Opinión

¿De dónde venimos y hacia dónde vamos?

Amalia Navarro, coordinadora de la campaña Objetivos del Milenio de la ONU en Europa y América Latina, repasa para Ethic los logros de esta campaña mundial y los retos que quedan por delante.

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21
mayo
2014

Ahora, con su final en 2015 ya próximo, pocos cuestionan que los Objetivos de Desarrollo del Milenio han sido un éxito que ha marcado decisivamente  la agenda global de la lucha contra la pobreza durante más de una década. ¿Qué se ha logrado?…Y lo que es más importante aún, ¿qué queda por hacer?

En septiembre del año 2000, 189 jefes de Estado y de Gobierno, reunidos en la Cumbre del Milenio de Naciones Unidas en Nueva York, firmaron la Declaración del Milenio comprometiéndose a trabajar juntos para erradicar la pobreza extrema en el mundo. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio se acordaron en 2000 como hoja de ruta para cumplir la Declaración y fueron suscritos por 189 jefes de Estado y de gobierno.  Hoy cuentan con el apoyo de 192 países y siguen siendo el primer y único consenso global logrado en materia de lucha contra la pobreza.

Los ocho objetivos para luchar contra la pobreza extrema, el hambre, la mortalidad infantil, la mortalidad materna, el VIH/SIDA, malaria y tuberculosis y promover la educación, la igualdad de género, la sostenibilidad medioambiental y una alianza global para el desarrollo han representado una visión multidimensional de la pobreza y por primera vez lograron situar a los más pobres en el centro de las políticas públicas a nivel mundial,  fijando prioridades políticas internacionales y nacionales y desencadenando verdaderos cambios en políticas públicas de salud y educación en decenas de países.

Cada uno de estos ocho objetivos es medible, cuenta con indicadores muy precisos que indican anualmente su progreso y tienen fijado un plazo claro para su cumplimiento: el año 2015. Anualmente Naciones Unidas publica un informe dando cuenta a gobiernos y opinión pública de los avances y retrocesos en estas materias. Cada año este informe nos recuerda lo que queda por hacer y los nuevos retos emergentes: pobreza persistente, desigualdades y cambio climático.

El informe de 2013 demostraba  que el progreso de esta última década ha sido enorme y ya se han alcanzado algunos Objetivos de Desarrollo del Milenio. Se han logrado los objetivos relacionados con la reducción de la pobreza, la pobreza extrema , es decir las personas que viven con menos de 1.25 dólar al día, ha descendido en todas las regiones del mundo, mejorar el acceso a agua potable para 2.000 millones de personas y mejorar la vida de 200 millones de personas que viven en infraviviendas o barrios marginales. Hoy tenemos más niños escolarizados en primaria que nunca, con igualdad entre niños y niñas. La mortalidad infantil se ha reducido de forma drástica,  de 12 millones en 1990 a 6,2 millones en 2011 y las inversiones en la lucha contra la malaria, VIH/SIDA y tuberculosis han salvado millones de vidas.

Pero estos logros se han repartido de manera desigual. Millones de personas, sobre todo los más pobres y marginados: las minorías, las niñas y mujeres se están quedando al margen y las desigualdades entre unos países y otros y entre distintas zonas dentro de un mismo país, siguen siendo muy profundas. Por ejemplo, el 83% de la población sin acceso a mejores fuentes de agua potable vive en zonas rurales. Y peor aún, cerca de la mitad de la población de regiones en desarrollo, 2.500 millones de personas, carecen todavía de acceso a saneamiento y 850 millones de personas siguen pasando hambre. Ahora la atención del mundo debe centrarse  en combatir las desigualdades.

Unas desigualdades que continúan castigando especialmente a las mujeres: ellas tienen más probabilidad de discriminación en el  acceso a educación, empleo y activos económicos y tienen escasa participación en gobiernos o espacios de poder político. La violencia contra las mujeres sigue minando todos los esfuerzos para poder alcanzar los Objetivos. Los recientes sucesos en Afganistán y Nigeria son una violenta prueba de ello.

Por otra parte, la sostenibilidad medioambiental está seriamente amenazada, y exige un nuevo nivel de cooperación internacional. Las emisiones globales de dióxido de carbón han aumentado en más de un 46% desde 1990. Casi una tercera parte de  marinos están sobreexplotados. Los bosques siguen desapareciendo a una velocidad alarmante. Muchas especies están en riesgo de extinción.

No existe una fórmula mágica para cumplir los Objetivos del Milenio. Pero muchos gobiernos Sub Saharianos han demostrado que avances rápidos y a gran escala son posibles cuando existe un liderazgo gubernamental fuerte, políticas adecuadas y estrategias claras para llevar a escala la inversión pública en áreas vitales como la educación o la salud, junto con financiación adecuada y apoyo técnico de la comunidad internacional.

Rozando ya la fecha límite de 2015 debemos hacer frente a los desafíos de la desigualdad, sobre todo de género, la sostenibilidad de infraestructuras y medioambiente y dar respuesta real al cambio climático. Para lograr los Objetivos del Milenio, los  líderes globales tendrán que cumplir. Porque los Objetivos de Desarrollo del Milenio no son metas abstractas o teóricas, si no que significan mejorar la vida de millones de personas y hacer realidad de manera concreta un mundo de prosperidad, justicia, libertad y dignidad.

Ahora tenemos por delante el reto de no olvidar lo que queda por hacer  y a  la vez  acordar una nueva agenda de lucha contra la pobreza y por un mundo sostenible, donde los ciudadanos, esta vez sí, tengan un papel protagonista.

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