La era sostenible

Mónica Chao

Las cosas están cambiando. Hace relativamente poco tiempo nadie sabía qué significa el término sostenibilidad y hoy todo el mundo habla de ello.

Cuando inicié mi carrera profesional en el mundo de la empresa, trabajaba en cuestiones medioambientales. Era difícil en los 90, explicar que el medio ambiente tenía que ver con la actividad empresarial. Pero fue en esos años, aunque muchos lo desconocen, cuando se hicieron las leyes que iniciaban el camino que nos ha permitido llegar a donde estamos hoy, cuando se estudiaron e implantaron instrumentos económicos y mecanismos de mercado voluntarios, y cuando las administraciones y empresas comenzaban a analizar en sus estrategias, las cuestiones medioambientales. En esos años pocos veían la relación entre el medio ambiente y la empresa.

Hoy es más fácil. El medio ambiente se ha transformado en sostenibilidad. Y todos han oído hablar de ello. Todo líder político o empresarial que se precie lo introduce en su discurso. Los ODS, el cambio climático, el propósito, y criterios medioambientales, sociales y de gobernanza, forman ya parte de la jerga empresarial. Incluso con los amigos, en los grupos de WhatsApp y en las comidas en familia, se ha colado el debate de la sostenibilidad. Sin embargo, no todos saben qué es realmente y cómo hemos llegado hasta aquí.

Estamos quizás ante el impulso definitivo para entrar en la era sostenible

Sostenibilidad es un término cargado de contenido. Y ha venido moldeando sutilmente la forma de entender la relación de la empresa, con la naturaleza, los aspectos sociales y la gobernanza.

Yendo directamente a las referencias históricas más recientes, la primera reflexión con impacto relevante en el movimiento hacia la sostenibilidad data de 1972, cuando el Massachusetts Institute of Technology (MIT) encargó un informe al Club de Roma para analizar el incremento de la población mundial, el crecimiento económico y la huella ecológica. Las conclusiones, se recogieron en Los límites al crecimiento, y alertaban que si continuábamos con los actuales ritmos de crecimiento, se alcanzarían los límites de la Tierra en los próximos cien años.

En este mismo año (1972), y enmarcado en esas inquietudes, tuvo lugar en Estocolmo la primera Cumbre de la Tierra. Fue la primera ver que la ONU, trataba cuestiones medioambientales en una conferencia internacional. Marcó el punto de inflexión en la política internacional al respecto.

Quince años después, vio la luz el histórico informe «Nuestro Futuro Común» (Our Common Future, en inglés), más conocido como Informe Brundtland, en referencia a Gro Hurlem Brundtland, entonces presidenta de la Comisión de Medio ambiente de Naciones Unidas (1983-1987), encargada su elaboración. En este informe se utilizó por primera vez el término desarrollo sostenible. Se definió como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones. El concepto implicaba un cambio sin precedentes, porque por primera vez en la historia, se planteaba la posibilidad de alinear necesidades económicas con las sociales y medioambientales. Aquí nacía el concepto.

Poco a poco el término comenzó a usarse, sobre todo en el ámbito de la política internacional. Así, se utilizó como el conceto clave en la Cumbre de la Tierra de Río en 1992. Aquí se sentaron las bases para la hoja de ruta de las futuras convenciones internaciones en las que los países han ido trabajando en estos últimos años, entre las que destacan, la Agenda 21, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la Declaración de principios relativos a los bosques, la Convención de la lucha contra la Desertificación y el Convenio sobre la Diversidad Biológica.

Han pasado así 20 años, y desde entonces, mucho hemos avanzado. El punto en el que nos encontramos hoy es fruto, entre otros factores, del trabajo de los profesionales que desde sus empresas, desde las administraciones y organizaciones, han trabajado con el firme propósito de hacer real el concepto de sostenibilidad, alineando objetivos empresariales y objetivos medioambientales y sociales.

Quiero subraya la labor de los profesionales de la sostenibilidad en estas dos últimas décadas. «Rara avis» en el mundo empresarial. Profesionales, valientes, implicados y movidos por un firme propósito, que posibilitaron los primeros «brotes sostenibles». Y estos «brotes sostenibles» han crecido. En este último año, los principales foros económicos mundiales hacen un llamamiento a repensar la economía desde la sostenibilidad. Desde el Business Roundtable, formada por los CEOs de las grandes compañías de Estados Unidos; al Foro de Davos, integrado por líderes empresariales y políticos internacionales, así como periodistas e intelectuales. Hemos visto también la acción de líderes empresariales, como Larry Fink, CEO de Blackrock, que en su carta anual a las empresas en las que invierte, invita a hacer un replanteamiento de las finanzas desde sus cimientos. Los órganos de gobierno empresarial están trabajando en la responsabilidad de integrar criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG). Y ello, gracias a las señales claras que envía la Ley 11/18 de información no financiera y a la senda que marca la Unión Europea con el Green Deal. Y líderes juveniles, como Greta Thunberg, que remueven a la sociedad y que gustan tanto a unos, como son rechazados por otros, pero que sin duda han tenido un impresionante efecto mediático. La sociedad comienza a valorar que las marcas y las empresas tomen responsabilidad, y según un reciente estudio elaborado por Mccann, un 81% de las personas las que piensan que éstas tienen poder para hacer un cambio positivo en el mundo.

También los líderes religiosos han hecho un llamamiento global a cuidar del planeta. En la historia de las religiones no hay precedentes de un tema que haya motivado una declaración y un compromiso por escrito de los líderes de todas las grandes confesiones.

Poco a poco sumando compromisos e iniciativas, se ha generado un movimiento que quizás nos está llevando a un cambio de era, la era sostenible. Y estamos todos de acuerdo. Nuestras energías, nuestros recursos financieros y nuestra Ilusión, tiene que estar encaminados a alinear la recuperación económica y del empleo con la sostenibilidad. El camino recorrido hasta llegar hasta aquí nos permite estar preparados para afrontar los cambios estructurales necesarios, y hacerlo con optimismo y confianza.

Ha sido un largo viaje para llegar hasta aquí. Pero, la buena noticia es que estamos quizás ante el impulso definitivo para entrar en la era sostenible.


Mónica Chao Janeiro es presidenta de WAS (Woman Action Sustainability)