Medio Ambiente

Entre la calle y las negociaciones de la COP

Mientras algunos jóvenes activistas ocupan las calles de Glasgow, otros entran por primera vez a las instalaciones de la COP26 para participar como observadores y protagonistas legítimos de la crisis climática. Ambas aproximaciones, completamente distintas, comparten la necesidad de intentar cumplir los reclamos de la generación futura.

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10
noviembre
2021

Cada año, las calles de la ciudad donde se aloja la COP26 se llenan de activistas de distintas partes del mundo con banderas, carteles y una emoción desbordante. Glasgow no ha sido la excepción: según sus organizadores, la marcha realizada el pasado sábado 6 de noviembre congregó a alrededor de 50.000 manifestantes dispuestos a exigir a sus representantes políticos la realización de unos compromisos reales e inmediatos.

Algunos de los jóvenes manifestantes –que persistieron a pesar de la lluvia y el frío constante– provienen del otro lado del Océano Atlántico, sufriendo una serie de tribulaciones tan solo comprendidas por aquellos que han sufrido la misma experiencia. El viaje, al fin y al cabo, empieza meses atrás: se ha de buscar la financiación necesaria para cubrir su estancia en Escocia durante dos semanas, cumplir con todos los protocolos diseñados para evitar la propagación de la covid-19 y tramitar un laberíntico procedimiento burocrático para poder obtener un visado que les permita entrar al Reino Unido.

«La presidencia de la COP26 había asegurado que esta edición iba a ser de las más inclusivas, pero resulta muy difícil confirmar estas declaraciones», comenta Monserrat Tolaba, de 19 años. La activista logró financiar su viaje mediante un crowdfunding y el apoyo de diversas organizaciones, entre ellas la sección argentina de Fridays For Future. El suyo, no obstante, no es el único caso. Según Saúl Vega, un joven activista de la sección mexicana de Fridays For Future, varios miembros de la delegación de observadores tuvieron que endeudarse para poder asistir a la cumbre.

La generación del clima

Rubiera: «A medida que se ha desarrollado esta ‘primavera climática’ hemos aprendido la necesidad de utilizar todas las herramientas a nuestra disposición»

Aún así, con su presencia en los pasillos de la COP26, es posible argumentar que la ‘generación climática’ ha ganado espacios en la toma de decisiones: cada vez más delegaciones nacionales incluyen a los jóvenes a la hora de participar como observadores. «A medida que se ha desarrollado esta ‘primavera climática’ hemos aprendido la necesidad de utilizar todas las herramientas que están a nuestra disposición. Tenemos manifestaciones, protestas, acción directa no violenta… pero nos hemos dado cuenta de que también necesitamos la incidencia política», apunta Irene Rubiera, joven integrante de Ecologistas en Acción. Y añade: «Es muy distinta la forma en que se hace activismo climático en Europa y la forma en que se hace en Latinoamérica. Debería ser absolutamente prioritario que solucionemos los problemas de accesibilidad [relacionados con la cumbre], ya que estas son las voces que más debemos escuchar. Es un esfuerzo que merece la pena hacer y que creo imprescindible».

A pesar de sus detractores, para los actores más comprometidos las manifestaciones favorecen el diálogo político. Así lo considera, por ejemplo, Penny Gasela, de la delegación sudafricana. La comisión en cuestión, centrada en el cierre de las brechas intergeneracionales, defiende este tipo de actuación. «La participación en la calle está teniendo su impacto, ya que la juventud puede llegar así a personas a las que no podemos llegar como negociadores. Las manifestaciones también son capaces de explicar la importancia de la acción climática en un lenguaje que sea comprensible para todos», explica Gasela.

Desde el comienzo de la cumbre han tenido lugar varias acciones situadas en la calle. Así, por ejemplo, durante el inicio de la segunda semana de negociaciones, un grupo de manifestantes logró bloquear la celebración de una cena de ejecutivos vinculados a los combustibles fósiles. El poder de la información, al fin y al cabo, ha llegado a estos movimientos juveniles en medio de la impotencia y el desacato. «La COP no es un espacio que atraiga a la gente. Es un lugar extremamente elitista, de privilegio. De alguna forma, lo que proponen las corrientes ambientalistas latinoamericanas, así como las del Sur Global, se está haciendo ver en el movimiento a nivel global», apunta Tolaba.

Sin embargo, si parte de los jóvenes activistas consideran que esta conferencia no es el espacio ideal para llegar a un acuerdo climático, ¿qué es lo que los motivó a participar, viajando miles de kilómetros y, en algunos casos, endeudándose para conseguirlo? Para Saúl Vega, por ejemplo, los miembros de la delegación mexicana «intentan hacernos creer que están escuchándonos». Según critica, «México, tiene una delegación en la que incluyeron a personas jóvenes a través de convocatoria, pero tuvieron que alinearse a los argumentos de la delegación mexicana».

Tolaba: «La COP26 no es un espacio que atraiga a la gente. Es un lugar extremamente elitista, de privilegio»

Tolaba, por otra parte, asegura que «no se están adoptando los compromisos necesarios para que nuestra generación pueda decir que hoy se están tomando esas decisiones con la rapidez necesaria para evitar que el futuro colapse. Nos incluyen en sus narrativas, pero a la hora de tomar decisiones no estamos presentes». Muchos miembros de las distintas organizaciones civiles han criticado también por este mismo tipo de razones las negociaciones climáticas; consideran prácticamente una imposibilidad el ejercicio de cualquier clase de influencia. No obstante, se reconoce una cierta evolución: esta generación, que hace pocos años que ha empezado a hacer ruido en las calles, ha ocupado portadas, espacios televisivos y, ahora, un asiento entre políticos y altos representantes.

«Creo que es importante que volvamos obligatoria la inclusión de los jóvenes en las negociaciones, ya que ellos también pueden darnos su perspectiva sobre cómo creen que debería ser el futuro. No se puede tener el futuro de la juventud sin la juventud», señala Penny. El 12 de noviembre es la fecha de finalización de la COP26, pero ya se comentan por los pasillos de la sede su inminente fracaso. ¿Habría sido distinto si hubieran sido ellos los que ocupaban los micrófonos? «Participar en las negociaciones implica un largo proceso de aprendizaje en términos técnicos y académicos. Nosotros exigimos estar presentes en cuanto sujeto político», sentencia Monserrat.

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