Salud

«El sentimiento comunitario es la base de la cooperación para luchar contra el virus»

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30
marzo
2020

El mundo y sus habitantes están sumidos en una de sus horas más oscuras, donde cada titular parece ser aún peor que el anterior. En un momento en el que es difícil no ser pesimista, la filósofa Victoria Camps, gran pensadora sobre la felicidad, cree que incluso en medio de una catástrofe humanitaria y social como la que vivimos podemos encontrar algo de ella si nos ponemos del lado de aquellos que más lo necesitan. 


Aristóteles ya dice en la Ética a Nicómaco que «el fin del ser humano es la felicidad». ¿Alguna receta para estos días duros y los que vienen?

En efecto, Aristóteles dice que todos buscamos la felicidad, y añade que esta se encuentra en la vida buena. Creo que no hace falta dar recetas. Estos días nos estamos ejercitando a fondo en la vida virtuosa, por necesidad y por compasión, en el sentido literal de la palabra: nos sentimos cerca de los que sufren, de los más frágiles, queremos que esto se acabe y que el mundo vuelva a sonreír. Estamos dando lo mejor de nosotros mismos. Actuando así, incluso en una calamidad como esta, se puede encontrar algo de felicidad.

«El coronavirus es una expresión de los desastres que puede acarrear la mala gestión de la globalización»

Usted, como Habermas, defiende la superación de la idea de los estados-Nación, una idea que en los últimos tiempos se ha visto reforzada con el auge del populismo nacionalista. ¿Teme que esta pandemia refuerce ese sentimiento nacionalista que reclama más muros y más fronteras? 

La reacción ante la pandemia ha puesto de manifiesto que el sentimiento comunitario está en la base de la cooperación y responsabilidad colectiva para luchar contra el virus. Esto tiene un lado bueno, y es que hemos vuelto a confiar en el Estado y, sobre todo, hemos constatado el valor de un sistema sanitario público, por muchas que sean las deficiencias que tiene. Pero pone de relieve que Europa no funciona con ese sentido comunitario. No hay una «Comunidad Europea»; solo una Unión Europea incapaz de unirse cuando hace falta.

La emergencia del COVID19 ha hecho saltar todas las alarmas, pero ya vivíamos una emergencia climática cuyas consecuencias también pueden ser devastadoras. ¿Estamos sometiendo al planeta a una presión insostenible? 

No me atrevo a decir que el virus es consecuencia de esa presión, pero sí es un hecho que estamos sometiendo al planeta a una presión insostenible. El COVID-19 es una expresión más de la globalización y de los desastres que una mala gestión de la globalización –que tiene aspectos buenos– puede acarrear. Desastres mundiales y no solo locales. Esos males tendrán otros nombres en el futuro, se seguirán produciendo, si no nos tomamos en serio un cambio radical en la manera de vivir. El virus nos ha puesto de una forma brutal ante esta alerta. Habría que recordarlo y aprender de lo que está ocurriendo.

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