Educación

«Los medios tratan la pobreza de forma confusa y superficial»

«Ofrecer a la sociedad una mejor información sobre asuntos relacionados con la pobreza y la desigualdad». Ese el objetivo de ‘Por causa’, un proyecto puesto en marcha por Gonzalo Fanjul y Gumersindo Lafuente.

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29
noviembre
2013

«Ofrecer a la sociedad una mejor información sobre asuntos relacionados con la pobreza y la desigualdad». Ese el objetivo de Por causa, un proyecto puesto en marcha por el investigador Gonzalo Fanjul y el periodista Gumersindo Lafuente para arrojar luz sobre un problema sepultado por las sombras de un sistema que se pierde en la búsqueda de la comodidad.

Por Sandra Gallego Salvá

Ethic: ‘Por causa’ nace en un momento de creciente desigualdad. ¿Cuál es el objetivo del proyecto?

Gonzalo Fanjul: El objetivo es muy simple: ofrecer a la sociedad una mejor información sobre asuntos relacionados con la pobreza y la desigualdad. Nuestro punto de partida es que el modo en que los medios de comunicación tratan a menudo estos asuntos es muy superficial, muy confuso, muy fragmentado, y eso debilita el debate público.

Ethic: ¿Y cuáles son las líneas estratégicas?

Gumersindo: Además de lo que ha dicho Gonzalo, que es digamos la sustancia principal de Por causa, lo que nos mueve también es amplificar la idea de lo que significa la pobreza. La pobreza está relacionada con muchos asuntos, no es algo tan simple en una sociedad sofisticada como la nuestra. Parece que en los últimos años nos conducía a pensar en otros países, en lugares remotos y ahora estamos viendo cómo es algo que nos concierne mucho más de lo que suponíamos. Es un momento para abordar este asunto desde diferentes miradas, que tienen que ver con la salud, la educación, la sostenibilidad… Luego, desde el punto de vista periodístico, hay una faceta muy importante que queremos que Por causa trabaje, que es todo lo relacionado con la recogida y el tratamiento de datos. Creemos que intentar llevar al periodismo a ese terreno de juego es fundamental. Creemos también que con esa manera de trabajar vamos a poner nuestro granito de arena en el entrenamiento de lo que significa una ley de transparencia. La que está a punto de entrar en vigor en España es muy mejorable, pero pensamos que parte de esas mejoras se pueden conseguir. La mejor manera de explicarle a la sociedad lo que puede significar una buena ley de transparencia es intentar usarla desde el ámbito periodístico. Por último, otra de las misiones de Por causa es intentar trasladar todo este trabajo de abordar con rigor la investigación de los temas de pobreza y desigualdad, intentar desarrollar de una manera intensa el periodismo de datos y su visualización y acercar ese trabajo a los medios convencionales que no se ocupan de ello, porque no está dentro de sus estrategias o porque en un momento económico difícil no tienen capacidad financiera para hacerlo. Nosotros vamos a intentar colaborar con los medios para introducir estos temas y de esta manera en su agenda informativa.

Ethic: Muchas ONG que trabajaban tradicionalmente en países pobre ahora están poniendo el foco en España. ¿Dónde va a estar el foco de ‘Por causa‘?

Gonzalo Fanjul: Por causa no tiene un foco geográfico específico. Nosotros abordamos los problemas de pobreza y desigualdad desde una perspectiva muy amplia, empezando por la transparencia misma en el acceso a la información, el hecho de que la sociedad cuente con los elementos que necesita para tener un debate, una conversación razonable sobre estos temas. Mi experiencia profesional es que no hay nada fundamentalmente diferente en los orígenes del problema de la pobreza en España y en América Latina. Quizás en África tiene sea diferente. Pero hay un problema creciente de desigualdad, de brechas entre sectores de la sociedad, que están atendidos y tienen derecho a la salud y a la educación, y sectores de la población que simplemente quedan fuera del sistema, y eso se replica en cada uno de los continentes con mayor o menor intensidad. Yo ahora trabajo en organizaciones como el Instituto de Salud Global de Barcelona, donde estamos analizando para el caso europeo las mismas batallitas para el acceso a medicamentos esenciales que yo analizaba con Oxfam en el año 2001 en Sudáfrica, es decir, que se replica el modelo y, en último término, estamos hablando de fiscalidad progresiva, de protección de la sociedad, de derechos esenciales… España ahora es uno de esos frentes, como es lógico.

