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Imbatibles y humanas: encontrar la fuerza en la adversidad

La medallista paraolímpica española, Gema Hassen-Bey, y la niña de los brazos biónicos, Tilly Lockey, fueron las protagonistas del encuentro organizado por Inspiring Girls y BBVA para empoderar a las niñas y recordarles que, con esfuerzo todo es posible.

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16
julio
2019

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La poetisa Emily Dickinson escribió que ignoramos nuestra verdadera altura hasta que nos ponemos de pie. Con esta reflexión, la periodista María Eizaguirre dio comienzo al encuentro ‘Imbatibles y Humanas’, organizado por la Fundación Inspiring Girls y BBVA en Madrid, como un espacio dedicado a empoderar a las niñas y enseñarles que es posible levantarse en la adversidad. Sin olvidar que el motor de cambio no son los demás, sino ellas mismas.

«Queremos mostrarles a las más jóvenes que con convencimiento y esfuerzo pueden llegar hasta donde quieran». Para Cristina de Parias, Country Head BBVA España, es precisamente la falta de confianza lo que a veces limita la ambición laboral y la autoestima de las niñas. Para recuperar y reforzar esos valores, Gema Hassen-Bey y Tilly Lockey explicaron sus historias de superación y fuerza, características que les han llevado ganar una medalla paralímpica, en el primer caso, y a que el Dalai Lama reconozca su perseverancia, en el segundo.

Gema Hassen-Bey: «No soy una soñadora, soy una hacedora de sueños»

«Estoy entrenando para ser la primera mujer en silla de ruedas que alcance la cima del Kilimanjaro». De esta manera se presenta ahora Gema Hassen-Bey, aunque los títulos que le persiguen son muchos: deportista de élite, conferenciante, medallista paraolímpica de esgrima, la primera persona en silla de ruedas que ha ascendido el Monte Abantos y el Teide. Sin embargo, si hay algo que la define por encima de todas las cosas es el ser una luchadora: «Todos podemos alcanzar nuestras cimas, porque más importante que los obstáculos son los sueños y yo no soy una soñadora, sino una hacedora de sueños», defiende la atleta que no dudó en instar al grupo de niñas que se encontraban en el auditorio a seguir hacia delante aunque haya muchas piedras por el camino. «Si tú te mueves, incluso en la adversidad, el mundo se mueve contigo», recordó.

La joven Tilly Lockey lleva incorporando esta filosofía prácticamente toda su vida. Con solo 16 meses una meningitis le hizo perder las manos y parte de los brazos. En el hospital le dijeron a sus padres que apenas viviría 48 horas. «Pero tuve suerte», explica. Ahora, con 13 años sus brazos biónicos le hacen parecer una superheroína con las ideas claras: «Mis días están llenos de altibajos, como cualquier adolescente de mi edad», reconoce. Y admite que su infancia no ha sido fácil.

Tilly lleva prótesis desde los dos años. Sin embargo, sostiene, las de ahora le hacen sentir fuerte y confiada. Las diseñó la compañía Open Bionics y se las entregó el reconocido cineasta James Cameron, que hace cinco años estrenó Alita, ángel de combate, una película donde la protagonista tiene unos brazos biónicos parecidos a los de Tilly. Emocionada, la joven detalla cómo funcionan sus extremidades. «Tienen sensores musculares en la parte interior que son sensibles a la fuerza que yo hago. Básicamente, aprieto los músculos para cerrar la mano y flexiono para abrirla, así puedo manipular cosas pequeñas o grandes, como coger una manzana o maquillarme». Pero Tilly se sabe afortunada: sus prótesis son unas de las más asequibles en el mercado, pero siguen siendo caras. Su sueño es seguir colaborando con el desarrollo de brazos biónicos para garantizar que todo aquel que los necesite pueda acceder a ellos.

Tilly Lockey: «Me siento fuerte y confiada con las prótesis de ahora, parezco una superheroína»

Lidia Contreras y Rosalía González también trabajan para garantizar que esta tecnología esté disponible para todo el que la requiera independientemente de su poder adquisitivo. Ambas son miembros del equipo de Autofabricantes, una empresa dedicada al diseño e impresión de prótesis personalizadas para niños. «Queríamos crear unas prótesis que les permitiesen tener un mayor grado de independencia y calidad de vida, pero también que fuesen asequibles», sostiene Contreras. Para ello, utilizan la parametrización, un proceso por el que se genera un código digital disponible en la web que permite que luego, cada uno imprima en 3D las prótesis. «A medida que los niños crecen, tiene que ir cambiando de prótesis. Por eso, el hecho de que muchos colegios tengan impresoras 3D y puedan fabricar las  prótesis abarata el coste y supone una ayuda para las familias», explica González.

Es indudable que la alianza entre seres humanos y tecnología ha definido nuestros tiempos. Fabia Silva, fundadora de la empresa de drones de referencia internacional Dronak es consciente del poder de transformación de esta unión. Su empresa investiga aplicaciones tecnológicas, como un aparato sin piloto que lleve medicinas a lugares remotos o drones subacuáticos que controlen el comportamiento de las ballenas. Su llamamiento, como el de Tilly, Gema, Lidia y Rosalía resuena fuerte: «¡Chicas, podemos fabricar un robot para crear un mundo mejor!».

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