Medio Ambiente

Fósiles de plástico: un mensaje (en botella) para el futuro

Entre 8 y 12 millones de toneladas de plástico terminan a la deriva anualmente, y nunca se degradan por completo. El científico ambiental italiano Enzo Suma se ha propuesto recuperar centenares de esos residuos plásticos lanzados desde hace más de medio siglo para concienciar sobre la urgencia de la contaminación del entorno marino.

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27
julio
2021

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«En 2018 recogí en la playa un bote de protector solar cuyo precio estaba en liras, la antigua moneda de Italia. Después de investigarlo, vi que había sido fabricado en 1968. Me hizo reflexionar sobre la contaminación del mar y el tiempo que el plástico tarda en degradarse. En ese momento entendí que este tipo de basura puede ser útil para demostrar que dado que este material nunca se degrada del todo, es necesario cambiar el uso que hacemos de los envases cuanto antes». Detrás de esta reflexión está Enzo Suma, licenciado en Ciencias Ambientales y guía de la naturaleza en su región, Puglia, al sur de Italia. Con el objetivo de alimentar la conciencia ambiental, Suma comenzó hace unos años a recoger estos ‘fósiles’ de plástico en la playa. El invierno era la ‘mejor’ época, dado que es el momento en el que el mar devuelve a la orilla más basura. En esos fríos meses, al hallazgo del protector solar se sumaron cientos de plásticos datados desde finales de los años 50 hasta los 80. Hablamos de envases de medio siglo de edad (o más) sobre los que el reloj y la erosión marina hacen escasa mella.

Tras acumular casi 200 hallazgos «arqueoplásticos», el científico decidió visibilizarlos a través de su proyecto Archeoplastica, nacido a finales de febrero gracias a un crowfunding. Además de recorrer varias escuelas sensibilizando a los niños y sus padres sobre la contaminación marina a través de sus exposiciones, un par de meses después consiguió hacerse con el capital necesario para alcanzar uno de sus primeros objetivos: la creación del museo virtual, donde cualquier usuario puede analizar, con todo lujo de detalles, cada ‘fósil’ plástico rescatado de los océanos.

Un producto de 1984. Foto: Enzo Suma.

Esta peculiar rama de la arqueología iniciada por el científico italiano tiene sus propios métodos de datación. Todo está en el detalle y en el contexto. Por ejemplo, una botella que incluya publicidad de unos Juegos Olímpicos concretos o la imagen una mascota reconocible permite marcar los años de su producción y, por tanto, calcular cuánto tiempo ha pasado flotando a la deriva. Los materiales utilizados también dan pistas: así, una gran cantidad de envases fabricados en la década de los 60 se caracterizan porque sus etiquetas están impresas directamente sobre el plástico mediante la técnica de la tampografía y pueden leerse (aún hoy) perfectamente. En su análisis, Suma también busca anuncios publicitarios antiguos para averiguar cuándo se comercializaba el modelo de envase hallado en la arena. A veces es la fecha de caducidad la que da con la clave. En otras ocasiones, lo consigue el código de barras.

El científico ambiental ante los residuos recuperados. Foto: Enzo Suma.

«Aproximadamente el 60% de todo el plástico producido en el planeta se ha descartado y se está acumulando en vertederos o en el entorno natural», apunta Suma. «Se calcula que aproximadamente de 8 a 12 millones de toneladas de plástico terminan en el entorno marino cada año. Si a la imparable producción de plástico continúa sumándose la mala gestión al final de su uso, en el 2050 se estima que habrá más plástico que peces (por peso) en el mar». Ante este horizonte, el lema del proyecto es que «el plástico es eterno». Una vez en el mar, el material se descompone en el conocido microplástico que, advierte Suma, «se comporta como una esponja, absorbiendo todas las sustancias tóxicas presentes en el agua. Cuando un pez lo ingiere, se transfieren a sus tejidos del pez y, posteriormente, a los humanos».

La contaminación de los mares provocada por plásticos es un problema complejo para el que son necesarias numerosas medidas, como la reciente legislación española que prohíbe los plásticos de un solo uso. Pero mirar hacia el arte, exponer el problema de forma gráfica, mostrar cómo el plástico sirve de máquina del tiempo para recordarnos que la contaminación lleva décadas presente en el entorno marino, puede ayudar a abrir los ojos y asumir que el cambio está en nuestras manos.

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