Ethic: Tenéis una forma de trabajar colaborativa. Desde vuestra web, ofrecéis la posibilidad de colaborar en distintos frentes del proyecto.

Gumersindo: Para levantar un proyecto como el que estamos intentando construir, en España y en la actual situación, la única manera era hacerlo sin una estructura fija, física, que requiriera unos costes para su propio sostenimiento. Nuestra fórmula es buscar financiación para cada proyecto o cada causa, pero que esa financiación no se disipe en pagar una oficina y unos sueldos fijos. Todo es, de alguna manera, virtual. Pero también es verdad que el equipo fundamental con el que trabajamos no está en Madrid. Estamos en Madrid Gonzalo y yo, pero nuestro periodista especializado en datos, Carlos Martínez de la Serna, está en este momento en Stanford y nuestro especialista en visualización, Alberto Cairo, está en la Universidad de Miami. Tenemos la fortuna de que hoy, con el trabajo en red, esto se puede hacer. Estamos intentando reunir talento, gente que tenga la misma motivación de trabajo que nosotros esté donde esté.

Ethic: Habéis hablado también de un modelo de transparencia y hemos visto que el proyecto se financia con donaciones privadas. ¿Qué mecanismo tenéis para salvaguardar la independencia de Por causa?

Gumersindo: Hay que dejar claro que Por causa no es un medio, no compite con los medios, no es ni una revista ni un periódico y, por tanto, esperamos que nuestra manera de funcionar sea muy transparente, en el sentido de que lo que queremos es extraer toda la información relevante posible sobre los temas en los que estemos trabajando y ponerla a disposición de la sociedad, principalmente de medios que puedan aprovecharla para hacer investigación periodística, poner una información de calidad en manos de quien quiera profesionalmente usarla para sacar conclusiones de ella. En ese sentido, nuestra vocación de transparencia es absoluta. No queremos jugar al juego de guardarnos información, de tener determinadas estrategias de publicación, porque no somos un medio ni competimos en ese ámbito.

Gonzalo Fanjul: Es un salto mortal. En un contexto como el español, este es un  modelo que está por probar todavía. Nuestra inspiración, que es un modelo como el de ProPublica en Estados Unidos, es un modelo muy anglosajón, donde hay una involucración privada en asuntos públicos. Ahora bien, nuestra sensación, por las reuniones que hemos ido teniendo y por cómo hemos ido tanteando el mercado, es que la gente está dispuesta a involucrarse en proyectos de calidad que aportan un valor añadido y que esa sea su manera de comprometerse con la situación. Hay una inquietud general, hay una necesidad de la gente de hacer algo en este momento y esta es una buena manera de hacerlo. Una de las mejores maneras de financiarse bien es no necesitar mucho y nosotros no pretendemos vivir de esto. Sí pretendemos remunerar adecuadamente a los periodistas que se involucren -algo no habitual en la profesión-, pero no es nuestro medio de vida. Eso quita carga financiera al proyecto.

Ethic: Hay un gran reto que consiste en sensibilizar al ciudadano. En España, la educación está ideologizada de una forma obscena.. ¿Han olvidado también los grandes medios esa misión tradicional suya de informar, formar, entretener?

Gumersindo: Los grandes medios están, no solo en España, sino en casi todos sitios, sufriendo una crisis y peleando por su supervivencia, sumidos en una confusión tan grande que con sobrevivir tienen suficiente como para preocuparse de todo lo demás. Tampoco es justo responsabilizar de todo a los medios. Es una responsabilidad que debe asumir toda la sociedad. Los conciudadanos no pueden evitar sentirse concernidos por esa realidad. Hemos construido una sociedad en la que muchos nos hemos acomodado a una situación que no deberíamos haber permitido. Quizás sea un buen momento para, aprovechando la crisis, entender que el Estado se ocupa de unas cosas, que los medios se ocupan de otras, pero que los individuos nos tenemos también que implicar.

