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ESPECIAL ESG
La Directiva de Información Corporativa sobre Sostenibilidad (CSRD, por sus siglas en inglés) marca un verdadero punto de inflexión en la forma en que las empresas de la Unión Europea deben reportar su impacto ambiental, social y de gobernanza (ESG: Environmental, Social, and corporate Governance). Con la cuenta atrás ya en marcha desde 2024, las grandes compañías se enfrentan a la necesidad de ejercer una transparencia más exhaustiva y cumplir con mayores exigencias en la divulgación de información no financiera. No basta con ajustar los informes que presentan al mercado: ahora deben integrar estos nuevos requisitos en su modelo de negocio y encajarlas en un engranaje que asegure su estabilidad y competitividad. Identificar las fechas clave, optimizar procesos internos y adoptar herramientas tecnológicas adecuadas serán acciones cruciales para convertir este desafío regulatorio en una ventaja estratégica.
El propósito de esta normativa es equiparar la información no financiera con la financiera, ofreciendo a los distintos grupos de interés datos consistentes y comparables sobre el impacto social, ambiental y de gobernanza de las empresas. Esto facilitará que inversores, consumidores, empleados, proveedores y demás stakeholders tomen decisiones más informadas y responsables, al disponer de una visión clara de cómo las compañías gestionan los riesgos y oportunidades en un contexto de crisis climática. «El efecto será una mayor transparencia y una mejora cualitativa en los informes de sostenibilidad», comenta Elsa Castillo, coordinadora de reporting y análisis del Pacto Mundial de la ONU España.
La CSRD surge de un proceso evolutivo impulsado por diversas fuerzas: desde la creciente conciencia social sobre la sostenibilidad ambiental hasta la exigencia de mayor transparencia y responsabilidad empresarial. La normativa responde a la necesidad de aclarar qué se hace, cómo se hace, a costa de quiénes y de qué manera una empresa obtiene sus beneficios. «Ahora los inversores cuentan con la información necesaria para comprender el impacto en sostenibilidad de las empresas a las que destinan su capital», afirman fuentes de la Comisión Europea, a través de un correo electrónico.
La CSRD ha sido un gran avance en un mundo cada vez más necesitado de información sobre el impacto que tienen las compañías en el mercado. «Ha sido un gran acierto de la Comisión Europea. Con la CSRD se ha dado un paso de gigante», asegura Josina Kamerling, responsable de Asuntos Regulatorios EMEA (Europa, Oriente Próximo (literalmente, Oriente Medio) y África) en CFA Institute, una asociación global de profesionales en inversión. La nueva normativa CSRD amplía significativamente el alcance de la anterior Directiva sobre Divulgación de Información No Financiera (NFRD), tanto en los sujetos obligados a informar como en los contenidos requeridos.
Esto supone un cambio importante, pues aumenta de 12.000 a casi 50.000 las empresas europeas que deberán divulgar información sobre sostenibilidad según explica un informe de Forética, la organización referente en sostenibilidad y responsabilidad social empresarial en España. La Comisión Europea explica que los umbrales monetarios utilizados para definir a las grandes empresas acaban de aumentarse, lo que ha reducido el número de grupos sujetos a los requisitos de información de sostenibilidad bajo la CSRD de unos 49.300 a aproximadamente 42.500, una reducción de aproximadamente el 14%. A nivel nacional, más de 5.500 firmas españolas tienen la obligación de presentar informes conforme a la CSRD, reportando sobre su actividad de 2024.
Los países de la UE tienen que incorporar la normativa en sus legislaciones nacionales. En España, ya se ha publicado el Anteproyecto de Ley que establece el marco de información corporativa en temas medioambientales, sociales y de gobernanza. Se prevé que su tramitación termine a lo largo de 2024, de acuerdo con Forética.
El artículo 19 de la directiva indica la información requerida. Se pide información amplia, como el modelo de negocio, oportunidades ligadas al desarrollo sostenible, plan financiero alineado con los objetivos del Acuerdo de París, modelo de gobernanza o un informe de riesgos e impactos potenciales, explica Castillo. Pero también es necesario presentar datos más concretos o de naturaleza cuantitativa, tales como indicadores específicos de todas las políticas y procesos, o datos y objetivos orientados a una docena de estándares, que abarcan desde las cuestiones de biodiversidad, huella hídrica o contaminación hasta asuntos relacionados con la plantilla, los proveedores, consumidores o el buen gobierno.
«El elemento central de la CSRD es la exigencia de que las empresas informen siguiendo los Estándares Europeos de Información de Sostenibilidad (ESRS)», abunda Fernando Gutiérrez del Arroyo, director de Control interno ESG en Banco Sabadell. La Comisión adoptó un primer conjunto de ESRS en julio de 2023. Y la arquitectura de los ESRS está diseñada para comunicar la sostenibilidad de manera estructurada, abarcando tres áreas clave:
Una destacada firma de moda que decida continuar su actividad en España (o en cualquier país de Europa), por ejemplo, deberá evaluar diversas acciones relacionadas con su actividad: el impacto de su cadena de suministro, desde la obtención de materias primas hasta la distribución de los productos, teniendo en cuenta tanto los efectos ambientales como los sociales. Además, será necesario analizar el ciclo de vida de sus artículos y las expectativas de sus clientes en relación con la sostenibilidad.
