Educación

Padres helicóptero: cuando la educación se convierte en invasión

La dedicación sin límites de muchos progenitores deja a sus hijos peor preparados para desarrollarse correctamente en la vida adulta, lo que les aboca a una mayor probabilidad de sufrir problemas emocionales y falta de autocontrol.

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07
mayo
2021

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Aurora M. empezó ayudar a su hija con los deberes cuando tenía siete años. Hasta ahí, todo normal. Luego la cosa se desmadró. «Era un poco dispersa, así que muchas veces terminaba haciéndole yo las tareas. Cuando ya era una adolescente, iba a hablar con los profesores cada vez que no estaba de acuerdo con una calificación. Me lo tomaba como algo personal. Creo que ahí empecé a pasarme de la raya», cuenta la madre sobre su experiencia con un colegio concertado de Madrid.

«A varios compañeros les han azuzado por padres descontentos con las calificaciones de sus hijos», explica Víctor H., profesor de otro colegio público de la capital. «Supongo que yo no he tenido ese problema porque doy gimnasia», añade. Pero sí he visto a árbitros seriamente amenazados por padres cuando le pitan falta a sus hijos en alguna competición escolar de fútbol». Ninguno ha querido publicar su apellido completo, lo que demuestra que la sobreprotección es algo estigmatizado incluso por quienes la ejercen, y temido por los profesores que la sufren.

Ambos escenarios tienen que ver con un fenómeno reciente visto desde los dos lados de la trinchera: el de los padres helicóptero. Este término acuñado en 1960 por el psiquiatra infantil Foster W. Cline y el pedagogo Jim Fay (cofundadores del Love and Logic Institute) se refiere a «padres que sobrevuelan a sus hijos todo el rato, como un helicóptero» lo que, metáforas aparte, se refiere a padres que invaden en exceso el ecosistema de sus hijos.

La sobreprotección surge, en muchos casos, a lo largo de periodos de inseguridad económica

«La protección de los padres debe consistir en mejorar la confianza en sí mismos de los niños… siempre que no reciban más protección de la que necesitan», explica un estudio realizado por la Universidad de Grazi, en Ankara. «Los niños no pueden lograr la independencia necesaria si los padres intentan resolver sus problemas y desafíos. De esa manera, no se les permite participar en tareas apropiadas para su edad, principalmente en lo que se refiere a su educación y preparación para el mercado laboral», determina.

Esta definición se utiliza de forma cada vez más habitual entre el profesorado desde comienzos de este milenio, si bien los padres helicóptero no están incluidos de manera oficial en ninguna terminología médica o psicológica. Eso no ha evitado que la American Psychological Association considere que es «imperioso comprender mejor por qué los progenitores adoptan esta práctica en su educación» y le haya dedicado varios análisis. «Es natural que los padres hagan todo lo posible para mantener a sus hijos seguros y saludables, pero los niños necesitan espacio para aprender y crecer por sí mismos, sin que mamá o papá se ciernan sobre ellos», apuntó la prestigiosa asociación estadounidense en la publicación Developmental Psychology, a partir de un estudio que desvela que «el control excesivo de la crianza de los hijos puede afectar negativamente a su capacidad para manejar sus emociones y su comportamiento».

Es (una vez más) la economía, estúpido

Esa necesidad de comprender el porqué de estos comportamientos parentales se refleja en el estudio de la Universidad de Grazi, que afirma que en muchos casos surge en periodos de inseguridad económica. Otro análisis reciente publicado en el  National Bureau of Economic Research explica cómo las desigualdades vuelven a los padres más sobreprotectores. Las altas tasas de paro relacionadas con quienes no tienen estudios superiores les impulsan a excederse en las decisiones sobre el futuro de sus hijos, incluso en contra de su voluntad. Esto explica, según el estudio, el mayor porcentaje de padres helicóptero en países con menos renta económica y mayor brecha social frente a otros más ricos. Una regla general que tiene su excepción: en un país fuertemente competitivo como Estado Unidos no solo tuvo su origen la definición de este fenómeno, sino que sigue proliferando.

Los autores del análisis (los economistas Fabrizio Zilibotti y Matthias Doepke) crean a este respecto una sorprendente genealogía del fenómeno que, de alguna manera, acaba donde empezó.  «La paternidad autoritaria, medida por prácticas como el castigo corporal, ha ido disminuyendo con el tiempo. En las décadas de 1960 y 1970, las prácticas permisivas ganaron popularidad. En las últimas décadas, observamos una nueva tendencia hacia una crianza más comprometida e intrusiva destinada a fomentar los logros de los niños en la educación y otros esfuerzos. Por ejemplo, las encuestas sobre el uso del tiempo muestran un marcado aumento en el tiempo que los padres dedican a educar a sus hijos, a pesar de que también trabajan». Y concluye: «Sin embargo, la naturaleza de esta nueva forma de crianza intensiva vuelve a tener un sesgo autoritario, aunque evite los métodos coercitivos de antaño».

