Desigualdad

El coronavirus podría causar la muerte adicional de 6.000 niños cada día

Según un estudio publicado en The Lancet, el debilitamiento de los sistemas de salud debido a la pandemia podría ser devastador en aquellos países de ingresos medios y bajos. Para intentar paliar sus consecuencias, Unicef lanza #Reimaginar, una campaña para impedir que la pandemia se convierta en una crisis a largo plazo para los niños de las zonas más vulnerables.

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13
mayo
2020
Foto: Frank Dejongh / Unicef

Aunque el coronavirus afecta a todo el mundo, no toca por igual a todos los países ni a todas las capas de la población. Según alerta Unicef, en los próximos seis meses, al menos 6.000 niños más podrían morir cada día por causas prevenibles debido a que la pandemia sigue debilitando los sistemas sanitarios más vulnerables. Esos cálculos se basan en el análisis realizado por los investigadores de la Escuela Johns Hopkins Bloomberg de Salud Pública que ha sido publicado por The Lancet, en el que los expertos toman como base el peor de tres supuestos en 118 países de ingresos bajos y medios. Según sus estimaciones, podrían producirse alrededor de 1,2 millones de muertes adicionales de menores de cinco años en el próximo semestre debido a la reducción de atención médica en servicios rutinarios.

Estas potenciales muertes infantiles se añadirían a los 2,5 millones de niños que fallecen en esos países durante ese mismo periodo de tiempo antes de cumplir los cinco años. A ellas, además, habría que sumar 56.700 muertes maternas adicionales a las 144.000 que ya tienen lugar en esos países durante solo seis meses. «En el peor de los casos, la cifra mundial de niños que mueren antes de cumplir cinco años podría aumentar por primera vez en décadas. No podemos permitir que las madres y los niños sufran los daños colaterales de la lucha contra el virus. Y no podemos permitirnos perder décadas de avances en la reducción de muertes prevenibles de madres y niños», explica la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.

Más allá de los conocidos efectos y letalidad de la pandemia, en estas zonas el COVID-19 está causando interrupciones en las cadenas de suministro y sobrecargando los sistemas de salud que ya eran débiles de por sí. Las visitas a los centros médicos se han reducido debido al confinamiento y las dificultades o interrupciones de los servicios de transporte, además de por el miedo al contagio algo que, para la organización, podría desencadenar «aumentos potencialmente devastadores de las muertes maternas e infantiles».

Más del 72% de los estudiantes del mundo no van a la escuela debido al cierre de las mismas

Bangladesh, Brasil, Etiopía, India, Indonesia, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo, Tanzania y Uganda son los diez países en los que se podría registrar el mayor número de muertes infantiles adicionales según los datos que se desprenden del estudio, teniendo en cuenta las reducciones de la cobertura en el peor de los casos. Asimismo, los diez países con más probabilidades de registrar las mayores tasas de exceso de mortalidad infantil en el peor de los escenarios son Djibouti, Eswatini, Lesoto, Liberia, Malí, Malawi, Nigeria, Pakistán, Sierra Leona y Somalia.

En el estudio publicado por The Lancet se presentan tres supuestos en los que se analizan los efectos que las reducciones de las intervenciones vitales a causa de la crisis tienen sobre las muertes maternas e infantiles. En el menos grave –en el que la cobertura se reduciría alrededor de un 15%–, se advierte de que habría un aumento del 9,8% en las muertes de menores de cinco años (esto es, unas 1.400 al día) y un aumento del 8,3% en las muertes maternas. En el más grave, –en el que las intervenciones en materia de salud se reducirían alrededor de un 45%–, se produciría un aumento de hasta un 44,7% en las muertes de menores de cinco años, y del 38,6% en las muertes maternas cada mes.

niños coronavirus

Foto: Juan Haro / Unicef

Esas intervenciones abarcan la planificación familiar, la atención prenatal y postnatal, la obstetricia, las vacunas y los servicios preventivos y curativos. Las estimaciones revelan que, si por alguna razón se interrumpen los servicios ordinarios de atención médica y se restringe el acceso a los alimentos, el aumento de las muertes infantiles y maternas será devastador. Además, desde Unicef alertan de otros efectos secundarios que el coronavirus puede tener sobre los niños: a principios de este mes, alrededor de un 77% de los niños menores de 18 años de todo el mundo –1.800 millones de un total de 2.350 millones– vivían en uno de los 132 países con políticas de confinamiento en el hogar; más del 72% de los estudiantes (unos 1.300 millones) no van a la escuela debido al cierre de las mismas, algo especialmente devastador para los casi 370 millones de niños que dependen de las comidas escolares como fuente fiable de alimentación; el 40% de la población mundial no puede lavarse las manos con agua y jabón en el hogar; y desde el 14 de abril, es probable que más de 117 millones de niños de 37 países no estén recibiendo sus vacunas del sarampión, ya que la pandemia ha obligado a detener las campañas de inmunización para frenar el riesgo de transmisión del virus.

Reimaginar el mundo tras la pandemia

Para mitigar estas aterradoras cifras, esta semana Unicef pone en marcha #Reimaginar, una campaña internacional para evitar que la pandemia de  convierta en una crisis a largo plazo para los niños, especialmente los más vulnerables, aquellos que se ven afectados por la pobreza, la exclusión o la violencia familiar. A través de esta iniciativa, la entidad hará un llamamiento urgente para que los gobiernos, la población, los donantes y el sector privado sumen fuerzas para responder, recuperar y reimaginar un mundo que en la actualidad se encuentra asediado por el coronavirus:

  • Responder. Debemos actuar de inmediato para frenar la transmisión del virus, ayudar a los enfermos y proteger a los profesionales sanitarios que trabajan en primera línea arriesgando su propia vida para salvar la de los demás.
  • Recuperar. Incluso cuando la pandemia se desacelere, cada país tendrá que seguir trabajando para mitigar los efectos secundarios que esta tendrá sobre los niños y abordar el daño causado. Además, las comunidades tendrán que trabajar unidas y más allá de sus fronteras en la reconstrucción, así como para prevenir el regreso de la enfermedad.
  • Reimaginar. Si hemos aprendido algo de la COVID-19 es que nuestros sistemas y nuestras políticas han de proteger a las personas en todo momento, no solo en situaciones de crisis. A medida que el mundo se recupera de la pandemia, este es el momento de sentar las bases para reconstruir un mundo mejor.

«La crisis de la COVID-19 es una crisis de los derechos infantiles. Necesitamos una respuesta inmediata, a medio y a largo plazo que no solo aborde los obstáculos planteados por la pandemia y sus efectos secundarios sobre los niños, sino que también sirva para esbozar un plan definido dirigido a reconstruir un mundo mejor cuando logremos superar la crisis. Para ello, necesitamos las ideas, los recursos, la creatividad y la solidaridad de todo el mundo. Hoy tenemos la responsabilidad común de reimaginar cómo será el mundo en el futuro», concluye Fore.

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