Voluntariado corporativo

Cómo las empresas están redefiniendo el compromiso social

ETHIC / Cómo las empresas están redefiniendo el compromiso social
Cada 5 de diciembre, el Día Mundial del Voluntariado celebra el enorme papel que desempeñan quienes ponen su tiempo y su talento, de forma altruista, al servicio de los demás.

Esta mañana, alguien ha dedicado su tiempo libre a limpiar un bosque cercano. Otra persona ha estado asesorando a jóvenes que buscan trabajo, y otra ha estado repartiendo alimentos a familias vulnerables. Estos pequeños gestos, que ocurren a diario, son capaces de impulsar comunidades enteras. Allí donde hay un voluntario, hay también una intención de cuidar y de construir algo que trasciende lo personal. Y esa intención, que durante años nacía a nivel individual y al acabar la jornada de trabajo, hoy se ha convertido en una pieza fundamental dentro de las empresas. 

El voluntariado corporativo es la participación de los empleados en actividades sociales y medioambientales, apoyada y promovida por su empresa. En España, comenzó a tomar forma a finales de los años 90, de la mano del impulso de la responsabilidad social corporativa (RSC) y movimientos globales como el Pacto Mundial de la ONU.

Alrededor del 71% de las grandes empresas españolas cuentan con programas de voluntariado corporativo, según datos de la Fundación PwC

En sus inicios, estas iniciativas nacían del empeño de empleados comprometidos o de colaboraciones puntuales con ONGs. Sin embargo, el panorama ha cambiado por completo desde aquellos años. Hoy por hoy, la organización Voluntare estima que alrededor del 67% de las compañías españolas cuentan con programas de voluntariado corporativo. Entre las grandes empresas, este compromiso podría ser todavía más común: la Fundación PwC muestra que un 71% de ellas dispone de un programa de voluntariado corporativo. Estas cifras revelan que se ha consolidado en la agenda empresarial, dado que está considerada como una gran herramienta de gestión que conecta a una institución con su comunidad y le aporta un valor añadido interno que antes pasaba desapercibido. 

A esto se le suma la cultura del siglo XXI, que incluye una mayor concienciación ética, el empuje de regulaciones nacionales (como la Ley de Voluntariado de 2015 que reconoce a las empresas como promotoras de voluntariado) y, más recientemente, el efecto catalizador de la pandemia por el COVID-19. Entonces muchas compañías vieron en la crisis sanitaria una oportunidad para reforzar su compromiso social y tejer alianzas más estrechas con entidades altruistas. De hecho, 9 de cada 10 empresas lograron adaptar sus acciones de voluntariado durante los confinamientos y, gracias a formatos hasta entonces menos explorados, como el remoto, se empezó a estimular la idea del «voluntario híbrido», que combina lo virtual con lo presencial. 

Otra señal del nuevo impulso del voluntariado corporativo es su creciente integración con la estrategia y los valores de las empresas. Según la Fundación Adecco, actualmente, el 65% de las organizaciones con voluntariado en España afirma que sus programas ya están alineados con la estrategia de la empresa, la agenda ESG y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Esto significa que las empresas ahora diseñan sus iniciativas solidarias de forma coherente con su misión, buscando maximizar el impacto social a la vez que refuerzan objetivos corporativos. 

Un estudio de Voluntare mostró que, tras 18 horas de voluntariado, el compromiso de los empleados con su empresa creció en promedio un 11%, llegando al 16% doce semanas después.

En síntesis, el voluntariado corporativo es una forma de lograr beneficios compartidos entre empresa, empleados y sociedad. Es una práctica que ayuda directamente a los colectivos destinatarios, pero también repercute positivamente dentro de la propia empresa: estudios señalan que estas iniciativas aumentan el orgullo de pertenencia de los empleados. Concretamente, alrededor del 90% de las grandes empresas afirma que su programa de voluntariado mejora la implicación y el compromiso de su plantilla, según datos de PWC. Otro estudio, en este caso de Voluntare, mostró que, tras realizar unas 18 horas de voluntariado, el compromiso de los empleados con su empresa creció en promedio un 11%, llegando al 16% doce semanas después. Cuando los voluntarios corporativos comprueban el propósito de sus acciones, es decir, cuando entienden a quién están beneficiando y cómo contribuyen a un cambio real, su engagement aumenta aún más.

