Un momento...
A primera hora de la mañana, mientras muchas ciudades empiezan a despertar, miles de personas empiezan su día tomando decisiones que, sin saberlo, están moldeando el futuro de la movilidad. Para Carmen, enfermera en Valencia, cada turno es una carrera contrarreloj. Después de doce horas de guardia, y con un horario que cambia semana a semana, el transporte público no siempre encaja con sus salidas de madrugada. Desde hace meses utiliza Cabify para llegar a casa de forma segura y evitar los largos tiempos de espera nocturnos. En Buenos Aires, Diego trabaja como conductor colaborador de Cabify y es su primera semana con un auto eléctrico. Sabe que las empresas valoran estos servicios y se animó a dar un primer paso. Estas historias son el punto de partida de un cambio más amplio.
La sostenibilidad ya no es una declaración de intenciones, sino una forma concreta de mejorar la vida cotidiana. Y también, como se puede demostrar con datos, un motor real de valor económico. Según un estudio de EY, las empresas con una estrategia de sostenibilidad bien definida confían un 40% más en su futuro, y aquellas que la integran de forma más sólida son 1,5 veces más efectivas en el cumplimiento de sus objetivos. No es casualidad: en un mercado global más exigente y consciente, las prácticas sostenibles se han convertido en una poderosa palanca de innovación y en una clara ventaja competitiva.
A pesar de ello, aún hay ciertas dudas: ¿es la sostenibilidad realmente rentable o implica costes que comprometen el crecimiento? El análisis pionero realizado por la empresa española Cabify con la metodología de la consultora Dinamo, Impact P&L, demuestra que la respuesta es sí. La compañía ha traducido sus decisiones ambientales y sociales en impactos positivos que fortalecen su modelo de negocio y consolidan su posición en el mercado.
Mejorar la vida en las ciudades mediante una movilidad más sostenible e inclusiva no es un lema corporativo, sino el punto de partida de la Estrategia de Negocio Sostenible 2023–2025 de Cabify, articulada en torno a Personas, Planeta y Prosperidad. «Todo empieza con esa idea de hacer de las ciudades mejores lugares para vivir a través de la movilidad, algo a lo que internamente llamamos ‘Cabify es movilidad con impacto’; esto no se trata solo de que sea lo correcto –que lo es–, es que además cada vez más nuestros clientes, nuestros usuarios, nuestros inversores, es lo que nos exigen», explica Maite Gómez-Fraile, vicepresidenta de Estrategia de Negocio y Crecimiento. Para ella, la sostenibilidad está íntimamente relacionada con el negocio y los resultados financieros: «En el negocio, todo lo que no se mide no existe, y para eso necesitábamos una metodología innovadora, y la encontramos con Dinamo y el Impact P&L».
David Pérez, vicepresidente de Relaciones con Grupos de Interés, insiste en esta idea: «Cabify ha sido la primera empresa del sector de la industria capaz de no solo hacer una valoración del aporte socioeconómico y ambiental que tiene la compañía, sino de cuantificarlo, de ponerle un número y de relacionar ese número con toda la parte de desarrollo financiero que en una industria como la nuestra es tan importante».
Y es aquí donde entra en juego Impact P&L, una metodología pionera creada por Dinamo que cuantifica el retorno económico asociado a las iniciativas de impacto. Su propósito es trasladar las acciones de sostenibilidad a un lenguaje financiero comprensible para la cuenta de resultados, integrando datos operativos, análisis de eficiencia, variaciones de ingresos y modelización de riesgos y oportunidades. Con este sistema, Cabify se ha convertido en la primera empresa de la nueva movilidad en medir de forma integral cómo sus prácticas sostenibles influyen en su desempeño financiero y en su huella socioeconómica. «Trabajamos en un cambio lógico y fundamental que se está dando en el impacto en las empresas: su transformación en que sea una palanca económica diferencial de la empresa. Cabify ha hecho el esfuerzo extra de contar con una metodología pionera para demostrar la conexión entre inversión sostenible y objetivos de negocio», asegura Miguel Ferrer, cofundador de Dinamo.
El análisis se realizó con datos del ejercicio 2024 y permitió estudiar más de veinticinco iniciativas de impacto desplegadas tanto en España como en América Latina. Los resultados muestran que la sostenibilidad es una palanca de creación de valor económico directo. Del total del EBITDA generado por la compañía ese año, 12 millones de euros —en torno al 40 % del total— están vinculados de manera directa a iniciativas de impacto. Traducido a la lógica empresarial: el impacto genera ventaja competitiva y retorno financiero real. Maite Gómez-Fraile lo describe como «un avión de dos motores: estamos hablando de cómo la sostenibilidad impulsa no solamente los ingresos, sino que también puede ser una palanca eficiente de reducción de costes».

