Sociedad

Una carta española contra la censura y la cultura de la cancelación

Mario Vargas Llosa, Adela Cortina, Fernando Savater y Carmen Posadas, entre otras decenas de representantes del mundo de la cultura, el periodismo o la empresa, firman una carta hispana en apoyo al Manifiesto de Harper’s.

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20
julio
2020

Hace unas semanas, se publicaba en la revista Harper’s un manifiesto que llama a fortalecer la democracia y el Estado de derecho. El documento estaba avalado por intelectuales de diversas procedencias e ideologías, y recibía decenas de críticas por la misma intransigencia que criticaba en sus líneas. La reacción empujó a un grupo diverso de científicos, académicos, escritores y periodistas españoles a lanzar una carta de apoyo en protesta contra la censura a este y al otro lado del charco. Escrita desde un punto de vista progresista y plural –invitando a personas de sensibilidades, posturas y opiniones diferentes–, la carta española ha logrado reunir a un grupo heterogéneo y transversal para firmar unas líneas que critican las derivas reaccionarias y polarizadas  que proponen la cancelación y el linchamiento como medio para conseguir cualquier fin, independientemente de lo valioso o compartido que éste sea.

A la carta se han adherido progresistas, conservadores y liberales que han aportado su firma. Algunos de ellos han manifestado que hay puntos de la carta que no comparten o incluso sus recelos hacia otros firmantes pero, en un ejercicio de transigencia en consonancia con el propio espíritu del texto, han decidido adherirse igualmente: no se ha aceptado ningún veto y muchas de las ausencias se deben a la impericia de los propios promotores y sus limitaciones de agenda.

Entre los firmantes figuran representantes del mundo de la cultura como el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, Milena Busquets, Sergi Pàmies, César Antonio Molina, Mercedes Monmany, Ignacio Martínez de Pisón, Loola Pérez, Oscar Tusquets, Jimina Sabadú, Nicole d’Amonville, Alberto Olmos, Nuria Azancot, José Luis López Linares, Karina Sainz Borgo, Eduardo Moga, Carmen Posadas, Carlos Granés, Alexis Ravelo, Eva Serrano, Luis Alberto de Cuenca, José María Merino, María Zaragoza, Pedro Insua, Juan Soto Ivars, Daniel Gascón, María Borrás, Elvira Roca Barea, Fernando Savater, Félix Ovejero, Verónica Puertollano y Amelia Pérez de Villar, entre otros.

Los firmantes critican las derivas reaccionarias y polarizadas

Del ámbito de la ciencia y la universidad, también han mostrado su apoyo al documento personas como Jaume Casals (rector de la UPF), Adela Cortina (Catedrática Emérita de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia), Pablo de Lora (profesor de Filosofía del Derecho de la UAM), José Manuel Blecua (RAE), Pablo Malo (psiquiatra), Antonio Sitges-Serra (cirujano y escritor), Anna Estany, (catedrática de filosofía de la ciencia, UAB), José Lázaro (profesor de Humanidades Médicas en la UAM), Joan Josep Moreso, (catedrático de Filosofía del Derecho, UPF), Olga Valverde (catedrática de psicobiología, UPF), Manuel Hernández Iglesias (Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia, UM), Eduardo Sánchez Iglesias, (profesor de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM), Pere Mestres, (Saarland University, Alemania), Eduardo Spagnolo (epidemiólogo); y médicos como Juan Gérvas, Mercedes Pérez-Fernández, Luis Palomo, Cayetano Rodríguez, Marc Antoni Broggi o Alberto Planes.

