Sociedad

Filosofía de la psicodelia

En ‘Filosofía de la psicodelia’ (Bauplan), Chris Letheby realiza un estudio de la naturaleza, el significado y los efectos de las experiencias psicodélicas y repasa algunos ensayos clínicos que analizan sus posibles beneficios psicológicos.

Artículo

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
23
marzo
2023

Artículo

Debe quedar claro que la terapia psicodélica es una intervención psicofarmacológica poco común en varios aspectos. Uno de los más obvios es el papel causal aparente de la experiencia mística respecto a los resultados positivos.

En varios de los estudios a los que he hecho referencia, las calificaciones psicométricas del grado de experiencia mística anticipan resultados clínicos y de comportamiento. Por ejemplo, tales calificaciones estaban correlacionadas con aumentos en apertura a experimentar en los estudios seminales de Griffiths y otros autores sobre la experiencia mística, y con varios grados de resultados positivos en dos estudios sobre psilocibina y prácticas espirituales. También estaban correlacionadas con beneficios psicológicos duraderos en los estudios de voluntarios sanos llevados a cabo por algunos otros investigadores.

Queda claro que Lebedev y lo demás no informaron sobre los índices de experiencias místicas en su estudio de la del LSD en voluntarios sanos. Y que los resultados del estudio de realizado por Moreno sobre psilocibina para el TOC parecían independientes de variables experienciales específicas. Sin embargo, Bogenschutz y otros autores descubrieron que la experiencia mística era un predictor clave de mejoras en el consumo de alcohol –aunque también lo era la intensidad general de la experiencia psicodélica. Otros descubrieron que la experiencia mística anticipaba mejoras en la adicción al tabaco, independientemente de la intensidad general de la experiencia. En el estudio sobre el uso de psilocibina para la depresión resistente al tratamiento, las valoraciones de la experiencia mística y de «autorreflexión» anticipaban resultados positivos. En los dos ECAs sobre el tratamiento con psilocibina para la angustia psicológica en enfermedades terminales, la experiencia mística estaba fuertemente asociada a la reducción de ansiedad y depresión.

Investigadores como Bogenschutz descubrieron que la experiencia mística era un predictor clave de mejoras en el consumo de alcohol

Además de tales datos cuantitativos, la sabiduría clínica entre terapeutas psicodélicos veteranos sugiere que las epifanías psicoespirituales o existenciales son clave para superar la ansiedad, la depresión, el abuso de drogas y otras dolencias psicológicas, que es coherente con el énfasis puesto en la espiritualidad en programas de recuperación como el de Alcohólicos Anónimos.

Esto dista mucho de los tratamientos psiquiátricos estándar. El papel aparentemente central de la experiencia mística llevó a Charles Grob a describir la terapia psicodélica como una «medicina existencial». Haciendo referencia específicamente a su uso en sujetos con enfermedades terminales, escribe: «Bajo la influencia de alucinógenos, los individuos trascienden la identificación primaria con sus cuerpos y experimentan estados libres del ego frente a su desaparición física real, retornando con una perspectiva nueva y una aceptación profunda del constante cambio de la vida».

Para examinar este asunto en más detalle, tenemos que tener claro qué constituye exactamente una «experiencia mística». Ciertamente, el término resultaría vacuo si se refiriera simplemente a cualquier experiencia que los sujetos describieran como «religiosa» o «mística», como ha ocurrido en algunos casos. En psicología de la religión y en la investigación clínica psicodélica, el término tiene un significado mucho más específico y estandarizado. Se refiere a un tipo concreto de experiencia sobre la que han informado practicantes de la meditación y devotos religiosos a lo largo de los tiempos, que coinciden frecuentemente con los relatos del consumo de alucinógenos en entornos propicios.