Ethic: Esta transformación está muy conectada con el espíritu de Internet, del periodismo digital. ¿Se está produciendo una sustitución a través de estos canales, como las redes sociales, los medios online, de esa función de vigía que tenían los medios tradicionales?

Gumersindo: Bueno, puede parecer una mirada un poco inocente, pero yo creo que eso está sucediendo. La tecnología está empoderando a muchas personas, porque tienen intereses comunes, porque tienen aficiones comunes y se unen a través de la tecnología y pueden hacer muchas cosas que antes no podían hacer de manera conjunta y coordinada y eso, trasladado a la acción política, está empezando a tener unos indudables efectos. Las organizaciones que hasta ahora han sostenido la democracia -partidos políticos y sindicatos-, han tenido y tienen unas estructuras tremendamente opacas y cerradas que están siendo puestas en evidencia por este nuevo ecosistema. Aunque los cambios no sean rápidos y visibles, se está sembrando algo que en algún momento se cosechará. No solo en el terreno de la acción política, sino en el ámbito del periodismo, en el de la educación, etc., va a haber lo que algunos especialistas empiezan a llamar la «revolución de los amateurs», amateurs de la política, de la ciencia, del periodismo, de la educación, etc., que van a hacer valer su influencia gracias al poder que les está ofreciendo la tecnología.

Ethic: Esta revolución ‘amateur’, vista desde un proyecto como Por causa, en el que apostáis por el rigor informativo, ¿no puede tener un efecto pernicioso?

Gumersindo: Cuando hablamos de aficionados o amateurs, en muchos casos es gente cuya curiosidad o afición por algo les ha llevado a un altísimo grado de conocimiento del asunto al que se dedican, tenga o no que ver con su profesión. Lo que la tecnología está consiguiendo es que esa persona que por pasión se dedica a un asunto concreto ponga en evidencia algunas veces a los que profesionalmente se ganan la vida con ello. En España, no tenemos esa visión de devolverle a la sociedad lo que la sociedad te ha dado. Los que tienen dinero porque les han ido bien los negocios piensan que se debe exclusivamente a su talento. Pero, en paralelo, están sucediendo otras cosas pequeñas… películas que antes era imposible hacer sin una gran subvención del Ministerio hoy se hacen porque se juntan 150 personas que las financian, libros que antes habría sido imposible publicar o proyectos sociales que antes, si no dependían de una gran organización que a su vez tenía una gran financiación del Estado, habría sido imposible llevarlos a cabo, hoy empiezan a hacerse realidad. Empieza a haber una especie de entrenamiento en esa práctica de apoyo económico o social a esas iniciativas. A lo mejor estamos también en una burbuja de la microfinanciación social, pero de esa burbuja van a salir prácticas positivas. Se ven resultados.

Ethic: ¿Cuáles son los grandes retos en la lucha contra la pobreza en el siglo XXI?

Gonzalo Fanjul: La pobreza es como el juego de tres vectores, dos clásicos, que son la necesidad de encontrar recursos para financiar las necesidades y el reto de la voluntad política para gestionar asuntos que dependen de un gobierno, y un tercer reto, prioritario ahora, que es el de la creatividad y la innovación. Se ve en casos como el de Lampedusa, que es la manifestación extrema del reto crucial de cómo regular los flujos migratorios. Estamos en un mundo complejo que no tiene instituciones para abordar el reto de las migraciones, donde hay que empezar de cero, crear instituciones nuevas, concebir normas nuevas. No es tanto un problema de voluntad política o de financiación, sino de creatividad. La cuestión fundamental en mi opinión es la de la desigualdad. El planeta no ha conocido una prosperidad como la actual; incluso en las regiones más atrasadas, como el África subsahariana, que crecen a un ritmo del 8 o el 9%. Mozambique es un país que se ha transformado en 35 años y, sin embargo, es una fotografía del África del siglo XXI, un país profundamente desigual, donde la esperanza de vida media es de 49 años, mientras que en Maputo uno se encuentra con la mejor atención sanitaria que uno pueda recibir en el África subsahariana. La desigualdad es un problema en Mozambique como lo es en Madrid, en donde se está produciendo no solo un incremento de los riesgos que afectan a la población pobre, sino una destrucción de los sistemas de protección, que es algo que resultaba determinante, que establecía la diferencia entre la pobreza y la vida digna. Ahora es la ansiedad, la desprotección, el no saber qué va a ocurrir al día siguiente… en parte es el desempleo, pero es mucho más que eso. Es un inmigrante que no tiene una tarjeta sanitaria, es una señora que tiene que vivir con 397 euros  al mes, que es la renta mínima de inserción y que está sujeta a unas condiciones que se le pueden acabar. Ese es el determinante ahora.