En cuanto al mundo del periodismo y la información, entre los firmantes figuran nombres como  Nacho Cardero (El Confidencial), Guillem Martínez (ctxt), Patricia López Lucio (Público), Diego A. Manrique (El País), Anna Grau (La Sexta), David Torres (Público), Joaquim Coll (El Periódico), Ricardo Dudda (Letras Libres), Ignacio Varela (El Confidencial), Leyre Iglesias (El Mundo), Cristina Casabón (The Objective), Arcadi Espada (El Mundo), Víctor Lenore (VozPópuli), Teodoro León Gross (El País), Rafael Latorre (Onda Cero), Jorge Bustos (El Mundo), Juan Luis Cebrián (El País), Rebeca Argudo (El Español), Juan Cruz (El País), Javier Benegas (Disidentia), Daniel Arjona (El Confidencial), Julio Valdeón (La Razón), Pablo Blázquez (Ethic), Ramón de España (Crónica Global), o Víctor Amela (La Vanguardia).

Finalmente, también han mostrado su apoyo al documento personas de otros ámbitos que abarcan desde el derecho –como los abogados Guadalupe Sánchez, Carlos Sánchez Almeida, Cristina Moreno o Borja Adsuara–, a la empresa –Borja Sémper y Elena Pisonero– y la politología –Aurora Nacarino-Brabo, Xabel Vegas, César Calderón o Verónica Fumanal–, llegando hasta la comedia, con Goyo Jiménez.

A continuación, adjuntamos el texto completo de la carta.


Somos de la opinión que la carta remitida a HARPER’S por escritores e intelectuales de diversas procedencias y tendencias políticas, dentro de una corriente liberal, progresista y democrática, contiene un mensaje importante.

Queremos dejar claro que nos sumamos a los movimientos que luchan no solo en Estados Unidos sino globalmente contra lacras de la sociedad como son el sexismo, el racismo o el menosprecio al inmigrante, pero manifestamos asimismo nuestra preocupación por el uso perverso de causas justas para estigmatizar a personas que no son sexistas o xenófobas o, más en general, para introducir la censura, la cancelación y el rechazo del pensamiento libre, independiente, y ajeno a una corrección política intransigente. Desafortunadamente, en la última década hemos asistido a la irrupción de unas corrientes ideológicas, supuestamente progresistas, que se caracterizan por una radicalidad, y que apela a tales causas para justificar actitudes y comportamientos que consideramos inaceptables.

Así, lamentamos que se hayan producido represalias en los medios de comunicación contra intelectuales y periodistas que han criticado los abusos oportunistas del #MeToo o del antiesclavismo ‘new age’; represalias que se han hecho también patentes en nuestro país mediante maniobras discretas o ruidosas de ostracismo y olvido contra pensadores libres tildados injustamente de machistas o racistas y maltratados en los medios, cuando no linchados en las redes. De todo ello (despidos, cancelación de congresos, boicot a profesionales) tienen especial responsabilidad líderes empresariales, representantes institucionales, editores y responsables de redacción, temerosos de la repercusión negativa que para ellos pudieran tener las opiniones discrepantes con los planteamientos hegemónicos en ciertos sectores.

La conformidad ideológica que trata de imponer la nueva radicalidad –que tanto parecido tiene con la censura supersticiosa o de la extrema derecha- tiene un fundamento antidemocrático e implica una actitud de supremacismo moral que creemos inapropiada y contraria a los postulados de cualquier ideología que se reclame «de la justicia y del progreso».

Por si fuera poco, la intransigencia y el dogmatismo que se han ido abriendo paso entre cierta izquierda, no harán más que reforzar las posiciones políticas conservadoras y nacionalpopulistas y, como un bumerán, se volverán contra los cambios que muchos juzgamos inaplazables para lograr una convivencia más justa y amable.

Desde estas líneas recabamos el apoyo de quienes comparten la preocupación por la censura que se ejerce sobre el debate acerca de determinadas cuestiones que quedan convertidas en nuevos tabúes ideológicos, que se suponen intocables e indiscutibles.

La cultura libre no es perjudicial para los grupos sociales desfavorecidos: al contrario, creemos que la cultura es emancipadora y la censura, por bienintencionada que quiera presentarse, contraproducente. Tal como opinan los firmantes del manifiesto Harper’s, «la superación de las malas ideas se consigue mediante el debate abierto, la argumentación y la persuasión y no silenciándolas o repudiándolas».

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