprendiendo caminatas interminables, huyendo del horror y el miedo, marchando por la noche sin alimentos ni agua, complicaba la respuesta a la emergencia generada por el brote de polio.

He visto a comunidades enteras caminar hasta espacios de tierra libre para montar allí sus casas provisionales de paja. Los he visto auxiliarse entre ellos y recibir la ayuda de las comunidades locales.

La crisis se agrava por la hambruna, la desolación y la desesperanza, que crean un espacio de vacío humanitario difícil de contener. Nadie sabe cuándo terminará este conflicto, ni si hay alguna esperanza de que acabe. Hay fuerzas opuestas combatiendo, maniobrando, escapando y reagrupándose.

La consecuencia es que hay más de 8,5 millones de personas que necesitan ayuda, y 4,4 millones precisan de asistencia urgente. Hay más de 1,6 millones de desplazados en los estados de Borno, Adamawa y Yobe, y se estima que el 55% de ellos son niños. Una cuarta parte vive en campos de desplazados y el resto en las comunidades de acogida. ¿Cuándo despertarán de esta pesadilla?

Erradicacion polio Unicef Nigeria

La mayor cantidad de población desplazada, 781.200 personas, se encuentra en la capital de Borno, Maiduguri, y Jere. En el distrito de Monguno hay unos 135.000; en Dikwa, 116.697; en Konduga, 90.000, y casi 150.000 desplazados originarios de Borno en otros estados. Nos enfrentamos a una carrera contra el tiempo para atender las necesidades básicas de estas poblaciones víctimas de la violencia.

Antes de la crisis humanitaria, los estados del norte tenían los índices de mortalidad más altos de Nigeria, con una mortalidad infantil de 160 por cada 1.000 niños. Casi el 62% de los nigerianos vive por debajo de la línea de pobreza, con un 71% de niños que sufren graves carencias y con una pobre infraestructura de agua y saneamiento. El conflicto ha destruido familias enteras, dejando niños y niñas huérfanos, resquebrajando la sociedad e irrumpiendo con violencia en los lugares más pacíficos.

Casi el 65% de los puestos de salud (475 de los 746) han sido destruidos sin pudor. Robaron las medicinas y el personal tuvo que huir. Se estima que el 75% de las infraestructuras de agua y saneamiento también han sido arrasadas.

3,4 millones de niños menores de cinco años requieren urgentemente servicios de nutrición y salud. Casi 1 millón de niños han perdido la escuela. Desde 2011, 1.200 escuelas han sido arrasadas.

32.000 niños están solos y separados de sus familias y 8.000 están asociados a fuerzas armadas, y hay 7.000 mujeres secuestradas por Boko Haram sujetas a violencia sexual.

Son datos y cifras, pero detrás hay vidas humanas.

En medio de la inseguridad, Unicef, el Ministerio de Salud y sus aliados proporcionan servicios básicos de agua, saneamiento, salud y nutrición, educación y protección para la infancia para cientos de miles de niños y familias desplazadas. Cada cuatro semanas, vacunamos a 1,7 millones de niños de 0 a 5 años contra la poliomielitis.

Desde el brote de la epidemia de polio en julio de 2016, se han implementado ocho campañas de vacunación. Aún quedan casi 200.000 niños que deberían ser vacunados y que viven en áreas remotas a las que no podemos llegar por motivos de seguridad. El Ministerio de Sanidad está realizando intervenciones especiales para vacunar a estos niños.

Unicef y el equipo de más de 2.500 voluntarios recorren casa por casa, movilizando a las comunidades y a las familias. Porque, pese a todas las di cultades, seguimos trabajando por el sueño de liberar a Nigeria de la polio. Todavía es posible.

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