Medio Ambiente

Por qué Bill Gates es el mayor agricultor de Estados Unidos

El fundador de Microsoft, conocido por sus millonarias donaciones a la lucha contra el cambio climático, posee más de 269.000 hectáreas de tierras de cultivo donde se produce y vende masivamente. Una práctica común entre los magnates de Estados Unidos que, a ojos de muchos, pone en entredicho el discurso ambientalista de Gates.

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19
enero
2022

El gurú tecnológico y fundador de Microsoft, Bill Gates, lleva más de 20 años embarcado en la carrera filantrópica por resolver las grandes desigualdades del mundo. A lo largo de los años fue abandonando sus responsabilidades empresariales en la compañía tecnológica y, desde la Fundación Bill & Melinda Gates, convirtió en una prioridad problemáticas como la salud global, la pobreza, la educación y la lucha contra el cambio climático. En total, Gates ha donado entre 1994 y 2017 desde la fundación más de 40.000 millones de dólares a obras de filantropía para ayudar a proteger a poblaciones vulnerables en África y Asia, contribuir a la investigación de tratamientos para el Alzheimer e incluso acelerar la fabricación de la vacuna contra el coronavirus –donó más de 100 millones de dólares a este cometido–.

Sin embargo, la cadena de noticias NBC News confirmó en junio de 2021 un dato que situó al millonario bajo la lupa de la opinión pública: durante los últimos 10 años, el matrimonio Gates se hizo con más de 269.000 hectáreas de tierra en las que se cultiva soja, zanahorias y patatas de forma masiva. Esta nueva faceta de los Gates como grandes inversionistas en las tierras de cultivo despertó distintas voces cuestionando su trabajo filantrópico, especialmente el relacionado con el medio ambiente. En la actualidad, Bill y Melinda Gates son los mayores propietarios de tierra cultivable en Estados Unidos y poseen el mayor número de granjas del país, repartidas en al menos 20 estados.

Bill Gates ha destinado más de 40.000 millones de dólares a obras de filantropía por todo el mundo

Dado su papel activo en la lucha contra el cambio climático, el dato que encendió las reacciones es que gran parte de estas tierras siembran patatas que terminan vendiéndose masivamente a McDonald’s, la cadena de comida rápida que fue denunciada hace dos años por la organización Zero Waste France por producir ingentes cantidades de deshechos sin contar con una política de reciclaje. También, Greenpeace señaló que –junto con Burger King y KFC– esa empresa de comida rápida es una de las responsables de la destrucción del Amazonas por comprar productos extraídos de tierras donde la ganadería extensiva fomenta la deforestación y el monocultivo.

Pero Bill Gates no es el único: según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, un tercio de la tierra propicia para usos agrícolas se está alquilando para generar beneficios económicos a sus propietarios, también magnates sin vínculo directo al campo o actividades respectivas. Jeff Bezos, el fundador de Amazon, se situaba en la posición 25 de los terratenientes con más hectáreas junto a Ted Turner, fundador de la cadena CNN, además de Thomas Peterffy, el mayor accionista de Interactive Brokers. El matrimonio Gates no entró en la lista hasta 2020, aunque lo hicieron en el puesto 49 y, rápidamente, escalaron hasta el primero gracias a sus inversiones.

¿Qué es lo que hace este negocio tan atractivo? Durante décadas, los rendimientos en estas inversiones fueron relativamente bajos y «aburridos». Sin embargo, se ha convertido en un negocio glamuroso ya que sus rendimientos no tienen correlación alguna con las acciones y los bonos de Estados Unidos, cuya volatilidad los hace peligrosamente caros en este momento. Además, es un mercado con una buena cobertura contra la inflación, ya que lo que produce pertenece a la canasta básica de un país donde los precios suben constantemente. 

¿Granjero Bill?

Una de las voces más críticas del negocio ha sido la de Nick Estes, miembro de la tribu nativa americana Lower Brule Sioux, cofundador de la organización de resistencia indígena The Red Nation. A mediados de 2020, criticaba que «el tercer hombre más rico del mundo (Bill Gates) nunca se ha roto la espalda con la humilde labor de cosechar para después comer». Su indignación, en realidad, nace de que los beneficios anuales obtenidos por alquilar sus tierras de cultivo ascienden a los 690 millones de dólares, mientras que muchas personas de su tribu trabajan la tierra con grandes esfuerzos y aún viven en situaciones difíciles. Además, insiste en que las 242.000 hectáreas cultivables que posee el magnate son casi del tamaño de Hong Kong. «¿Cómo es posible que un puñado de gente sea propietaria de tanta tierra?», se preguntaba. Ese es el dardo más puntiagudo: solo el 1% de los dueños de granjas en el mundo controla el 70% de las tierras cultivables del planeta.

A ojos de Estes, esta realidad pone en entredicho el discurso ambientalista de los Gates pues «negocios como el de la agroindustria masiva empobrecen los sistemas de producción de la comida y monopolizan la tierra». No obstante, la gran cantidad de tierra que poseen los Gates solo representan una muy pequeña parte del total de hectáreas cultivables dentro de Estados Unidos (368.886 millones de hectáreas). Pero el mercado ya ha comenzado a expandirse y a atraer a nuevos inversores, lo que pronostica que dentro de un futuro no muy lejano ese será un negocio (aún) más pujante.

Solo el 1% de los dueños de granjas en el mundo controla el 70% de las tierras cultivables del planeta

Al respecto, Jonhatan Hladik, presidente de asuntos políticos del Center for Rural Affairs –una corporación sin fines de lucro formado por granjas rurales y comunidades locales de Estados Unidos– defiende que «esta es una buena inversión». «Es inteligente, es estable, y, con base en el comportamiento del mercado en los últimos años, todo indica que los beneficios van en aumento». Además, muchas de esas tierras –que han pertenecido a las mismas familias durante décadas– son propiedad de gente que, a pesar de sus inversiones millonarias, carecen de efectivo y capital corriente, por lo que ponen en venta importantes extensiones de tierra a precios muy atractivos para los grandes capitales que buscan hacerse de un portafolio inmobiliario.

En Estados Unidos, el 40% de esas tierras son propiedad de gente mayor de 65 años y el 30% de todas las tierras propicias para el uso agroindustrial pertenecen a propietarios de grandes fortunas que obtienen los beneficios al alquilarlas a otras empresas que las trabajan y venden los productos de forma industrial. Pero el quid del asunto es que, según el mismo Departamento de Agricultura, se estima que una gran porción de terrenos cultivables saldrá al mercado durante los próximos años. ¿Qué supone esta situación? «Una oportunidad para que muchos jóvenes granjeros puedan comenzar su carrera en la agroindustria y para los inversores que buscan dónde colocar su capital. Titanes financieros como Prudential y Hancock ya cuentan con divisiones específicas para inversores que buscan hacer dinero con tierras de cultivo», escribe la periodista April Glaser.

Pero ¿qué opina Bill Gates de todo esto? No se ha pronunciado en profundidad sobre el tema. Tan solo cuando, en la presentación de su libro, Cómo evitar el desastre climático, le preguntaron: «Señor Gates, ¿por qué ha comprado tantos terrenos de cultivo?». «Mi grupo de inversiones fue quien tomó esa decisión», sentenció.

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