El concepto de experiencia de tipo mística, usado en gran parte de la investigación psicodélica, se deriva del trabajo de W.T. Stace, que realizó un estudio en profundidad de la literatura mística de las religiones a nivel mundial. La definición actual se basa en los análisis de Stace, instrumentalizados en herramientas como el Cuestionario de Experiencia Mística de Pahnke-Richards (CEM) y la Escala de Misticismo de Hood. Según esta definición, existen siete componentes fenomenológicos de la experiencia mística, que las distinguen de otras experiencias, como «visionarias», y otros fenómenos relacionados. Estos son la unidad interna y externa, la cualidad noética, la trascendencia del tiempo y el espacio, la inefabilidad, la cualidad de ser paradójico, sensación de lo sacro y el ánimo positivo pro- fundamente sentido.

Existen siete componentes fenomenológicos de la experiencia mística

La unidad interna y externa se refiere a la sensación de «unicidad» o «interconexión», o bien un «evento de consciencia pura», según señala Forman, presuntamente carente de contenido mental alguno, o bien una sensación de profunda unión con el universo entero. La cualidad noética hace referencia a la sensación profunda de haber logrado una intuición genuina y sin mediación, o de haber encontrado una realidad absoluta; la experiencia mística, por definición, se experimenta como «más real que lo real». La trascendencia del tiempo y del espacio se sobreentiende, aunque no es fácil de comprender a nivel intelectual: los sujetos de la experiencia mística relatan una sensación de que el tiempo se ralentizaba o paraba del todo (una experiencia de la eternidad o la atemporalidad; de estar «fuera del tiempo»), y de que la conciencia espacial normal se había desvanecido (porque no existía el espacio, como en un evento de consciencia pura, o porque se sentían «externamente unidos» con todo y, por tanto, no ubicados en ninguna posición espacial específica).

Los sujetos describen las experiencias místicas como algo inefable, dado que el lenguaje existente, quizás cualquier lenguaje posible, sería completamente inadecuado para su descripción. A pesar de ello, cuando se intenta describirlas, habitualmente figura algún tipo de paradoja, a menudo la experiencia aparece junto con cualidades aparentemente opuestas o contradictorias; por ejemplo, como señala Pahnke, la experiencia de una «unicidad vacía que es a la vez llena y completa». La sensación de lo sacro consiste en la sensación de que la realidad encontrada en la experiencia mística es alta, quizás definitivamente, valiosa y merecedora de reverencia. Por último, un ánimo positivo profundamente sentido se refiere a la alegría y éxtasis que acompañan tales revelaciones (aunque muchas veces precedidas por, o entremezcladas con, asombro y miedo).

A pesar de la presunta futilidad de la descripción verbal, los relatos en primera persona ofrecen las manifestaciones más claras de estas siete características. Así lo describe John W. Aiken: «Durante esta etapa […] aparece la experiencia llamada por los místicos «la captación de Dios dentro de nosotros». Esta llega a muchos bajo el efecto de estas drogas, y se trata de un conocimiento o un saber indescriptible, penetrante, hermoso, que va más allá del cuerpo, la mente, la razón, el intelecto, a un área de conocimiento puro […] No hay sensación de tiempo. Dios ya no está solo «allá afuera» en algún lugar, sino que está dentro de ti y tú estás unido a Él. No hay duda de que incluso cruza la conciencia de uno en esta etapa. Estás más allá del conocedor y lo conocido, donde no hay dualidad, sino sólo unicidad y unidad y gran amor. No sólo ves la Verdad, sino que eres la verdad. Eres el amor. ¡Eres todas las cosas! No se trata de una experiencia que infla el ego, sino al contrario, una que puede ayudarle a uno a disolver el ego. Le da a uno un destello espléndido de lo que puede ser, y a lo que uno debe aspirar a ser. Resuelve la meta, y la meta se hace digna de búsqueda. La conciencia o conocimiento se expande mucho más allá de lo habitual. Este nivel de conciencia, que en realidad está disponible para nosotros en todo momento, se descubre que es esa parte de nosotros que, a falta de una mejor manera de expresarlo, podría ser llamado la ‘Divinidad’ de nosotros. Y encontramos que esta Divinidad es inmutable e indestructible, y que su fundamento es el Amor en su forma más pura…».

