El poder de la imaginación y la seducción

Pablo Sánchez

Estamos en un momento histórico en el que necesitamos reivindicar el poder de la empresa como agente de transformación social. Vamos a necesitar líderes visionarios, brillantes y con coraje para imaginar una nueva empresa que se defina a sí misma por las soluciones sociales que aporta, y no por los problemas que genera. 

Decía Yuval Noah Harari en su libro Sapiens que el ser humano se distingue de cualquier otra especie por su capacidad de imaginación y como, gracias a ella, se activan las acciones que nos permiten crear auténticas maravillas e hitos asombrosos, como lo fue en su día el primer viaje lunar, o también auténticos horrores. 

Hasta hoy, hemos imaginado la empresa principalmente como un vehículo de generación de ganancias económicas en el que el interés individual no siempre coincide con el interés colectivo. Las consecuencias las conocemos todos: una crisis climática sin precedentes, que es ya sin lugar a dudas el mayor reto ante el que jamás se haya enfrentado la humanidad; y una desigualdad que, desde los años 80, ha continuado creciendo, con distinta intensidad, en las diferentes regiones del mundo. Rob Hopkins, fundador del Transition Movement, afirma que la imaginación es la habilidad para ver las cosas como si pudieran ser de otra manera. ¿Y si imaginamos empresas que existen para servir a la sociedad? ¿Y si imaginamos empresas cuyo propósito y razón de ser contribuyen a dar respuestas a nuestros mayores desafíos? ¿Y si imaginamos organizaciones dispuestas a colaborar para poner su talento al servicio de propósitos transformacionales masivos? 

Necesitamos muchos más líderes con capacidad de imaginar empresas con propósito

Sin duda, imaginar es el primer paso para luego unir la motivación de personas y organizaciones  en torno a un logro común. En España un grupo de personas vinculadas al movimiento B Corp hemos empezado a trabajar para crear una nueva figura legal, las Sociedades de Beneficio de Interés Público, con el fin de reconocer a todas aquellas empresas que se definen por su propósito social y equilibran la obtención de beneficios económicos con la creación de un impacto social y ambiental positivo. Siguiendo el ejemplo de figuras como las Benefit Corporation en Estados Unidos, la Società Benefit en Italia o la Enterprise à Mission en Francia, se están dando los primeros pasos para lograr este reconocimiento. En realidad, no se trata tanto de reconocer a estas empresas, sino sobre todo impulsar de forma generalizada la adopción una nueva forma de empresa que utilice sus recursos privados para dar respuesta a problemas de carácter público. Empresas que operan en espacios en los que su éxito es beneficioso para el conjunto del ecosistema. 

Además del propósito social, esta nueva forma empresarial incorpora otros valores, como la gestión integrada de su impacto social, ambiental y económico; la transparencia; y la ampliación de la responsabilidad fiduciaria para incorporar en la toma de decisiones los intereses no sólo de los accionistas, sino también de los trabajadores, proveedores, comunidades y el medio ambiente.

La acción del Estado reconociendo esta figura legal permitirá acelerar la transición hacia un modelo económico en el que las empresas tomen conciencia de su responsabilidad planetaria. Como afirma el sociólogo y filósofo Gilles Lipovetsky, estamos ante un capitalismo de seducción que atrapa a la sociedad con las novedades tecnológicas, el diseño y la personalización de experiencias. Necesitamos utilizar ese poder de seducción para lograr una seducción aumentada, que incorpore la responsabilidad y la ecología a estos parámetros.

Mientras tanto, necesitamos muchos más líderes con capacidad de imaginar empresas con propósito y de seducir a los ciudadanos para que escojan opciones dignas, inclusivas, ecológicas y éticas. 


Pablo Sánchez es director ejecutivo de B Lab Spain.