Cultura

¡Manos arriba! Esto es una llamada a la acción

«Los jóvenes que allá por 2008 terminábamos nuestras carreras o másters mientras los mercados globales jugaban a la ruleta rusa somos los mismos jóvenes capaces de activar el cambio social».

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16
febrero
2017

Crecí creyendo que cuando fuera mayor tendría a mi disposición todas las oportunidades del mundo. Al igual que la mayoría de personas de mi generación, mi familia me educó en el esfuerzo de hoy, para ser recompensada mañana. De esta forma, nos esforzamos para obtener buenas notas, fuimos a la universidad, decidimos complementar la formación con uno e incluso varios programas de postgrado; y cuando por fin llegó el momento de saltar al vacío, no había ninguna red que amortiguara nuestra caída. Motivo que fundamentalmente ha generado que la mía sea conocida como la generación de las tres crisis: la crisis de valores, la crisis económica y la crisis de los treinta (para los millenials más veteranos, como es mi caso).

Vamos paso a paso. La crisis de valores fue la primera bofetada que recibimos al darnos cuenta de que esfuerzo y recompensa no siempre van de la mano. Nuestra dedicación y sacrificio se diluía en la ‘ética’ actual del todo vale. Una frustración que no solo nos afectaba a nosotros, sino también a nuestros padres, que veían cómo su sistema de valores chocaba directamente con nuestra experiencia en el campo. Casi simultáneamente llegó la crisis económica, la del año 2008. Mientras los mercados globales jugaban a la ruleta rusa, nosotros estábamos terminando nuestras carreras, nuestros másters o participando en nuestras primeras experiencias laborales como becarios. Y para cuando quisimos llamar a la puerta del mercado laboral, nos habíamos perdido la fiesta. Por último, la crisis de los treinta (más-menos). Si a esta edad la mayoría de nuestros padres ya tenían una familia, casa y, en mayor o menor medida, un bienestar social, económico y emocional construido, ¿qué tenemos nosotros?

El cambio, nuestra responsabilidad

Hagamos un ejercicio de honestidad y miremos al pasado, sin rencor, para ver si podemos aprender algo nuevo. Es verdad que todos pensábamos que el futuro estaría ahí para recibirnos con las manos abiertas y así, sin más, le entregamos con toda nuestra inocencia las riendas de nuestras vidas. Pero cuando delegamos la responsabilidad de nuestras vidas, debemos ser consecuentes.  Lamentarse es una pérdida de tiempo que pertenece al pasado. Es cierto que existe una gran diversidad de problemáticas y necesidades dentro del colectivo ‘joven’ y no podemos generalizar, pero lo que sí podemos es alzar nuestra voz para preguntar: ¿Qué puedo hacer?

Los jóvenes somos la base de la trasformación sociedad, no podemos delegar nuestro futuro. Queremos tomar las riendas de nuestra vida, al igual que en su momento lo hicieron las generaciones anteriores. Queremos ser parte de las decisiones que nos afectan a la hora de construir responsablemente el futuro que deseamos. Es nuestro turno para provocar el cambio.

Gracias a la curiosidad y la virtud de la empresa en la que trabajo, Soulsight, me crucé con la Fundación Transforma en un momento en el que estaban arrancando un proyecto con Pangea Official y Código Nuevo: Generación SISI. La idea, poderosa por sí sola, nos decidió a embarcarnos con ellos en la aventura, porque creemos que, como activadores del cambio en empresas y organizaciones, debemos escuchar y aprender de las nuevas generaciones: dueñas del futuro.

«No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos», decía Albert Einstein. No podemos escucharnos si no hablamos un mismo lenguaje. Esto es lo que motivó a Pangea Official y Código Nuevo a lanzar una encuesta a través de sus propias voces con el objetivo de empoderar su generación y sembrar un precedente que no debemos perder. Los resultados de la encuesta, lejos del pensamiento generalista, arrojan una serie de claves importantes sobre las preocupaciones de los jóvenes y sobre el significado que le otorgan a la palabra «bienestar». Cuestiones que las esferas políticas y empresariales deberían atender: la igualdad de género, el maltrato animal, el aumento de becas para el estudio, la conciliación y la integración del colectivo LGTB completan la lista de los diez problemas más votados. Ello contrasta con los datos del último Barómetro del CIS, donde el paro y los problemas económicos, junto a la política, la corrupción y el fraude, han ocupado las primeras posiciones.

La siguiente fase del proyecto Generación SISI implica cocrear entre todos, esto es, orquestar desde Soulsigth la colaboración de los jóvenes con la administración pública y el sector privado. La nueva sociedad, ese futuro que queremos construir juntos, requiere de nuevas herramientas de trabajo. El empoderamiento de los jóvenes es necesario para canalizar su energía hacia el cambio positivo y si, además, lo hacen de la mano de aquellos que ya llevan tiempo navegando, el éxito será rotundo. Por otro lado, la administración y el sector privado necesita de los jóvenes, de su energía y de su visión de futuro para afrontar los retos que están por llegar. Caminar de la mano es posible y necesario, y es un placer poder participar de esta experiencia en primera persona.

¿Quieres saber más sobre Generación SISI? Aquí te lo cuentan.

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