De techos de coches a batas sanitarias: las metamorfosis de la pandemia

Ethic para Grupo Antolin

grupo antolin batas covid-19

Durante las semanas más duras del confinamiento, esas en las que el teletrabajo era forzoso y las videollamadas con familiares y amigos se convertían casi en una obligación, los sanitarios de todo el país reclamaban algo tan básico como equipos de protección para poder salvar vidas sin poner en riesgo la suya. Las carencias del sistema debido a una emergencia imprevista se hicieron visibles y toda España salía a las ventanas y balcones cada tarde para, con un aplauso, intentar mostrar apoyo a todos los profesionales que se batían el cobre con el coronavirus.

Fue en esos momentos más delicados de la pandemia del COVID-19 cuando nuestra dependencia del mercado exterior quedó de relieve ya que la mayor parte de las mascarillas, los EPIs y guantes llegaban en avión desde zonas lejanas. Ante la crisis sanitaria, la industria española decidió ponerse manos a la obra y surgieron diferentes proyectos e iniciativas a escala local y nacional para hacer frente a posibles desabastecimientos provocados por el cierre de las fronteras. Grupo Antolin también quiso hacer su parte para proporcionar el material necesario en aquellos momentos  de crisis y, así, llegaron a producir un total de 50.000 batas sanitarias para hospitales y centros sociales. El pasado 30 de abril finalizaba esta producción solidaria llevada a cabo por Grupo Antolin RyA, la planta de la compañía en Valladolid, donde se fabricaron de media 3.000 unidades diarias que ayudaron a hospitales, residencias y centros de mayores de toda Castilla y León a hacer frente a la falta de material de protección durante los momentos más graves de la crisis sanitaria.

Un total de 62 personas y un equipo de coordinación multidisciplinar trabajaron en esta iniciativa desde que empezase a rodar el 23 de marzo. Desde ese momento, la empresa española puso en funcionamiento toda su maquinaria y asumió el coste total que supuso el utilizar el revestimiento interior del techo de los coches para fabricar el material de protección necesario.

Grupo Antolin ha fabricado de media 3.000 batas diarias

Las batas se han ido distribuyendo entre los hospitales de Burgos, Valladolid y Miranda de Ebro. Además, también llegaron a residencias, centros de mayores, fundaciones, clínicas sanitarias privadas, centros de atención primaria y farmacias de toda la comunidad. Con el objetivo de cubrir las necesidades de un mayor número de colectivos, Grupo Antolin decidió además compartir el patrón de la bata y los proveedores utilizados con organismos públicos –como el Gobierno central o la Junta de Castilla y León– y privados –como la Cámara de Comercio, la CEOE o Sernauto– para que otras empresas pudieran sumarse a la fabricación de material sanitario.

Mucho más que batas

La tecnología ha estado muy presente en la lucha contra el COVID-19. Si diversos proyectos y ciudadanos particulares utilizaron impresoras 3D para la fabricación de respiradores y material sanitario, desde Grupo Antolin decidieron poner las suyas –que normalmente se utilizan para desarrollar prototipos–, al servicio del bien común. Así, la compañía se sumó al grupo de trabajo que coordina la Universidad de Burgos para producir pantallas protectoras que pudiesen distribuirse por los hospitales. En esta iniciativa, que contó con unos 260 integrantes y más de 350 máquinas en marcha, muchos empleados del grupo decidieron colaborar personalmente produciendo material en sus propias impresoras 3D.

Estas iniciativas, que involucran de forma altruista a proveedores y empleados de la empresa, no solo ayudan y facilitan el trabajo en la lucha contra la pandemia, sino que contribuyen a que Grupo Antolin alcance algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por la ONU en la Agenda 2030. Es el caso del ODS 3 –salud y bienestar–, el 8 –trabajo decente y crecimiento económico–, el 9 –industria, innovación e infraestructuras–, el 11 –ciudades y comunidades sostenibles– o el 17 –alianzas–. En uno de los momentos más difíciles para el planeta, el sector privado se ha unido para intentar paliar los efectos devastadores del coronavirus. Ahora solo queda esperar que este «uno para todos y todos para uno» de alianzas público-privadas sigan funcionando más allá de la crisis sanitaria para crear una sociedad más justa y un mundo más sostenible.