Una ciudad diseñada por y para todas las personas

ETHIC / Una ciudad diseñada por y para todas las personas
El urbanismo participativo e inclusivo es clave para crear ciudades accesibles, sostenibles y diseñadas para todas las personas. En Madrid Nuevo Norte, más de 35.000 personas ya han tomado parte en esta transformación que pone la diversidad y la convivencia en el centro del desarrollo urbano.

Durante gran parte del siglo XX, el diseño de las ciudades respondió principalmente a una visión que priorizaba la movilidad del vehículo privado y dividía la ciudad en sectores exclusivamente pensados para un solo uso —para trabajar, para comprar o para vivir. Se creó, así, un modelo urbano pensado para un perfil homogéneo, muy alejado de la diversidad real de las personas que habitan los espacios urbanos. «El urbanismo, que nace a mediados del siglo XIX en Barcelona con Cerdà, en Viena con Camillo Sitte y en Gran Bretaña con Raymond Unwin, es el momento occidental y masculino de la construcción de la ciudad productivista», afirma Thierry Paquot, filósofo y catedrático en el Instituto de Urbanismo de París. Para el experto, este urbanismo no considera las necesidades de la infancia, pero tampoco las de cualquier persona que no sea un hombre activo, sano y solvente. Por eso, las grandes ciudades priorizaban el uso de los coches y situaban las paradas y estaciones de tren o metro en zonas de negocios. 

¿Qué ocurría con otras necesidades más vinculadas a la vida cotidiana y los cuidados? ¿Dónde quedaban todas las actividades que, a pesar de su valor, no formaban parte de las prioridades de quienes diseñaban las ciudades? ¿Qué espacio se dejaba al juego, los cuidados o la vida social? La forma en la que habitamos y nos desplazamos por la ciudad no es neutra y no responde a un único patrón. Afortunadamente, hoy ese enfoque está cambiando para alinearse con nuevas normativas y con los objetivos de la Agenda 2030, que promueven ciudades más inclusivas, accesibles y sostenibles. En este marco, el urbanismo participativo se convierte en una herramienta clave para mejorar la habitabilidad y garantizar que todos los perfiles y colectivos estén contemplados en la transformación de la ciudad.

El urbanismo participativo mejora la habitabilidad y garantiza que la ciudadanía forme parte de la transformación de la ciudad

Con este cambio de enfoque, uno de los elementos que realmente hacen diferente a Madrid Nuevo Norte y facilitaron su aprobación unánime en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid fue el amplio consenso social que se alcanzó gracias a la integración real de la participación ciudadana a lo largo de todo su proceso de desarrollo. Desde sus inicios, el proyecto ha puesto en marcha múltiples procesos colaborativos que han involucrado a colectivos muy diversos, lo que está logrando incluir principios fundamentales como la accesibilidad y el diseño universal.

Escuchar a la ciudad

Madrid Nuevo Norte es un proyecto pionero en el que ya han tomado parte más de 35.000 personas mediante distintas iniciativas participativas. De hecho, en 2016, se creó un departamento específico para fomentar el diálogo permanente con la ciudadanía, especialmente, con vecinas y vecinos de los barrios cercanos a esta zona. Además, se han desarrollado diferentes iniciativas dirigidas de forma específica a colectivos de personas mayores, adolescentes, infancia, mujeres, y también personas con diferentes discapacidades.

Entre las iniciativas específicas para garantizar la inclusión de las personas con discapacidad están, por ejemplo, una serie de talleres con la colaboración de la Fundación Juan XXIII en los que han participado personas con diversidad física, cognitiva y sensorial, así como con trastorno del espectro autista (TEA) y sus familiares o personas cuidadoras. Una vez recogidas las propuestas, se analizan y se devuelven los resultados a quienes participaron, explicando qué se ha incorporado, qué no y por qué. Este retorno es clave para generar confianza y demostrar que la participación tiene un impacto real. De hecho, gracias a la participación ciudadana, se han ajustado la distribución de zonas verdes, la ubicación y uso de equipamientos públicos, las conexiones físicas con el entorno o la restauración del patrimonio histórico local, siempre teniendo en cuenta las necesidades expresadas por diferentes colectivos y las personas que habitan los barrios colindantes. 

Hacia la accesibilidad universal

Diseñar una ciudad para todas las personas implica mucho más que suprimir obstáculos físicos. Significa planificar espacios urbanos que puedan ser utilizados de manera segura, cómoda y autónoma por la mayor diversidad de personas posible, sin importar la edad, las capacidades físicas o sensoriales, el género o la situación social. Esto incluye aspectos muy diversos: desde la iluminación adecuada de calles y plazas, la presencia de más bancos y zonas de sombra, aceras amplias y espacios seguros y cómodos, hasta carteles y señalética clara y comprensible para todas las personas.

Desde Madrid Nuevo Norte, se promueve la accesibilidad universal a través de tres pilares: un diseño que va más allá de la eliminación de barreras físicas, la creación de una cadena de movilidad accesible y el diseño de itinerarios peatonales seguros y accesibles. Gracias a ello, la ciudad resulta cómoda y accesible para todas las personas, desde familias con carritos hasta personas mayores o con movilidad reducida, fomentando al mismo tiempo la seguridad y la tranquilidad de quienes se desplazan por sus calles.

Incorporar la diversidad en el desarrollo urbano no solo contribuye a crear entornos más inclusivos, sino que también impulsa la convivencia y el bienestar comunitario.

Además, este enfoque se alinea con los principios de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, reconociendo la accesibilidad como un medio para que todas las personas puedan ejercer sus derechos básicos: desplazarse con seguridad, acudir al médico, participar en la vida social y comunitaria, y disfrutar de la ciudad de manera autónoma e inclusiva. Escuchar a la ciudadanía en el rediseño de los barrios garantiza que sus necesidades se reflejen en las decisiones urbanísticas y refuerza el compromiso con la igualdad y la inclusión. Una ciudad diseñada para ser accesible no solo facilita la movilidad y el uso de sus espacios a quienes tienen necesidades específicas, sino que mejora la vida de todas las personas, garantizando autonomía, seguridad y bienestar.