Para la vicepresidenta de Estrategia de Negocio y Crecimiento, del lado de los ingresos, la palabra clave es «diferenciación», ya que gran parte de este valor proviene de las mejoras hechas en los servicios precisamente para hacerlos más sostenibles. Las funcionalidades de accesibilidad integradas en la aplicación, por ejemplo, han permitido atraer a nuevos usuarios y aumentar la frecuencia de viaje de quienes ya utilizaban el servicio. Es el caso de Laura, que vive en Barcelona y tiene una discapacidad visual. Antes del rediseño accesible de la app, reservar un trayecto requería más tiempo y ayuda externa. Ahora, gracias a las mejoras de lectura de pantalla y navegación simplificada, utiliza Cabify para desplazarse a su trabajo sin depender de terceros y ha convertido la aplicación en una herramienta de autonomía cotidiana. Más de 670.000 personas viajan en Cabify con funcionalidades de accesibilidad activas.
Otra mejora ha sido la apuesta por incorporar vehículos de bajas o nulas emisiones. «Invertir en descarbonización es un factor de fidelización muy importante para nuestros clientes corporativos, y para ellos desarrollamos los productos ECO», apunta Maite Gómez-Fraile. Muchas compañías alineadas con objetivos ESG buscan proveedores que reduzcan su huella de carbono. Elegir Cabify ECO se ha convertido en una forma sencilla de avanzar hacia esos compromisos, algo que impacta de manera directa en la fidelización y en la captación de nuevas cuentas empresariales. En un contexto en el que las políticas climáticas y los informes de sostenibilidad son obligatorios para cada vez más compañías, esta diferenciación no es un accesorio, es una ventaja competitiva.
El otro componente esencial del rendimiento económico vinculado al impacto procede de la reducción de costes. La combinación de eficiencia energética, electrificación progresiva y menor siniestralidad reduce los costes operativos, especialmente entre los proveedores de flota. La optimización de rutas –que disminuye los kilómetros recorridos sin pasajeros– mejora la rentabilidad por trayecto y reduce la presión sobre los costes variables. «Tradicionalmente la sostenibilidad se ha visto como un coste y ahora hemos conseguido demostrar que puede significar, y significa de hecho, eficiencia. Por ejemplo, la optimización de rutas no solamente las hace más ecológicas, es que también optimiza nuestros costes por kilómetro recorrido», explica Maite Gómez-Fraile.

Más allá del rendimiento financiero directo, la metodología también valora el impacto socioeconómico total generado por la compañía. En 2024, el valor agregado estimado asciende a 1.064 millones de euros, con dos tercios generados en Latinoamérica. Esta cifra engloba tanto la contribución económica directa —empleo, facturación de conductores y flotas, proveedores locales, contribución fiscal— como el valor inducido y el impacto social y ambiental. Cabify, además, actúa como semillero de innovación: más de 90 startups han sido fundadas por exempleados, y las alianzas tecnológicas en materia de electrificación y energía han impulsado el ecosistema emprendedor en varios mercados.
La dimensión social también es tangible. La plataforma ha permitido que miles de personas encuentren una forma flexible de generar ingresos en contextos de incertidumbre laboral. Es el caso de María, en Lima, que combina sus estudios con horas de conducción cada tarde para no renunciar a su formación. O el de Christian, en Bogotá, que después de un periodo prolongado desempleado encontró en Cabify una vía de reinserción económica y social. Las historias se multiplican en cada ciudad.
David Pérez lo resume así: «Somos una empresa con un firme afán de crecimiento que siempre queremos llegar a un escalón más. Cuando hablamos de desarrollo de impacto en ciudades, es muy sencillo vincularnos con la comunidad e identificarnos con las historias de las personas. Hablar de rentabilidad y de impacto, que a veces parece que van en caminos paralelos, en nuestro caso y con una medición como la que hacemos con Dinamo, nos permite ver que son cosas muy complementarias y que van de la mano. Poder conectar la gobernanza y la gestión financiera de una compañía a nivel interno y mostrar al mismo tiempo estos datos socioeconómicos es diferencial».
La sostenibilidad, lejos de ser una moda o un sacrificio, está reformulando la economía de la movilidad. Cabify demuestra que, cuando las empresas integran el impacto en su estrategia, también generan rentabilidad. Así de claro lo resume Maite Gómez-Fraile: «Hemos conseguido demostrar que la sostenibilidad es rentable».
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