La empresa también deberá fijar objetivos para reducir su huella de carbono, mejorar las condiciones laborales y aumentar el uso de materiales ecoamigables. Toda esta información se reflejará en un informe de sostenibilidad, disponible en su sitio web y comunicada continuamente a los grupos de interés, incluidos los inversores.
La CSRD introduce el concepto de doble materialidad. Este se refiere a que las empresas deben informar no solo sobre los riesgos financieros que los temas de sostenibilidad pueden representar (materialidad financiera), sino también sobre los impactos que generan en las personas y el medio ambiente (materialidad de impacto). «Los inversores están cada vez más interesados en ambos aspectos: desean conocer los riesgos asociados con su capital y entender cómo éstos afectan a las personas y al entorno. Los requisitos de información proporcionan una visión integral de estos factores», agregan las fuentes de la Comisión Europea.
Así, el análisis de la doble materialidad identifica los impactos, riesgos y oportunidades específicos (IROs) de una empresa al evaluar sus actividades desde una perspectiva de sostenibilidad. Desde Forética explican que los «impactos» se refieren a los efectos positivos y negativos resultantes de las operaciones de la empresa, tanto presentes como futuros. En contraste, «riesgos y oportunidades» abarcan los factores financieros relacionados con la sostenibilidad, incluyendo la dependencia de recursos naturales, humanos y sociales.
Algunas pequeñas y medianas empresas (pymes) se verán afectadas directamente, mientras que otras lo harán de forma indirecta debido al impacto de las grandes empresas en sus proveedores y cadenas de valor. «Esperamos que este movimiento tenga un efecto notable», afirma Castillo. «Una vez que se midan los indicadores, se podrán implementar programas que promuevan un tejido productivo más sostenible», añade.
En detalle, las pymes cotizadas (excluyendo microempresas) estarán obligadas por la directiva, y actualmente se están desarrollando normas específicas para ellas. Para las pymes no cotizadas y micropymes se prepararán normas voluntarias en el futuro. Estas medidas responden a la demanda de varios grupos de interés de ayudar a las pequeñas y medianas empresas a proporcionar información sobre sostenibilidad en sus cadenas de valor y con organizaciones financieras o comerciales. En Pacto Mundial de la ONU España se puede consultar casos concretos en función del tamaño de la empresa.
Los requisitos de información se implementan de manera gradual para diferentes categorías de empresas:
Los principales desafíos para cumplir con la CSRD de la Unión Europea son la disponibilidad y calidad de los datos, la complejidad de las cadenas de valor y la falta de profesionales, según la encuesta Global CSRD Survey 2024 de PwC, realizada a más de 500 directivos y empresas en 30 países. También se identifican como obstáculos los plazos de implementación, la insuficiente preparación de los sistemas tecnológicos y el coste económico.
Los mayores obstáculos para la aplicación de la CSRD
De acuerdo con la consultora, la mayoría de los encuestados confía en cumplir con los requisitos de la CSRD en la fecha establecida. Entre aquellos que deben presentar informes en 2025, solo el 3% expresa cierta incertidumbre sobre si podrán hacerlo.
Empresas que aseguran estar preparadas para informar según la CSRD
Un sondeo realizado entre miembros del CFA Institute reveló que el acelerado calendario de implementación de la legislación de la UE ha forzado a empresas y gestores de activos a cumplir con los requisitos de divulgación, a pesar de la falta de datos confiables y verificables. Más de dos tercios de los encuestados (65%) indicaron que la ausencia de datos ESG fiables representa uno de los mayores desafíos en la aplicación de la SFDR (Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles), que ya regula cómo los participantes en los mercados financieros (gestores de activos, fondos de pensiones y aseguradoras) deben presentar información sobre sostenibilidad. La SFDR complementa la normativa CSRD y ambas son parte de un marco regulatorio amplio que pretende promover la sostenibilidad en la UE.
Desafíos en la implementación de la SFRD para gestores de activos
Aunado a ello, casi la mitad de los participantes (45%) señaló que los elevados costos para adquirir datos ESG y la carencia de personal capacitado para su recopilación y análisis son también obstáculos significativos para la implementación de la normativa. «Habrá greenwashing en la presentación de los primeros informes [de CSRD]», afirma Kamerling, de CFA Institute, responsable del sondeo. «Es comprensible. No se trata solo de una cuestión de elección. En muchos casos, es involuntario. La realidad es que estamos inmersos en un proceso de aprendizaje acelerado y bastante intenso».
Los inversores minoristas, argumenta la experta, a menudo enfrentan dificultades para utilizar la información sobre sostenibilidad debido a su gran volumen y complejidad, lo que complica la toma de decisiones de inversión. Por ejemplo, el 45% de los encuestados indicó que la información ESG, con su complejidad y cantidad, puede llevar a confusión. Además, un tercio de los participantes indicó que los requisitos de divulgación son excesivamente complicados, lo que dificulta la evaluación del impacto en sostenibilidad de los fondos que consideran para sus inversiones.
Desafíos en la implementación de la SFRD en inversores minoristas
La CSRD es más que un reporte. Su puesta en marcha implica una revisión exhaustiva de la gobernanza, los procesos, las metodologías y el modelo de liderazgo de una compañía. Los expertos consultados coinciden en que la normativa está promoviendo una colaboración estrecha entre las áreas de sostenibilidad, finanzas, comunicación y tecnología, entre otras, con el objetivo de reunir la información necesaria para comprender de manera integral el impacto de las empresas y su actividad.
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