El investigador Gonzalo Fanjul y el periodista Gumersindo Lafuente tras la entrevista.

Ethic: Es difícil hablar de desigualdad hoy día sin tener en cuenta las políticas de austeridad. ¿Cuáles van a ser sus efectos?

Gonzalo Fanjul: Está sucediendo que el Estado se está retirando y, con más o menos fortuna, está estimulando la involucración del sector privado. Ahora se está negociando en el Parlamento la ley de mecenazgo, que va a multiplicar los incentivos a la financiación privada, tanto de empresas como de individuos. En España, hemos estado durante muchos años muy por detrás no ya de Reino Unido o de Estados Unidos, sino de Francia en cuanto a los beneficios fiscales. No hemos establecido con claridad cuáles son las líneas rojas por debajo de las cuales el Estado no se puede retirar. Lo que me preocupa de esta crisis es que, amparándonos en una situación de emergencia, estamos transformando estructuralmente el modo en el que concebimos el papel del Estado en la sociedad. Cuando esto haya pasado, serán una sociedad y un estado muy diferentes y habremos admitido por la fuerza de los hechos lo que era concebido como una emergencia. Cuando el Gobierno retira la protección sanitaria a un número indeterminado de inmigrantes -entre 500.000 y 800.000-, lo más llamativo del asunto es que nadie se lo había pedido, es que ni sus propios votantes se lo habían reclamado, pero una vez que se ha dado ese paso, el coste político será dar el paso contrario y será mucho más difícil hacerlo. Son pasos atrás generacionales.

Ethic: Es esa correlación entre desigualdad y austeridad…

Gonzalo Fanjul: Hay muchas formas de hacer austeridad. Si se reduce el gasto público sin garantizar unos mecanismos básicos de redistribución y de protección, estás fomentando la polarización social. Cáritas habla de 3 millones de familias que se encuentran en la denominada ‘pobreza severa’, que son menos de 327 euros al mes por individuo. El problema de esas familias ya no es solo un problema de ingresos, sino que el conjunto de elementos que apuntalaban la seguridad de las familias –saber que una enfermedad no va a agotar el presupuesto familiar, que se tiene una vivienda bajo la que techarse-, ese tipo de elementos se están destruyendo con mucha facilidad. Llevado al extremo, no hay mucha diferencia con una familia de Mauritania que, si se multiplica el precio de los alimentos, eso tiene un efecto en cadena, donde antes había que pagar 100 por los alimentos ahora tienen que pagar 180 y eso significa que sacan a los hijos de la escuela, en primer lugar a las niñas, que no terminan el tratamiento antibiótico de un hijo y le generan una resistencia, etc. Eso te inserta en un círculo vicioso de riesgos y vulnerabilidades. En España, estamos viviendo eso. Más que fijarse en los niveles de gasto público, hay que fijarse en el modo en que se hace ese gasto, es decir, desprotegiendo a la población. Las organizaciones dicen que cuando la crisis haya pasado vamos a tardar generaciones en recuperar a esa población que ha quedado descolgada. Ese es el gran riesgo, la quiebra social, más que las necesidades evidentes. Uno de los temas que nos interesan es el de la pobreza infantil. Es más preocupante que un problema de desnutrición uno de mala nutrición, que se traducirá en problemas cardiovasculares y de obesidad dentro de una generación, dentro de 25 años. Es una parte de la población que se va a encontrar desprotegida. Es la sociedad a la que vamos, una que se parece más a la estadounidense que a la francesa.

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