Estas experiencias inducidas por drogas parecen ser muy similares a experiencias místicas prototípicas que ocurren espontáneamente o son ocasionadas por métodos no farmacológicos

Así lo recoge también Blofeld: «Me sumergí en el éxtasis, un éxtasis que superaba infinitamente a cualquier cosa descriptible […]. Había una conciencia de unidad indiferenciada, abrazando la identidad perfecta de sujeto y objeto, de unicidad y pluralidad, de lo Uno y lo Múltiple. Así me encontré a mí mismo (si es que las palabras «yo» y «mí mismo» tienen algún significado en tal contexto) ¡a la vez el público, los actores y la obra! Lógicamente, el Uno puede dar a luz a los Muchos y los Muchos pueden fundirse en el Uno o ser fundamentalmente, que no en apariencia, idénticos a él; no pueden ser en todos los aspectos uno y muchos simultáneamente. Pero de repente se trasciende la lógica. Vi (y yo mismo era) una masa arremolinada de brillantes colores y formas que, siendo varios colores y varias formas, eran diferentes entre sí y, sin embargo, ¡completamente iguales en el mismo momento de ser diferente! Dudo que esta declaración tenga sentido en el nivel habitual de conciencia. ¡No es de extrañar que los místicos de todas las religiones enseñen que la comprensión llega solo cuando se trascienden la lógica y el intelecto! En cualquier caso, esta verdad, incluso si en un nivel habitual de conciencia no se puede entender, puede, en un estado superior de conciencia, ser experimentada directamente como evidente por sí misma. La lógica también se aturde al tratar de explicar cómo podía percibir y, al mismo tiempo, ser esos colores y esas formas, cómo el que ve, el ver y lo visto, el que siente, el sentir y lo sentido, podía ser todo uno; pero para mí todo esto era tan claramente evidente como para sugerir las palabras «¡Infantilmente simple!» […] había conciencia de una dicha indecible, junto con la convicción de que este era el único estado real y eterno del ser, todos los demás (incluyendo toda nuestra experiencia en el mundo del día a día) no eran más que sueños pasajeros. Esta dicha, estoy convencido, es lo que les espera a todos los seres cuando los últimos vestigios de su individualidad hayan sido destruidos o, como en este caso, descartados temporalmente».

Este es el tipo de experiencia que parece estar crucialmente involucrada en el mecanismo de acción terapéutica y transformadora de los alucinógenos. Es también el tipo de experiencia que llevó a intelectuales como Aldous Huxley, Alan Watts y Timothy Leary a conectar los alucinógenos con las alteraciones de conciencia a las que apuntan las disciplinas meditativas del hinduismo y el budismo. Por ahora, es suficiente decir que, a pesar de un debate considerable, estas experiencias inducidas por drogas parecen ser muy similares a experiencias místicas prototípicas que ocurren espontáneamente o son ocasionadas por métodos no farmacológicos. No solo son indistinguibles, en las evaluaciones ciegas, los informes de experiencias místicas psicodélicas de las no psicodélicas sino que, además, las primeras son experimentadas como más intensamente místicas y beneficiosamente transformadoras que las últimas. Es la aparente centralidad de tales experiencias respecto a la terapia psicodélica lo que invita al misterio que estoy explorando.


Este es un fragmento de ‘Filosofía de la psicodelia’ (Bauplan), por Chris Letheby.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

El cerebro del futuro

Facundo Manes

Describir los desarrollos científicos revela lo que los investigadores realizan en sus laboratorios de forma silenciosa.

Qué hay detrás de una cifra

Cristina Suárez

¿Por qué en los conflictos armados y las grandes catástrofes, los números de muertos se vuelven abstractos?

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME