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Biodiversidad

Bienestar animal y acuicultura

Unas buenas prácticas acuícolas implican no solamente dirigirse a los aspectos específicos de la ética y el bienestar animal sino también al respeto por el medio ambiente y por el entorno natural en donde se desarrolla.

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17
julio
2025

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Cualquier actividad que implique la utilización de seres vivos para la alimentación o la salud humanas estará inevitablemente asociada a los aspectos de bienestar de esos seres de los que aprovechamos su utilidad, su aportación nutricional u otras propiedades beneficiosas para nosotros. En una sociedad desarrollada, esta consideración ética necesita ser efectivamente planteada en tanto en cuanto la población humana necesita organizar la obtención de recursos de una manera industrial a fin de que pueda llegar a todas las personas. Los aspectos éticos tienen que estar presentes cuando hablamos de producción de toda clase de alimentos, y el bienestar de los animales es un elemento, no solamente ético, que sí está ya en la agenda de los productores de animales de granja, y en particular también en las granjas acuícolas.

En el caso de la alimentación a base de organismos acuáticos, pesca y acuicultura en conjunto, algunos cálculos estiman una cantidad de organismos 400 veces más alta que en el caso de los terrestres. Dado que la capacidad productiva de los océanos se ha estancado debido al incremento del esfuerzo pesquero en todo el mundo, en la actualidad más del 50% de la producción de alimentos acuáticos es ya de acuicultura. Es evidente pues que es necesario un compromiso entre la producción de alimento de calidad con el respeto al bienestar animal de los organismos afectados. Esos dos conceptos, producción y respeto, son las palabras clave que no deberían estar separadas sino ser contempladas conjuntamente. Con ellas, además, se puede garantizar otro criterio importante, la sostenibilidad.

Unas buenas prácticas acuícolas implican no solamente dirigirse a los aspectos específicos de la ética y el bienestar animal como son las condiciones de alimentación, salud y manipulación, sino también al respeto del medio ambiente y del entorno natural en donde se desarrolla. Elementos como el tratamiento de los residuos generando aprovechamiento de subproductos de interés como fertilizantes naturales; el perfeccionamiento de los sistemas de recirculación y el control del agua y su depuración, restaurando o mejorando la calidad del agua que se utiliza, son sistemas que van en la línea de ese respeto. El hecho de que la huella de carbono en acuicultura pueda llegar a ser hasta 10 veces más baja que la ganadería terrestre aporta más ventajas a este sistema de producción respecto a la sostenibilidad medioambiental. En este sentido, los productores acuícolas tienen que ser uno de los actores más interesados en preservar la calidad del entorno natural, ya que la viabilidad a largo plazo de su actividad depende directamente del mantenimiento y cuidado de ecosistemas acuáticos equilibrados.

Los productores acuícolas tienen que ser uno de los actores más interesados en preservar la calidad del entorno natural

Y el respeto es también para los propios animales, atendiendo a estos criterios que llamamos bienestar animal. En cualquier proceso de producción hay algunos puntos críticos que inciden de una manera importante sobre el estrés de los peces y por lo tanto en su bienestar. En particular, procesos como el transporte entre instalaciones o jaulas, las capturas para controles o vacunaciones o la pesca final y sacrificio, son momentos en los que hay que refinar y optimizar protocolos para minimizar los efectos de esas manipulaciones. Igualmente, otros procesos menos críticos, pero más crónicos, como la alteración de la calidad del agua o la densidad del cultivo son otros puntos que inciden en el bienestar de los peces.

Además, el desarrollo de la acuicultura actual, en especial durante los últimos años, ha incorporado un elemento competitivo adicional de calidad y seguridad alimentaria respecto a la pesca, que es la sanidad y seguridad. En el ámbito de la producción acuícola, tanto la sanidad piscícola, vacunación, nutrición, como el control alimentario del producto comercializado, representa una garantía de calidad, y los avances y regulaciones en este campo son constantes. Es otro elemento de respeto tanto para la salud de los peces como para los consumidores.

A todo ello, cabe señalar aquí el esfuerzo conjunto de productores, científicos y ONGs que se ha realizado recientemente resultando en la redacción de unas Buenas prácticas de bienestar animal en la acuicultura española (Apromar, 2024). Este es un buen ejemplo de la combinación de los conceptos de respeto y producción mencionados anteriormente, porque integra la necesidad de producir alimento de calidad para las necesidades crecientes de la población con el respeto a los organismos afectados. De aquí que no tengan sentido ni las actividades que no practiquen este respeto a los animales ni tampoco las voces que reclaman la prohibición de la actividad.

En definitiva, el bienestar animal en un entorno de producción sostenible es al final un criterio de primer orden. En la medida en que los productores ofrezcan al consumidor un producto sano, seguro y certificado con criterios de bienestar aumentará la consideración del público y, por lo tanto, puede incluso suponer un producto superior en valor de mercado. Así, tal como ya ocurre con otros alimentos, el criterio de bienestar va incorporándose comercialmente en acuicultura como componente ético de su valor. Adicionalmente, el impacto de una acuicultura respetuosa y responsable puede ser muy positivo para desarrollo rural o de zonas costeras más remotas, generando empleo, fijando población en zonas rurales y diversificando las economías locales mientras promueve una producción de alimentos de calidad.


Lluís Tort es profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro del Comité Científico de Acuicultura de España

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