Cambio Climático

Inteligencia artificial para luchar contra el cambio climático en el Sahel

Acción contra el Hambre pone en marcha un sistema de alerta temprana para pastores, Gobiernos y donantes para evitar emergencias humanitarias en la región africana antes de que se produzcan.

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28
octubre
2020

Un mensaje radiofónico que indica en distintas lenguas locales un nuevo rumbo a los pastores para poder alimentar a sus camellos. Un boletín periódico que alerta a Gobiernos y donantes sobre zonas en las que las reservas de agua se agotan y pronto podrían faltar alimentos y dispararse la desnutrición. Todo esto es posible gracias a un sistema de alerta temprana desarrollado por Acción contra el Hambre, basado en la combinación de datos con inteligencia artificial sobre Sahel, una de las regiones del mundo más golpeadas por la crisis climática y uno de los epicentros mundiales del hambre, en la que 374.000 niños y niñas sufren este año desnutrición aguda.

Este sistema de alerta temprana no solo indica en tiempo real dónde están los mejores pastos y reservas de agua, sino que –gracias a la combinación de datos cruzados sobre salud animal, precios de los mercados, etc.– permite predecir y anticipar posibles crisis. Si la alerta se lanza a tiempo, los Gobiernos y organizaciones podrán poner en marcha medidas de prevención y mitigación para responder antes de que se produzca una crisis. Una intervención preventiva es mucho más rentable, en términos de vidas humanas y también económicos, que una intervención de emergencia.

La COVID-19 y la violencia armada deja a 12 millones de personas sin alimentos este año

El mismo sistema nos permite analizar las consecuencias del cierre de las fronteras relacionado con las medidas anti-COVID puestas en marcha por los Gobiernos de la región. «El sistema ha recogido las limitaciones de movimientos para una población mayoritariamente nómada y ha dado cuenta del aumento de tensiones por los pastos en puntos como la frontera entre Mauritania y Senegal. Si son detectados a tiempo, puede evitarse que estos enfrentamientos puntuales degeneren en un conflicto mayor», explica el responsable de resiliencia y prevención de desastres de Acción contra el Hambre, Didier Verges. El cierre de fronteras por la COVID-19 y la violencia que no cesa en lugares como el norte de Malí han dejado en 2020 a 12 millones de personas prácticamente sin alimentos, cifras sin precedentes en las últimas décadas.

Un sistema de alerta alimentado por satélites y pastores

«Se trata de un proyecto que pusimos en marcha en 2007 gracias a la colaboración de la Agencia Espacial Europea. La idea era sencilla: usar la teledetección para hacer un seguimiento en tiempo real del estado de la biomasa (hierba para los pastos) y orientar así a los pastores de la región hacia las mejores zonas para pastoreo de los animales», añade Verges. Recientemente, con la colaboración del Banco Mundial y de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco, Acción contra el Hambre ha expandido la zona de cobertura, mejorado los algoritmos para integrar imágenes de alta resolución de aguas de superficie y biomasa. Verges lo explica así: «Hemos consolidado las preguntas clave –estado de salud de los animales, estado de los pastos…– a los 107 sitios centinela en los cinco países –Malí, Níger, Senegal, Mauritania y Burkina Faso– donde se recoge información cada 10 días. Con la crisis de la COVID en la región, se ha desarrollado además una serie de preguntas adicionales para monitorear elementos esenciales para los pastores, como el precio del forraje, los piensos o el jabón. Precisamente la necesidad de ampliar la información regional durante la pandemia nos ha llevado aliarnos con la federación regional de asociaciones pastorales (RBM) triplicando así el número de sitios centinela para recoger información de terreno».

Todo ello alimenta un sistema de alerta temprana, basado en código gratuito y de acceso libre, que combina y analiza los datos automáticamente para orientar decisiones clave contra la sequía y otros fenómenos climatológicos a dos niveles. Por una parte, las de los pastores, que tienen cada vez más difícil encontrar agua y forraje en una zona en la que el desierto avanza imparable, y a quienes se guía a través de programas de radio local. Por otro, las de los Gobiernos y donantes, que, con esta información, pueden reaccionar y anticipar respuestas para evitar crisis alimentarias.

Didier Verges: «Usamos la teledetección para hacer un seguimiento en tiempo real del estado de la biomasa y orientar a los pastores»

Otros proyectos de adaptación al clima

La tecnología basada en inteligencia artificial no es la única forma para plantar cara a la emergencia climática en el Sahel. Acción contra el Hambre, presente desde 1995 en ocho países de la región, desarrolla otras actividades de mitigación y adaptación al cambio climático. Por ejemplo, la construcción de pequeñas infraestructuras hidráulicas para retener el agua de lluvia, conocidas como medias lunas del desierto, o el desarrollo de cultivos más resistentes adaptados a la sequía. El manejo holístico, que permite reforestar con pastos zonas desérticas gracias al estiércol de animales y la agroecología, es otra de las principales estrategias de la oenegé en la región para que esta consiga adaptarse al calentamiento global en los próximos años. Porque datos del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés) indican que la crisis climática aumentará en 25 millones el número de niños y niñas desnutridos en el mundo de aquí a 2050 si no hacemos nada para evitarlo.

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