Más (o menos) control en tiempos de covid

El estudio de la Universidad de Grazi señala también la aparición de las nuevas tecnologías como espita para el comportamiento de los padres helicóptero: Los teléfonos móviles con acceso a Internet y geolocalizados impulsan a los padres a monitorear a sus hijos». La etiqueta ‘online’ se utiliza, especialmente desde el inicio de la pandemia y las consecuentes restricciones, para prácticamente cualquier actividad que realicemos, incluida la educativa. En un un artículo de The New York Times la autora advierte: «Dado que los niños necesitan tanta ayuda en el aprendizaje remoto, es posible que seamos empujados a convertirnos en los padres que nunca quisimos ser. Los adultos que tienen el privilegio de poder quedarse en casa, e incluso tener unos minutos de tiempo libre, se pueden encontrar sentados junto a sus hijos en Zoom, o a una prudente distancia».

Una de cada tres intervenciones del Defensor del Profesor tuvieron que ver con acoso a docentes por parte de padres y madres

Pero, más allá de las nuevas tecnologías, hay quienes defienden justo lo contrario. La psicoterapeuta Stephanie Newman escribe en Psychology Today: «Impotentes ante el devastador número de víctimas de la pandemia, veo que las madres pierden la fe en su capacidad para proteger a sus hijos de cualquier tipo de daño: físico, emocional, académico o social. Mis pacientes se están recuperando del cambio repentino: en lugar de sentir que pueden (y deben) solucionar cualquier problema de sus hijos, muchos de dan cuenta de que, en el fondo, no pueden solucionarlo todo».

Según la experta, esto puede tener una consecuencia positiva: el desbordamiento de los acontecimientos podría estar provocando una atemperación de los comportamientos de los padres helicóptero. Un golpetazo de realidad que podría marcar un punto de inflexión en muchos padres adictos a la intromisión. Un medio de referencia mundial como The Wall Street Journal, cuya base editorial se basa los aconteceres macroeconómicos, dedicó el pasado julio un artículo al caso de una madre que, contra todo pronóstico, dejó que su hijo de 12 años se fuera solo a dar una vuelta en bici: la mujer reconocía que jamás se hubiera planteado algo así unos pocos meses antes, pero que el hecho de que los niños estén inquietos sin sus actividades habituales programadas, y que ella necesitara espacio para realizar sus propias tareas (entre otras cosas, teletrabajar para seguir llevando comida a casa), la llevó a «dejar caer el helicóptero».

Padres helicóptero en España

Si bien no hay estudios directos que cuantifiquen este fenómeno en nuestro país, sí hay otras vías tangenciales. Como la última Encuesta Mundial de Valores, según la cual el 63% de los españoles prioriza que sus hijos trabajen duro frente a la independencia o la imaginación, más valoradas en la media de los países de la OCDE.

Existen otros datos más contundentes: el último informe del servicio el Defensor del Profesor del sindicato ANPE, realizado durante el curso 2018/2019, desvela que casi una de cada tres intervenciones que realizó esta institución tuvo que ver con el acoso que sufrieron docentes por parte de padres y madres, manifestado en faltas de respeto, amenazas e incluso violencia física. En total 2.174 profesores, si bien pueden ser muchos más, puesto que no todos los casos llegan al conocimiento del ANPE.

Y alumbra otra conclusión significativa. Aunque los teóricos del fenómeno lo circunscriben generalmente a padres de adolescentes a punto de entrar en la etapa adulta, ha aumentado considerablemente el porcentaje de casos de acoso a profesores de educación primaria. 

Los niños demasiado controlados tienen menos probabilidades de gestionar bien sus emociones

La incidencia en edades tempranas no es exclusiva de nuestro país. Tampoco sus consecuencias. Un estudio reciente de las universidades de Minnesota y de Carolina del Norte, en Estados Unidos, y de Zúrich, en Suiza, concluyó que la «crianza helicóptero» está asociada a problemas de comportamiento. La investigación analizó el caso 422 niños de Estados Unidos a lo largo de ocho años, y sus resultados también fueron publicados en la publicación Developmental Psychology: los niños de dos años cuyas madres eran demasiado controladoras tenían menos probabilidades de gestionar bien sus emociones e impulsos a los cinco, y más de tener problemas emocionales, ansiedad y dificultades académicas a los diez.

Un escenario que, en contra de lo que pretenden sus padres, les deja peor preparados para afrontar un futuro autosuficiente. «Las edades comprendidas entre los 18 y los 25 años es un período de preparación para la etapa adulta en la educación, el amor y el trabajo y el desarrollo como individuo en la sociedad. Pero puede llegar con una disminución del autocontrol por una participación excesiva de los padres, también durante este proceso».

Con todo lo descrito, no sería justo demonizar a los padres que tienen esta conducta, puesto que su origen siempre está en el amor que sienten por sus hijos y una dedicación mal entendida. Como escribe la psicóloga infantil Madeline Levine en la publicación estadounidense Slate, «los padres helicóptero no son un producto de gente mala o patética con escasos valores, ni es necesariamente una señal de que los padres son ridículamente infelices o controladores nefastos». Y añade: «Es el producto de buenas intenciones que se vuelven perjudiciales, fruto de sus propios miedos naturales».

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