En este contexto de evolución, madurez y crecimiento sostenido del voluntariado corporativo, llega cada año una fecha importantísima para recordar el valor de quienes lo hacen posible: el Día Mundial del Voluntariado, celebrado cada 5 de diciembre. Se trata de una invitación anual a mirar hacia dentro de las organizaciones y darnos cuenta de que el impacto social nace, aparte de en las grandes estrategias, en el compromiso de las personas que las integran. Y es precisamente en este marco, cuando el foco internacional se posa sobre la capacidad transformadora del voluntariado, donde cobra especial sentido poner el acento en aquellas compañías que han sabido articular programas sólidos. Entre ellas, Moeve ocupa un lugar destacado.

La compañía lleva casi una década impulsando a través de su fundación su programa propio de voluntariado corporativo. El propósito es claro: ofrecer a los profesionales de Moeve la posibilidad de contribuir activamente a causas sociales relevantes, respondiendo a sus inquietudes solidarias y que el voluntariado se convierta en un eje de cohesión interna y de impacto externo, plenamente alineado con el propósito y los valores de la compañía.

Es uno de los ‘poderes’ que Fundación Moeve sabe ver y reconocer en el voluntariado, el de transformar vidas y organizaciones, generando oportunidades y contribuyendo a la unión de los equipos. También el poder de inspirar y generar referentes. «El voluntariado corporativo es una palanca estratégica: conecta el talento con causas reales, refuerza la cultura de compañía y genera un impacto que trasciende a la organización. Cuando las personas se implican, la empresa crece en propósito y la sociedad en oportunidades», explica Teresa Mañueco, directora de Fundación Moeve.

A lo largo del año, Fundación Moeve organiza diversas actividades de voluntariado, de carácter profesional, con acciones en las que a través de su conocimiento y experiencia los empleados voluntarios pueden generar un impacto positivo, medioambiental, con campañas de sensibilización y actividades de conservación del medio ambiente, y con acciones de voluntariado social, a través de iniciativas de apoyo a colectivos vulnerables y en campañas de recogida de fondos. Esta amplitud de ámbitos permite que cada voluntario encuentre un espacio donde aportar valor, ya sea sumándose a campañas de reforestación y limpieza de entornos naturales, impulsando la empleabilidad de personas en busca de oportunidades laborales o apoyando a colectivos vulnerables para cubrir necesidades esenciales.

Teresa Mañueco: «Cuando las personas se implican, la empresa crece en propósito y la sociedad en oportunidades»

La escala y la continuidad de estos esfuerzos hablan por sí solas. Solo el año pasado 2024, Fundación Moeve contó con la participación de 1.284 voluntarios. Cuando la DANA golpeó la Comunidad Valenciana, Fundación Moeve creó un plan de voluntariado dirigido a los empleados de la compañía para sumarse a las labores de limpieza y a la distribución de ayuda en las zonas afectadas. Al fin y al cabo, el programa de voluntariado es un recordatorio más de que el impacto social nace de gestos pequeños que, cuando se unen entre ellos, se convierten en fuerza colectiva. Detrás de cada actividad, hay empleados que deciden regalar parte de su tiempo para mejorar el lugar en el que viven.

Por eso, en este Día Mundial del Voluntariado, mirar a iniciativas como la de Fundación Moeve es mirar hacia un modelo que pone a las personas en el centro, y que demuestra que la solidaridad puede organizarse. Sin duda, el compromiso individual es una forma de tejer comunidad, y cuando una empresa acompaña ese impulso humano, la transformación es doble: cambia el entorno, pero también cambian quienes se implican en él.